VIVACádiz. Opinión. Calle Libertad. 23/03/17
Hoy hace 71 años de la muerte
de Largo Caballero, líder socialista
de los años 30. Largo
fue el artífice de la bolchevización
del PSOE tras la derrota electoral
de 1933 en favor del centro derecha, y
el inductor del golpe de estado contra
la República de 1934. En realidad, el
golpe tuvo lugar porque la facción del
“centrista” Prieto apoyó al sector guerracivilista
de Largo, en contra del
moderado de Julián Besteiro. Fue algo
más que apoyo, pues Prieto compró
las armas y organizó una revolución
que costó 1300 muertos, por la que no
pidió perdón hasta su dorado exilio
mejicano.
Hubo otras hazañas de Largo, en su
camino hacia la destrucción de la legalidad
republicana y la consecución
de la guerra civil, según sus propias
palabras. Algunas las compartió con
toda la izquierda: la autoafirmación
en el golpe de 1934, la brutal campaña de odio a la derecha sobre “la represión
de Asturias” (encima, eso), el
fraude electoral de 1936 -lean el libro
reciente de los profesores Tardío y Villa-,
la toma ilegal de los Gobiernos
Civiles, la destitución irregular del
presidente Alcalá Zamora, etc. Pero
hubo una hazaña de su propia cosecha
que nos recuerda a un famoso
“no” actual: su negativa a que los socialistas
gobernaran con los jacobinos
de Azaña, que se quedaron solos
en el gobierno del Frente Popular.
Fue aún peor. Largo propició la destrucción
del orden público y el acoso
a la derecha –que empezó a defenderse,
con el resultado de cientos de
muertos-, con la esperanza de que el
gobierno de Azaña, impotente, cayera
en sus manos. Claro que Prieto no se
quedó atrás: terminó escondiendo a
los asesinos del líder monárquico,
Calvo Sotelo.
Hoy, salvando todas las distancias,
el radical es Pedro Sánchez, y la centrista,
Susana Díaz. De momento, todo
parecía ir bien, dentro de lo que
cabe con una líder tan “sui generis”.
En su disparatada carrera en pos de
un Frente Popular bis, con sus avíos
separatistas, Pedro Sánchez fue justamente
descabalgado. Pero ahora
“la centrista”, en primarias, como
concesión a una militancia radical,
acaba de aprobar en Andalucía una
Ley de Memoria claramente totalitaria
que impone desde el estado una
versión falsificada de la Historia en la
escuela, y se salta la Amnistía del 77,
y la Constitución de 1978.
¡Javier Fernández, no te vayas! ¡Felipe,
vuelve!
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Calle Libertad
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