Foto de Internet.
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Cada año, el otoño nos trae el recuerdo de los que ya no están. Aunque siguen tan presentes.
Hace escasos días, el 27 de noviembre, se hizo presente la memoria de los mártires de Paracuellos.
Y coincidiendo con este homenaje ha aparecido un libro con una muy interesante información sobre los métodos republicanos de represión.
Los actos en memoria de los mártires de Paracuellos, localidad perteneciente a la diócesis de Alcalá de Henares, nos llegan de la mano de Monseñor Reig Pla.
El obispo de Alcalá de Henares actualiza cada año el mensaje de las víctimas con particular acierto:
Hoy, como ocurrió en otros momentos de la historia, se ciernen densos nubarrones sobre España. Con ello no me refiero sólo a la situación de incertidumbre y de dolor que ha provocado la pandemia que nos aflige.
Unido a esta situación que afecta a muchos de nuestros hogares, se levantan otras nubes de oscuridad que atentan contra la sacralidad de la vida humana y contra la libertad de los hijos de Dios.
Son nubes oscuras que pretenden censurar el nombre de Dios y su relevancia en las instituciones y espacios públicos. Estamos viviendo una crisis institucional, social y económica muy grave que afecta tanto a las personas como a nuestras familias.
Al mismo tiempo se presentan propuestas dirigidas a robar la libertad de los padres para la procreación y la educación de sus hijos, leyes que de manera prepotente quieren cercenar la libertad de enseñanza, o que quieren retorcer la naturaleza de la persona negándole su identidad.
Hoy en España, cuando estamos llorando a nuestros hermanos mayores fallecidos en la pandemia, asistimos estupefactos a la promoción incluso de una ley de la eutanasia que pretende favorecer el suicidio asistido y el homicidio por parte de los sanitarios corrompiendo así el ejercicio de la medicina. (J. A. Reig Pla, homilía: El triunfo de los mártires)
En cuanto al libro de César Alcalá, Chekas. Las prisiones republicanas, lo que más me ha interesado es la gran cantidad de citas y textos originales que ofrece procedentes de los partidos que participaron en la persecución religiosa y la represión, de sus medios de comunicación y sus dirigentes, y los testimonios de los asesinos y los torturadores y los de sus víctimas.
Leyendo este libro te llevas muchas sorpresas porque el paso del tiempo ha borrado lo que sucedió en nuestras calles y la memoria histórica ha rematado la desmemoria, negando que aquellos hechos sucedieran alguna vez.
De repente te enteras de que durante años fuiste vecino del edificio donde estuvo la checa de Esquerra Republicana, o de que alguno de los monumentos más emblemáticos de tu ciudad fue ocupado por el Partido Comunista y se utilizó para organizar el genocidio.
La narración de los protagonistas de aquellos hechos te hiela la sangre:
Monseñor Antonio Montero, obispo de Badajoz, dice sobre [la checa de] San Elías [en Barcelona]: El jefe de la checa cebaba a una piara de cerdos con carne humana. Muchos presos eran echados a dicha piara.
La madre general de las Carmelitas de la Caridad fue una de dichas víctimas.
La desnudaron la ataron de manos y tobillos, la llevaron al patio colgándola de un gancho en la pared, con un serrucho la cortaron en cuatro partes y luego en trozos más pequeños, fue devorada por dichos animales, que en la citada prisión engordaban en número de 42.
Mientras la cortaban oraba y decía a sus verdugos que les perdonaba.
En la checa de San Elías se empezaron a utilizar los hornos como procedimiento para hacer desaparecer los cadáveres.
Pasada la guerra civil las religiosas volvieron al lugar y se recuperó la iglesia, que prosigue actualmente su actividad.
Pero no quieras visitar el lugar donde tantas personas fueron torturadas y asesinadas. Ya no existe. Ni el franquismo, ni la Iglesia tuvieron especial interés en preservar el lugar de la inmolación.
Como no existe la memoria de la checa de la CNT en la parroquia madrileña de Nuestra Señora del Carmen y San Luis, junto a Sol; o de la checa del PSOE en la ermita de San Antonio del paseo de la Florida; o la memoria de la checa de Fomento, en el actual Círculo de Bellas Artes.
Amputación, astillado, banderilla, collar eléctrico… Es el nombre que recibían algunos de los métodos de tortura de la república, que se aplicaban a las víctimas de la persecución y la represión antes de su asesinato.
Dentista, ataúd, el pozo, quebrantahuesos, silla eléctrica...
Si quieres conocer más acerca de la persecución religiosa en la España del siglo XX te recomiendo la página web de Jorge López Teulón, que fue postulador de la causa de más de 900 mártires de aquellos dias: Persecución religiosa.
Y algunos libros más:
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Paracuellos. Una verdad incómoda, los hechos históricos narrados por el hispanista británico de origen español Julius Ruiz, la obra de referencia sobre aquel episodio.
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Madrid de corte a checa, la represión republicana en la literatura, de la mano de Agustín de Foxá.
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A sangre y fuego, una estremecedora visión periodística narrada desde el punto de vista republicano por Manuel Chaves Nogales.
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Y la increíble historia de los espías nacionales que vivían en la zona republicana: La Quinta Columna. La guerra clandestina tras las líneas republicanas 1936-1939.
Habrá quien piense que todo esto es desmotivador, el testimonio de los mártires y la memoria de tantas personas perseguidas, torturadas o asesinadas por aquella república violenta que fue todo menos democrática. Puede que algunos lo consideren simplemente triste, o quizá una historia de perdedores que conviene olvidar.
Muy al contrario, la memoria de los mártires y los represaliados por sus ideas es un faro que brilla hoy más todavía que cuando aquellos héroes, nuestros héroes, lo encendieron en plena noche izquierdista, cuando la oscuridad criminal de una ideología destructiva parecía que iba a triunfar para siempre.
Y sin embargo duró apenas un puñado de meses.
Carmen Iglesias es una de nuestras más grandes historiadoras contemporáneas:
Siempre hay esperanza. Nuestra historia ha tenido momentos brillantísimos. Por ejemplo, la etapa de la monarquía hispánica que duró tres siglos, cuya visión ha sido manipulada por la leyenda negra.
Hoy desconocemos las acciones de aquellas gentes de brújula y espada que se fueron a América. Soy optimista sobre nuestro futuro. («Me sorprende que se quieran ignorar los crímenes de ETA, pero se desentierre a Franco»)
La memoria de nuestros héroes. En aquellos días todo era mucho más difícil, lo tenían todo en contra, todo infinitamente peor. Sus opciones eran menos que nada. La muerte era el destino más probable.
Pero aquello no duró y los perseguidores terminaron fracasando.
¡Volveremos a derrotarlos!
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