miércoles, 10 de febrero de 2016

Una mujer al mando en West Point.




Diana Holland es la nueva comandante de cadetes en la mítica academia militar de Estados Unidos


Diana Holland, en su toma de posesión, el 5 de enero.
Diana Holland, en su toma de posesión, el 5 de enero. / MIKE SEGAR (REUTERS)
El cine la ha convertido en la academia militar más famosa del mundo. Legendarias películas como Diez héroes de West Point (con George Montgomery y Maureen O'Hara) o Cuna de héroes(protagonizada por Tyrone Power) evocan la férrea disciplina y el furor patriótico que se respira dentro de sus muros.West Point, fundada en 1802 y cuna de militares tan carismáticos como el general Patton, ha abierto un nuevo capítulo en su larga historia que bien podría dar para un filme en el que la trama, más que el clásico canto al coraje y a la indómita valentía que pregonaba Patton —"el valor es aguantar el miedo un minuto más"—, abordara la igualdad de género. El arranque de la trama sería este: por primera vez, una mujer con galones de comandante llevará el mando de la instrucción de los cadetes en West Point.
Ella es la general de brigada Diana Holland, de 47 años y veterana de las guerras de Irak y Afganistán, y su reciente y solemne toma de posesión viene a certificar la plena integración de las mujeres en el Ejército. Graduada en West Point en 1990, fue la primera general del mítico Fuerte Drum y de la Décima División de Montaña. Asume el cargo un mes después de que el Pentágono eliminara las barreras de género para acceder a las unidades de combate y operaciones especiales. En la exclusiva academia militar su nueva responsable dirigirá el adiestramiento de más de 4.000 cadetes.
Con este nombramiento, que se asienta en la política de igualdad propiciada por el presidente Barack Obama, la venerada institución estadounidense acaba con dos siglos de discriminación: la que han sufrido las mujeres dentro de las Fuerzas Armadas. De hecho, no fueron admitidas en West Point hasta 1976 y hasta el pasado verano —más de dos siglos después de su fundación— no se celebró la graduación de las primeras dos mujeres en la Escuela de Rangers. Hasta ese día, las aspirantes tuvieron que superar un duro entrenamiento que incluía escalar montañas de arena y roca o emprender tortuosas travesías nocturnas por los pantanos de Florida con una pesada equipación (a veces hasta 45 kilos) a la espalda. Para que no quedara duda de su valía, las pruebas eran exactamente las mismas para todos, independientemente de que los alumnos fueran hombres o mujeres.
La de Holland es una gran victoria, no en el frente de batalla sino en el campo de los derechos civiles. Militares como ella rompen el tópico que establecía dentro del Ejército una casta superior: la de los guerreros masculinos. Dinamita también los obstáculos sociales y culturales que relegaban el papel de la mujer dentro de las Fuerzas Armadas a servicios auxiliares o de segunda categoría. En los últimos años han tenido un rol decisivo como analistas de inteligencia o pilotando helicópteros de combate. Empuñan el fusil con la misma determinación que sus compañeros y muchas se han dejado la vida en la batalla. En las guerras de Irak y Afganistán han muerto 150.


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