El Foro de Amigos de Ferrol hace un recorrido por la historia del puerto comercial de Ferrol hasta que consiguió su debida habilitación para el libre comercio con América.
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La obra de Manuel Colmeiro «Cortes de los antiguos Reinos de León y Castilla», editada el año 1861 en Madrid por la Real Academia de la Historia, informa en su página 74 que en las Cortes de Jerez del año 1268, el rey Alfonso X el Sabio estableció un primer ordenamiento aduanero de los puertos marítimos de la Corona de Castilla.
En dichas Cortes se autorizó al «puerto de Ferrol» para la carga y descarga de mercancías, junto con otros puertos gallegos como Ribadeo, Viveiro, A Coruña, Padrón, Pontevedra y Baiona, lo que indica una cierta importancia del tráfico portuario de la villa ferrolana en una fecha tan temprana como el año 1268.
Según fueron pasando los siglos, el puerto ferrolano, primero con la utilización de los muelles de la Cruz en Ferrol Vello y luego San Fernando en Esteiro (ambos desaparecidos), y finalmente con el muelle de Curuxeiras entrado el siglo XVIII, tuvo diversos altibajos, tanto en su actividad comercial y pesquera como en la llegada de peregrinos del Camino Inglés.
Durante el siglo XVIII una de las mayores preocupaciones de los Ilustrados fue el fomento del comercio. El año 1764 se estableció en La Coruña la compañía estatal de los Correos Marítimos y el año 1778 una Real Cédula de Carlos III regulaba el libre comercio con América concedido a nueve puertos españoles, entre ellos Barcelona, Cartagena, Málaga, Gijón y Tenerife, incluyendo en Galicia el puerto de La Coruña, pero no el de Ferrol.
Desde ese momento, el Concello de Ferrol solicitó en varias ocasiones la habilitación del comercio de su puerto con América, mientras que muchas mercancías con destino a Ferrol tenían que ser desembarcadas en el puerto de La Coruña.
A pesar de los esfuerzos de ilustrados ferrolanos de reconocido prestigio como Caamaño y Pardo, Conde de Maceda, y la actividad de comerciantes y empresarios de Ferrol y Narón, la mayoría de procedencia francesa, caso de Juan Lestache, Santiago Beujardín y Juan Lambeye, no se normalizó la situación hasta el año 1802.
Hasta el año 1802 el Real Consejo de Castilla no accedió a las reiteradas peticiones hechas desde Ferrol.
Hasta el año 1802 el Real Consejo de Castilla no accedió a las reiteradas peticiones hechas desde Ferrol.
El 18 de Mayo de ese año un oficio de Manuel Godoy, Príncipe de la Paz, dirigido a Félix de Tejada, Capitán General del Departamento, informa de la concesión de la habilitación del Puerto de Ferrol para «el comercio libre con las Américas en los mismos términos que los de La Coruña y Vigo».
En paralelo, en una comunicación de fecha 23 de Mayo del mismo año, el ministro de Hacienda, Bartolomé Soler, informa a Diego Martínez de Córdoba y Contador, Gobernador Político-Militar de la urbe, de esta concesión.
En paralelo, en una comunicación de fecha 23 de Mayo del mismo año, el ministro de Hacienda, Bartolomé Soler, informa a Diego Martínez de Córdoba y Contador, Gobernador Político-Militar de la urbe, de esta concesión.
De esta forma se puede comprobar el doble canal de comunicación, el político o civil y el militar, utilizado en aquella época por las autoridades del Reino para transmitir sus órdenes y disposiciones legales a los diferentes responsables de una urbe como Ferrol, que desde su refundación a principios del siglo XVIII tuvo una influyente presencia militar.
Sin embargo, un paradigma de ciudad ilustrada como era Ferrol del siglo XVIII, no consiguió que dos de las instituciones más representativas de la época de la ilustración, el Real Consulado y la Sociedad de Amigos del País, llegasen a arraigar en la urbe, como por ejemplo lo hicieron en la capital coruñesa y en Santiago. Esa es otra historia a la que nos referiremos en una nueva ocasión.
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