viernes, 6 de diciembre de 2019

El monumento a Cascorro y su héroe español Eloy González García. Barrio de La Latina, donde se ubica el Rastro de Madrid.

Estamos en 1868. Al caer la tarde del 1 de diciembre, festividad de San Eloy, las monjas de la inclusa de Madrid recogen un bebé que alguien había abandonado en la puerta… Nadie se escandaliza… Era algo bastante habitual en la época, y para eso servía la inclusa… El bebé trae una nota que dice: "Este niño ha nacido hoy a las seis de la mañana. Está sin bautizar y rogamos que le ponga por nombre Eloy Gonzalo García, hijo de Luisa García, soltera, natural de Peñafiel", una población de la provincia de Valladolid.

Las monjas bautizan al niño de acuerdo con los deseos de la nota y le buscan una madre de alquiler, a la que la propia inclusa paga mensualmente por hacerse cargo del niño. La elegida fue la mujer de un guardia civil que acababa de perder un hijo y se encontraba "en actitud de lactar". Eloy Gonzalo es llevado a vivir a la casa cuartel de San Bartolomé de Pinares, en la provincia de Ávila, donde pasa su infancia.

Años después, su padre adoptivo es trasladado a los pueblos madrileños de Robledo de Chavela y Chapinería, donde muere, y Eloy es acogido por otra familia chapinera. Como tantos jovenzuelos de la época, se mete a aprendiz de albañil, de barbero y hasta de carpintero; pero ningún oficio le termina de convencer. En 1889 se alista como quinto en el Regimiento de Dragones de Lusitania, y llega a cabo en sólo dos años.

De ahí pasa al Instituto de Carabineros del Reino, un cuerpo muy prestigioso que dependía del ministro de Hacienda, pero una noche de 1895, cuando se dirige a encontrarse con su prometida, la pilla en flagrante infidelidad con un superior, un teniente al que amenaza con su arma reglamentaria… La falta le cuesta la expulsión del cuerpo, la pérdida del empleo de cabo y una larga condena en la cárcel militar de Valladolid.

El estallido de la guerra en Cuba obliga al Gobierno a efectuar una recluta extraordinaria, a la que pueden concurrir los militares convictos por faltas leves. Eloy Gonzalo se apresura a comprar ese billete a la libertad y se alista como soldado raso en el primer reemplazo. Así llega Eloy Gonzalo a Cascorro, una pequeña población a 60 km de Camagüey, con nombre de un cacique aborigen cubano…

Los rebeldes habían sitiado Cascorro, y los españoles las estaban pasando "canutas". La guarnición española estaba al límite de sus fuerzas. La disentería causaba estragos, y la ayuda desde Camagüey no llegaba porque los fusileros y la caballería enviados por el general Jiménez Castellanos estaban atascados en el camino por las fuertes lluvias. La munición escaseaba, apenas quedaban víveres y algunos soldados estaban cayendo víctimas del tifus y la malaria. Los rebeldes, entre tanto, bombardeaban incansablemente los fuertes españoles.

El guerrillero rebelde Máximo Gómez, sabedor de que los soldados del Rey estaban en las últimas, envió un mensaje en que conminaba al comandante español, el capitán Neila, a rendirse, y "aunque respetaba su valor y resistencia, no era necesario hacer mayores sacrificios". Neila respondió como lo hubiese hecho un capitán de los Tercios de Flandes, como en Empel… "Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de rendición después de muertos…"

Neila estaba preparado para entregar su vida y la de sus hombres. Los cubanos, españoles rebeldes, pero españoles al fin y al cabo, eran de idéntico talante, así que lo de Cascorro se prometía largo… Hacía falta un milagro. Entonces pensó que el único medio de romper el asedio era infiltrar a un hombre en el cuartel enemigo, a menos de 100 metros de distancia, con el objetivo de incendiarlo… Tenía que ser un hombre dispuesto a morir, porque la misión era en la práctica un suicidio…

El capitán pidió voluntarios… Se presentaron varios, entre ellos Eloy Gonzalo que convenció al capitán con estos argumentos: "Yo soy inclusero, a diferencia de mis compañeros, no dejo a nadie que me llore o que me precise"…

Convencido de que moriría en el empeño, Eloy pidió que se le atara una cuerda a la cintura para que sus compañeros recuperasen su cuerpo, pues no quería que los rebeldes lo machetearan, como era habitual. Provisto de una lata de petróleo y modo de hacer fuego, salió reptando de noche, llegó a la posición rebelde, esparció el combustible, lo prendió fuego y, en contra de su opinión y la de todos los demás, logró regresar con los suyos sano y salvo.

A causa del gran incendio que provocó, el asedio se aflojó y hubo tiempo para que a los pocos días llegara la columna de socorro que salvó a los defensores españoles. Por esta hazaña, Eloy Gonzalo es "El Héroe de Cascorro". Y justo es, en este punto, recordar también a otro héroe de Cascorro, el soldado valenciano Carlos Climent Garcés quién salvó las vidas de sus compañeros heridos llevándolos a la enfermería en medio de los ataques enemigos. 

Eloy Gonzalo estaría condenado al olvido, como tantos otros héroes españoles, de no haber sido por el sencillo monumento encargado por el rey Alfonso XIII, ubicado en uno de los barrios más castizos de Madrid, el barrio de "La Latina", en la plaza que da paso a la Ribera de Curtidores, el popular "Rastro". Allí, el "espíritu" de Cascorro "vive" rodeado del cariño popular de los madrileños.

Cuando pases por la castiza plaza de Cascorro, no te olvides de "saludar" a Eloy Gonzalo de mi parte. Un hombre del pueblo, humilde, pobre, un proletario, un paria, como se decía en el siglo XX, un "descamisao" que diría Alfonso Guerra… Porque también la gente del pueblo puede llegar a héroe… Ya sabes para qué es el "bidón" que lleva en su brazo izquierdo, la cuerda y la razón de su paso decidido… La antorcha de la mano derecha es una licencia artística del escultor que representa el "modo de hacer fuego" del que hablamos en el relato.

No permitamos que nuestros muchos héroes, militares o civiles, generales o soldados rasos, señoritos o proletarios, aunque no siempre hayan sido "perfectos", mueran en el olvido. Recordemos a nuestros héroes como hacen dicho sea de paso, todos los países del mundo, en los colegios, en el cine, la televisión…

¿Llegará alguna vez el día en el que nuestros queridos políticos valoren nuestra Historia, como hacen los políticos de los países de nuestro entorno? ¿Podremos algún día recordar a nuestros héroes y sus hazañas en películas, series de televisión, en el cole… como hacen los países de nuestro entorno? ¿Aprenderemos algún día?

Tal vez… Pero mientras llega ese día desde este humilde rincón de internet trataremos de recordar a tantísimos héroes españoles olvidados, y trataremos de poner en valor la Historia de "este país" que antes se llamaba España. Esa enorme satisfacción, ese gran orgullo de haber aportado mi humilde granito de arena a la noble causa de dar a conocer nuestra brillante Historia nunca me lo podrá "robar" ningún "leyendero" o "lascasiano" por muy "político" que sea...

José A. Cantarero

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