Autora foto: Adelaida Bordés.
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LA VENTANA
Al principio, el lugar era un preciado y precioso regalo y un remanso de paz, prácticamente desconocido, y la habitación con pensión completa era muy económica aunque adolecía de lo necesario.
La ventana, orientada a poniente, de mi cuarto en el "Hostal El Pájaro Verde", en el que me procuro
hospedaje desde hace décadas y aúno mi retiro veraniego con el creativo, me es imprescindible.
Posteriormente el hostal mejoró ante la demanda, boca a boca, con la consecuente invasión de alemanes y otras pieles rosadas, aparte de, años más tarde, los nacionales al esnafrarse con la crisis.
Ni que decir tiene que el Hostal se complementaba con otros alicientes como la exquisita cocina casera de la mar y tierra local, la excepcional belleza de sus arenales, los amaneceres de largos, plácidos y saludables paseos, las puestas de sol de ensueño y en especial su silencio del alba y ocaso quebrado al romper de las olas , el graznido de las gaviotas o el susurro de las brisas marinas.
Todo un paraíso para relajarse y escribir.
Ahora, a comienzos de este otoño primaveral, mantengo la ventana cerrada, amparada de los rayos del sol más bajo y directo, hasta el atardecer, momento de su apertura, lo que me procura, al asomarme y desde la cama, unas vistas maravillosas:
Hileras de cañas de pescar clavadas en la arena, caballistas trotando por la orilla de la mar, siluetas de naves recortadas en el horizonte, el vuelo siempre admirable de los pájaros, las charcas y riachuelos de las mareas altas,,,,
A la derecha el pueblo blanco de Conil con su serpenteante y pequeño río "Conilete"
y a la izquierda, en su lejanía, adivino el "Tómbolo de Trafalgar" con su moderno faro franqueado por la antigua y vetusta torre vigía restaurada.
Cada vez que me asomo me creo "La muchacha en la ventana" de Dalí, con sus pies pequeñitos, con sus tonos azules como los picassianos, o me traslado a aquél "Hotel con Vistas", de excelente película...
Me tumbé, acababa el día, declinaba el sol, estaba cansada , obsesionada con terminar mi última novela histórica que la editorial me requería, demorada a tenor de las olas de calor y levanteras de este verano sin par, que mi edad y origen soportaban cada vez peor y peor...
Llevaba horas escribiendo,¡ me sentí exangüe!...inspiré con fuerzas.
A través de la ventana, abierta de par en par, empecé a divisar en la tenue e incipiente oscuridad una línea luminosa: desfile de procesionarias, seguida de una nube de mariposas monarcas fluorescentes, luego, como una aparición del Samaín celta, una procesión de gente con extrañas luces y preces esotéricas: La Santa Compaña...
En la discoteca, bajo los efectos de las luces giratorias y flashes, veía a la gente deforme, me sentí abducida, su platillo era redondo y anaranjado...
Se me abrió el apetito, pedí comida, me dieron una sopa de "luz del mar" en Aponiente...
Una bola roja de fuego me deslumbraba, no dejaba ver nada alrededor, se acercó a gran velocidad y explotó en mi cara.
Pude, por fin, abrir los ojos, despertando del profundo sueño en que me vi sumida y observé por la ventana al Sol que en toda su opulencia y belleza, acaparaba en su ocaso colorido toda mi visión.
Autor:
Fernando de Arnáiz Núñez
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El Palmar de Conil con sus playas, hostales y chiringuitos y kms de arenales son impresionantes, vírgenes lugares con cordones dunares y mis playas preferidas,,,,lo malo es la masificación en temporada alta, pero hay arena para dar y tomar,,,y muy buen ambiente.
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