Conozco personalmente al catedrático e hispanista norteamericano Stanley G. Payne desde hace 20 años y he tenido la oportunidad de entrevistarle más de una vez acerca de temas tan apasionantes como el papel de Falange, la victoria del Frente Popular en febrero de 1936, las conexiones del Partido Nacionalista Vasco y ETA, o las figuras de Alfonso XIII, Franco, Carrillo, Suárez o Felipe González.
Si me tuviera que quedar con un rasgo de su personalidad de historiador, señalaría uno que le honra especialmente: el apego a los hechos. Ya sabes, "comment is free, but facts are sacred", la famosa frase de C.P. Scott, el editor del diario 'Manchester Guardian', sobre el carácter sagrado de los hechos.
A diferencia de algunos historiadores que distorsionan la realidad o manipulan los acontecimientos del pasado, Payne es especialmente riguroso en el manejo de los datos, y jamás da opiniones que no estén sustentadas en hechos comprobados. Eso explica que en las entrevistas tenga la honradez de reconocer "no tengo ni idea" cuando desconoce algo o carece de preparación para responder sobre esa materia. ¿Te imaginas a un profesional de esas bullangueras tertulias donde se habla con irresponsable frivolidad de lo divino y lo humano, admitir alguna vez su ignorancia? Antes muerta que sencilla, que decía aquella canción…
Nada que ver con el estilo ecuánime y el talante riguroso de Payne. Lo cual es una garantía en una época en que la Historia está sumamente ideologizada y politizada, y es casi imposible encontrar un libro sobre la Guerra Civil del 36, por ejemplo, que no sea de un bando o de otro, como si la división en azules y rojos, republicanos y franquistas hubiera saltado de las trincheras a las cátedras y a las editoriales.
Ese atenerse tozudamente a la realidad, a través del estudio de los documentos, sin anteojeras partidistas, le ha costado caro a Payne. Porque cuando vino a España en los años 60 y se dedicó a diseccionar la Falange, con trabajos como Falange, Historia del fascismo español (1965) le ponían el sambenito de "rojo"; y ahora que mete el bisturí en la II República, con libros como El camino al 18 de julio: la erosión de la democracia en España (2016) le tildan de "ultra" y "franquista".
Pero él no es ni lo uno, ni lo otro. Es tan sólo un observador que analiza hechos… como por ejemplo el "pucherazo" de las elecciones que llevaron al poder al Frente Popular en 1936. A uno le podrá gustar o no, pero eso es algo que está ahí.
Como a uno le puede gustar o no, que España sea el único país de la Europa medieval que eligió volver a ser cristiana tras la invasión musulmana y ningún otro puede atribuirse el mérito de conseguirlo, después de ocho siglos de Reconquista. Es un hecho, del que deja constancia el propio Payne en su ensayo España, una historia única, donde también subraya el papel singularísimo que ha jugado la vieja piel de toro en el Descubrimiento y Evangelización del nuevo mundo.
Todo eso molesta al establishment de lo políticamente correcto, como molesta que un norteamericano ilustrado escriba sobre la figura de Franco, en obras como Franco, una biografía personal y política (junto con Jesús Palacios), o que titule otra de sus investigaciones ¿Por qué la República perdió la guerra?… tal vez porque algunos historiadores pretenden ganar retrospectivamente aquella contienda, con 80 años de retraso, siguiendo los pasos de un presidente español que se empeñó en remover tumbas del pasado, reabriendo con la Ley de Memoria Histórica heridas que ya habían cicatrizado.
Por todo ello, es un lujo contar con las observaciones de este texano circunspecto y caballeroso, enamorado de España y de lo español, que con más de 80 años, sigue publicando libros tan interesantes como 365 momentos clave de la Historia de España, de reciente aparición.
Javier Torres ha podido conversar con él, y no sólo del pasado, sino también de una actualidad tan candente como la América de Trump y la Europa de la decadencia y la clase gobernante de lo políticamente correcto. Te la adelanto, como suscriptor de Actuall
Te recomiendo los libros de Stanley G. Payne porque no trata de engañar o manipular, porque cuenta lo que ve -no lo que imagina o lo que le dictan los comisarios políticos-, y porque es enormemente respetuoso con las personas.
Y porque cuando una vez le pregunté si no era excesivamente benévolo con Carrillo al decir que tenía "Luces y sombras", me respondió: "Soy historiador".
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PUNTO DE ENCUENTRO DE AMIGOS, FAMILIARES, DE LOS ARNÁIZ QUE NAVEGAN EN SINGLADURAS PROPICIAS MUNDO ADELANTE, Y DE TODA LA GENTE DE BONHOMÍA, QUE LO DESEE, DISPONGA DE TIEMPO, GANAS DE EVADIRSE Y BUENA VOLUNTAD. LEMBRANZAS DE FAMILIA.
domingo, 5 de febrero de 2017
La historia de la semana: Stanley G. Payne, Trump y el fascismo
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