miércoles, 10 de junio de 2015

Rafael y Vicente, TODO NUEVO.

  


Foto del exterior de Rafael y Vicente en el año 1962
Foto del exterior de Rafael y Vicente en el año 1962

En 1913, y gracias a las facilidades dadas por Luciano Conde a la hora de cederles el edificio de su propiedad, en Magdalena, 117 (luego, Canalejas, hoy de nuevo Magdalena), los hermanos Rafael y Vicente Álvarez Castelo inauguraron el comercio que llevaba el nombre de ambos. Se subtitulaba "todo nuevo", en un tiempo en el que proliferaban las tiendas de segunda mano y aun llevaba como segundo rótulo el de "tejidos y novedades".
Bastantes años después la zumba ferrolana compararía Rafael y Vicente con el Cinema en un conocido chiste. Aquel que luego de preguntarse en qué se parecían ambos establecimientos hacía estallar como respuesta: "En que en Rafael y Vicente hay tejidos y novedades y en el Cinema te jodes y no ves nada". Ahora, a mí lo que me hace más gracia es el estrambote del chiste, referido al cine de la Calle María, donde hoy está Sargadelos: "Y, encima, te pisan". Lo cual que Rafael y Vicente, al fundar el comercio, venían ya breados de trabajar a fondo como dependientes en La Villa de París, un establecimiento de modas, en Real (desconozco a qué altura y agradeceré que si alguien lo sabe me lo comunique).
Y es que los hermanos, muerto su padre, Don Arsenio, joven, hubieron de aplicarse pronto a labores ajenas a otros estudios que los que da la vida. Lo cierto es que RyV tuvo un rápido despegue, vendiendo telas al por mayor. Y en 1919, así de implantado estaba el comercio en la vida ferrolana, que confeccionó las primeras camisetas del Racing, verdes porque no había género de otro color en aquel momento. Esto lo cuenta muy bien Jorge Manuel Deza en su brillante historia de nuestro primer club, y en todo caso siempre se lo oí explicar a mi abuelo, Vicente, a quien conocí a fondo pues murió en 1965, habiendo nacido en 1890, siendo yo ya un mozalbete.
A Rafael, mi tío-abuelo, no llegué a conocerlo, pues falleció joven, en 1944; había nacido en 1888, datos estos que me suministra su nieto, y muy querido primo mío, Juan Daniel de Araoz. Rafael, veo en fotos añejas, era un hombre guapo y elegante, y me dicen que gran lector. De su gusto arquitectónico da fe el chalé que se hizo construir en Piñeiros, a lo "bauhaus", al borde de la Carretera de Castilla, con esa característica palmera. Esto ya antes de la guerra, alrededor de 1930. Su hermano lo secundó, en 1941, en casa también curiosa, en Xuvia-Neda. Para mí muy amada pues en ella nací. Ciando en el tiempo me voy a los años veinte que es cuando Rafael y Vicente comienza a publicitarse masivamente, incluso en gallego. En esos años, comienzos de la radio, se graba un "jingle" remedando el conocido tango de Lenzi y Donato, "A media luz". Y decía así la versión modificada: "Y todo a media luz/ lo compra Rafael/ y lo vende Vicente/ que allí es el coronel". El anuncio este, bien funcional, indica además el reparto fraternal de funciones. Aunque Vicente también hubiese de viajar alguna vez a Barcelona, donde estaba entonces casi toda la industria textil.
Sobre el concepto paternalista-empresarial de esos años recuerdo haber leído unas memorias, nunca publicadas (que yo sepa) de un viejo empleado del comercio, emigrante después en Argentina, quien recordaba a Rafael leyendo a los dependientes, terminada la jornada, la novela de Pedro Antonio de Alarcón, "El escándalo". (Viendo años atrás "Ana en el trópico", de Nilo Cruz, una función teatral sobre un lector profesional para las elaboradoras de cigarros en Cuba, no dejaba de pensar en ello).
Rafael y Vicente, en todo caso, iba aumentando ventas y personal, importando especialistas, así a Plantxart, años treinta, anunciado como "el mejor cortador de Europa". Innecesario decir que la ropa se hacía a mano, nada de "prét a porter", pues, que esto no vendría hasta los años sesenta, que es cuando Rafael y Vicente, 1962, abre la nueva sede luego de unos años de remodelación. Tiempo que tengo bien en la memoria, de 1958 a 1961, puesto que entonces viví en la plaza de España, Casa de la Marina, para volver a la del comercio, entrada ahora (a las viviendas, digo) por Iglesia, 70.
El edificio nuevo era (sigue siendo) copia de uno brasileño, que mi tío José Luis Álvarez había visto en una revista. José Luis era ya el gerente y su temprana muerte (a los cincuenta años, en 1977) dio al traste con aquel proyecto de dos hermanos emprendedores. Rafael y Vicente llegó a tener una sesentena, quizá más, de trabajadores de los que conocí (y aprecié) a todos los de la fase que va desde los primeros cincuenta casi hasta el final (en 1990), dando paso luego de un interludio o transición, a Los Telares, empresa regentada por una chica muy amable a la que saludé muy recientemente, con ocasión de enseñarle a Ramón Loureiro los murales (espléndidos) de González Collado, que representan la historia del Comercio, y que reaparecieron luego de estar ocultos un tiempo. Volver a Rafael y Vicente me cosquilleó un poco, un bastante, el alma. Y pensaba en 1962, reinauguración del establecimiento. Celebrado por todo lo alto. Con los señores del globo de Betanzos lanzando uno en la Plazuela del Jofre, con tan poco éxito que se destrozó antes de emprenden vuelo. Y entonces el tío José Luis, viendo que la gente marchaba desilusionada, comenzó a arrojar ropa por los ventanales que dan a Hospital. Y se armó tal tumulto que el sargento (o lo que fuera) que mandaba a los "grises" subió a hablar con mi padre, que era el de mayor autoridad (militar) entre los presentes. Y este le comunicó a su cuñado: "José Luis, que dice el mando que o cesas en tu actitud o te llevan detenido".
José Luis Álvarez Rodríguez, todo un hombre a quien nunca dejaré de recordar, tirando aquel día la casa por la ventana. Y nunca mejor dicho.


 

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