“Se pone mucho énfasis en informar, que no educar, a los niños en unos aspectos mientras se degradan su educación y formación cultural”
Tengo un amigo que tiene dos hijas. Una de ellas es adolescente y la otra, la pequeña, está a punto de serlo. Este amigo, de ideas de izquierda, muy importante esto de las ideas, vivía muy feliz hasta que un día, de pura casualidad, mientras iba ojeando videos en esa plataforma que se llama YouTube, elevando el contenido de la pantalla de forma continua con el pulgar derecho, en un momento de hastío vespertino, se encontró visionando una especie de entrevista entre un joven de aspecto y acento sudamericanos y varias muchachas que aparentaban ser españolas, en una calle de Madrid.
Las preguntas y respuestas de aquella supuesta entrevista versaban sobre relaciones sexuales y distintos aspectos concernientes a ellas. Le impactó lo que allí escuchó. Se sugestionó inconscientemente con lo que allí vio. Se hizo a la idea de que era algo preparado de antemano.
Hasta ahí todo fue bien. El problema vino cuando al cabo de unos pocos días, en otro momento de ociosidad, algo le impelió a buscar más vídeos como aquel. Y vaya si vio vídeos, decenas.
Desde ese día mi amigo está en un sinvivir. Está obsesionado. Y el problema no es que se esté amargando con tanto ver ese tipo de vídeos y tanto darle vueltas a la pelota dentro de la mollera, que dolor de cabeza tiene que tener de dar tantos balonazos a las paredes craneales, no, el verdadero problema lo tenemos algunos de sus amigos, y ojo, que digo algunos, no todos, porque muchos le han bloqueado el WhatsApp y el teléfono, pero otros aún seguimos resistiendo, precisamente por tenerle cariño. Y es que se pasa el día enviandonos enlaces a esos vídeos y los propios vídeos.
Anda como endemoniado a cuenta de las prácticas y conductas sexuales que las intervinientes en las entrevistas manifiestan practicar y que supone practican o van a practicar sus hijas, y claro, una cosa es que lo hagan las hijas de otros, y otra muy diferente, que lo hagan las tuyas. Aquí la importancia de las ideas.
Vivimos tiempos de banalización, de vivir rápido, de mucha modernidad, de alterarlo todo, de ponerlo patas arriba. Para unas cosas se imponen muchos límites, mucha regulación, para otras, todo lo contrario, exceso de permisividad. Se pone mucho énfasis en informar, que no educar, a los niños en unos aspectos mientras se degradan su educación y formación cultural.
Cuando se priva a los padres o tutores de la tutela efectiva aún en una sola cuestión, se está minando su figura y su autoridad.
Hasta no hace mucho nos escandalizabamos ante el matrimonio entre un hombre adulto y una niña de trece años. Hoy se está normalizando que esa niña tenga relaciones sexuales plenas con quien quiera y como quiera. ¿Realmente quiere? ¿Realmente está tomando la decisión libremente, valorando las posibles consecuencias de sus actos?
El aumento de algunas enfermedades de transmisión sexual no parece indicar que se tenga muy claro lo que sucede cuando no se utiliza el preservativo.
La madurez individual no se alcanza a una edad determinada ni por igual. La madurez precisa de formación y aprendizaje.
Como padre de un niño considero que se está influyendo negativamente en su formación socioafectiva y cultural. Pero vivimos en sociedad, y la sociedad ha decidido que el camino a seguir es el de considerar a un perro ser sintiente y dotarle de derechos equiparables a los de un ser humano adulto, y por el contrario, considerar a un ser humano no nacido como una pústula, un simple grano con pus. Y ya sabemos qué es lo que se hace con los granos.
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