Un día Libertad no acudió a trabajar.
A mitad de la mañana, preocupada por aquella falta injustificada,
Ansiedad la llamó a casa.
“No responde”, le contó con sonido entrecortado a Empatía,
una chica joven que se había
incorporado hacía muy poco. “¡La tienen presa, la tienen presa!”,
chilló un rato más tarde
Acusadora, perseguida por corrillos de murmullos y acompañada
de elocuentes comentarios.
“Dejadme a mí”, dijo Justicia que era ciega.
“Nosotros nos haremos cargo”,
vociferaron Coacción y Esclavitud en un solo tono,
conteniendo una sonrisa socarrona.
Aquel fue un día raro en el Museo de Las Palabras.
M. Carmen Orcero.
A mitad de la mañana, preocupada por aquella falta injustificada,
Ansiedad la llamó a casa.
“No responde”, le contó con sonido entrecortado a Empatía,
una chica joven que se había
incorporado hacía muy poco. “¡La tienen presa, la tienen presa!”,
chilló un rato más tarde
Acusadora, perseguida por corrillos de murmullos y acompañada
de elocuentes comentarios.
“Dejadme a mí”, dijo Justicia que era ciega.
“Nosotros nos haremos cargo”,
conteniendo una sonrisa socarrona.
Aquel fue un día raro en el Museo de Las Palabras.
M. Carmen Orcero.
Gracias, Fernando. Es un placer compartir contigo la afición por la literatura.
ResponderEliminarGracias a tí, Mamen !!
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