martes, 31 de enero de 2017

PARÁLISIS PERMANENTE - Piloto La Edad de Oro. Homenaje a Eduardo Benavente. Movida 80.





A Paloma Chamorro en la mayor parte de Andalucía no la conocieron hasta bien entrados los 70, cuando el UHF dejó de ser el segundo canal fantasma de TVE y, gracias a una modernización en la red de repetidores, empezó a sintonizarse en los primeros televisores en color. Hasta entonces había formado parte de programas como Galería o Cultural 2, programas de marcada vocación minoritaria para un canal que se veía a cachos. Chamorro, fichada por Ramón Gómez Redondo, también recientemente fallecido, era la encargada de cubrir exquisitas exposiciones a lo largo del continente y a entrevistar a primeras figuras de las artes que no volvieron a contar con tan estelar y monográfica aparición en una TVE vetusta pero con auténtica vocación generalista.


De formar Encuentros con las Letras y las Artes, la sección de Chamorro voló sola y se convirtió en un transgresor Trazos en 1977 (con la cabecera de aquel intrigante gato que se movía por un tubo que cambiaba de colores). Un programa de vanguardia en todos los aspectos en la incipiente Segunda Cadena en color. TVE vivía su transición, que tardaría en culminar.
La revista también fue Imágenes, con un erudito como Santiago Amón entre los críticos, contenidos muy elitistas y a estas alturas impensables. Lo más impensable para su tiempo fue que los grupos de música y los creativos más heterodoxos del Madrid de principios de los 80, de un país que se desperezaba en lo cultural por delante de lo social, tuvieran su parcela, y en directo, aunque fuera por esa Segunda Cadena arrinconada.
La Edad de Oro, sincero homenaje a Buñuel en su nombre, está entre los grandes programas de la historia de RTVE: por innovador, por transgresor. Por imprevisible. Paloma Chamorro llevó al extremo su curiosidad por lo nuevo y lo genial y a exaltar la libertad de expresión. La divulgadora fallecía ayer a los 68 años aunque llevaba más de un cuarto de siglo alejada de la televisión. Formatos como LaEdad de Oro y entrevistas como las de La estación de Perpiñán, le dieron satisfacciones y también ingratitudes como la denuncia por “profanación” por un videoclip de Moon Child, con la cabeza de un cerdo en un crucificado, que causó congojas y más de un cabreo “entre mentes sensibles”. La causa se extendió durante nueve años.
La Edad de Oro, diríamos que era la versión adulta y macarra de La bola de cristal, con sus recitales tan ahumados y aromáticos, estaba en la diana de los políticos de Alianza Popular.Una de tantas maneras de arremeter contra la gestión de Felipe González y más en concreto de la Tele Roja, la TVE (aperturista, europeísta y también guerrista) del director general José María Calviño. Los martes por la noche, con coqueteo de late-show, hasta traspasar con creces las doce, desde los electrificados pelos de Chamorro se auparon Siniestro Total, Gabinete Caligari Loquillo, Alaska y los Pegamoides, Golpes bajos, ilustres visitantes como Lou Reed o The Smiths (en sendos conciertos grabados) y petardadas internacionales como Culture Club. Y creadores como Nazario, diseñadores como Manuel Piña o Almodóvar con McNamara cantando o elaborando un cortometraje con Bibí Andersen. Un verano eterno que duró de mayo de 1983 a abril 1985, cuando fue aparcado tras tantas polémicas (como el líder de The Lord of the New Church fornicando con la guitarra), crucificados y soponcios opuseros. De todos los que impidieron seguir con esta Edad de Oro Chamorro se acordó en su despedida. Sus posteriores entregas, La estación de Perpiñán (homenaje a Dalí en su nombre) o La realidad inventada fueron entrevistas grabadas, con evidente calidad pero sin alcanzar el nivel sísmico de aquel fumado espacio en directo.

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