Hoy vamos a desayunar un Donuts®. Y este concreto con el que nos vamos a sentar a la mesa será el original, el que se se registró como marca en España en 1962.
50 años de historia de esta rosquilla me llevan hoy a pensar contigo, al olor del café que acompaña nuestro dulce, que no te voy a descubrir que el mundo es redondo, redondo como el donuts, redondo como….
Veamos. A este pensamiento que hoy nos acompaña me ha llevado Teresa García de Noblejas.
— Rosana —me dijo— ¿Sabes la penúltima moda que se han inventado las consultorías para decirle a las empresas cómo tienen que contar lo que hacen para que parezca que hacen más y mejor que otros y así puedan aumentar sus clientes y obtener más beneficios?"
— No. ¿Cuál sería?
— ¿Recuerdas que hace unas décadas el sello imprescindible de la compañía 'guay' era la ecología?
— Recuerdo, asentí.
— Después, en los años 90, la creciente corrupción obligó a 'vender' ética. Y proliferaron decálogos, logotipos, buenas prácticas, anuncios, declaraciones grandilocuentes, cursos, seminarios, jornadas, publicaciones, artículos especializados… Un sinfín de herramientas para decir, con lenguaje políticamente correcto y abundantes anglicismos, obviedades. Es decir, lo que nuestros abuelos y padres nos enseñaban con refranes o consejos sencillos en castellano puro: 'Niño, no ensucies', fundamento esencial de las políticas 'verdes'. O aquello de 'quien roba un sello, roba un camello', la guía más breve de buenas prácticas contra la corrupción empresarial y general.
Puesto que todo lo que me dice Teresa me resulta del mayor interés, seguía su conversación con la paciencia y la curiosidad que me caracterizan…
— Otro mantra de principios de este siglo fue la 'conciliación'. Las empresas tenían que ayudar a conciliar. Y otra vez jornadas, cursos, seminarios para mostrar ('dime de qué presumes'...) que las empresas contribuyen a que las personas tengan una vida fuera del horario laboral. Y se hicieron gimnasios y guarderías en los parques empresariales para superar los exámenes de conciliación empresarial y obtener la calificación de 'excelente'. Mientras, las madres con hijos pequeños siguieron haciendo malabarismos para llegar a todo. Pero formaban parte, eso sí, de una empresa "familiarmente responsable" que les obligaba a trabajar catorce horas diarias o en las que el jefe -o la jefa- les ponía mala cara si tenían que ausentarse de una reunión para llevar a un niño al médico.
— Teresa, por favor, ¿dónde quieres llegar?
— A que a principios del siglo XXI algún avispado se ha inventado que lo que se tiene que imponer en cualquier organización es la 'diversidad'.
— ¿Sabes qué, querida compañera? Escribe, por favor, escribe para Actuall y me lo cuentas, nos lo cuentas a todos.
Y así, gracias a su inestimable ayuda he tenido conocimiento acerca de qué va el tema trans, homo, lesbi… -eso que llamamos LGTBI- en la empresa.
Y hoy lo comparto contigo con este desayuno redondo, redondo como un donut, esférico como la tierra que algunos vieron plana. Teresa y yo navegaremos hoy como Magallanes y Elcano para demostrar de una manera práctica una obviedad: la agenda LGTBI en la empresa es una ridiculez que se intenta vestir con sentido. ¿Te sumas a la aventura, 'actualler'? 'Aunque la mona se vista de seda…..' La excusa de la discriminación cansa. Las empresas pliegan velas para favorecer a grupos minoritarios. ¡Más de lo mismo!
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PD: Deconozco si Donuts® tiene esta política de empresa.
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