jueves, 5 de diciembre de 2013

BRIGADIER COSME CHURRUCA: Clavad la bandera !


Aquí queda esto
 
 
BRIGADIER COSME CHURRUCA
Clavad la bandera
KIKO MÉNDEZ-MONASTERIO
Científico, cartógrafo y matemático. Napoleón reconoció su valía como marinero en Trafalgar. En el combate, un cañonazo inglés le arranca la pierna.
·         No es difícil emocionarse al escuchar el himno de la Escuela Naval, esa letra marinera de José María Pemán, que cierras los ojos y casi te sientes en cubierta, soñando victorias, coronando con sonrisas la gallardía del marino español, alimentada con siglos de heroísmo y miles de páginas de historia. 
No es extraño que el más grande escritor de todos los tiempos estuviera más orgulloso de haberle dado un brazo a la Armada que de dar vida, con el otro, al ingenioso hidalgo de secano. Incluso ahora que el pacifismo pueril y los horrores tecnológicos arrebatan el esplendor de los ejércitos, que antes les acompañaba como expresión del genio humano.
Todavía queda brillo en esos dorados botones de los marinos, quizá por su apego a la tradición, quizá porque la letra de Pemán al hablar de la victoria de Lepanto habla también de la muerte en Trafalgar, y se entiende que no importa la victoria o la derrota, sólo navegar entre los buenos. Y el mejor de todos era Cosme Damián Churruca.
El héroe ilustradoCientífico, cartógrafo, matemático, hasta el mismo Napoleón reconoció la valía del marino guipuzcoano, pero el corso tuvo la mala idea de mandar a un tal Villeneuve, que era un patán, a dirigir la escuadra franco-española, que debía enfrentarse a Nelson. El chauvinismo juega esas malas pasadas, porque si se hubiera dado el mando a Alcalá Galiano, a Gravina, o al mismo Churruca, es probable que el resultado de Trafalgar hubiese sido muy distinto.
El caso es que allí estaban, los españoles, tratando inútilmente de hacer comprender al gabacho que lo mejor era esperar la batalla en la bahía de Cádiz. Pero Villeneuve tenía prisa por confirmar su incompetencia, tal y como sospechaba Churruca, que lo escribió en su diario: "No apruebo la salida de la escuadra combinada (...) Además, el reciente combate sobre el cabo de Finisterre ha hecho ver que la escuadra francesa es espectadora pasiva de las desgracias de la nuestra (...) y me temo mucho que en la acción que vamos a tener suceda otro tanto".
Profético, que nada más ver a Nelson cuatro navíos franceses se dieron a la fuga. Sobre la tragedia presentida, Churruca también ha tomado una determinación, escribiéndole a su hermano la frase famosa, la que demuestra que el heroísmo es a veces un acto premeditado: "si llegas a saber que mi navío ha sido hecho prisionero, dí que he muerto".
Su barco era el San Juan Nepomuceno, y cuando empezó el combate se vio rodeado de tres navíos ingleses, que luego fueron cinco, y como ni así conseguían rendirlo aún tuvo que llegar otro más. Churruca se multiplica en el puente de mando, él mismo dirige la puntería de los artilleros, haciendo mucho daño al enemigo.
En Cádiz se ha quedado su esposa reciente, y los recuerdos de sus valles guipuzcoanos, cuando todavía se planteaba la vocación religiosa. Un cañonazo inglés le arranca la pierna por encima de la rodilla. "Esto no es nada, que siga el fuego", dice, y pide enseguida un barril de harina donde descansar el miembro despedazado, para contener en lo posible la hemorragia y continuar en pie. Manda entonces clavar la bandera, para que a nadie se le ocurra arriarla mientras él permanezca vivo, aunque eso sería poco tiempo, el que tarda en expirar.
Cuando el Nepomuceno, muerto su comandante, al fin capitula, los ingleses mandan rendir honores a su enemigo, y llevan el barco a Gibraltar, donde permanecería varios años. En la puerta de la cámara que había ocupado Churruca, los británicos ponen una placa con su nombre, haciendo obligatorio, para cualquiera que entrase en ella, el descubrirse la cabeza, como si el brigadier aún permaneciese en su puesto, con ese aire melancólico que le hacía tan atractivo, su coleta rubia y su extrema amabilidad. Un personaje de Galdós le describía muy rápido: Es un hombre religioso, porque es un hombre superior.
Marino y científicoNació en 1761, en Motrico, Guipúzcoa, y de muy joven ya participó en el sitio de Gibraltar. En su brillante carrera se alternan hechos de armas y periodos de estudio, y a veces incluso se mezclan, como en las expediciones geográficas, por todo lo largo de la costa americana, cuyos resultados le proporcionaron fama en toda Europa, que le incluía entre su élite científica. Murió en la batalla de Tragalgar, el 21 de octubre de 1805, mandando su barco, el San Juan Nepomuceno.



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