A finales del siglo XVI. China concentra una cuarta parte de la población del mundo y representa un 40% de la riqueza del planeta. En 1580, el secretario del emperador, Zhang Juzheng, modificó completamente el sistema tributario y la unidad de recaudación pasó del arroz a la plata. Pero había un problema: China no tenía plata. Sólo los españoles, establecidos ya en Manila, estaban en condiciones de atender esta necesidad de manera estable y con garantías de calidad, gracias a la plata de América. Esta confluencia de intereses conectó las dos economías más potentes del mundo en ese tiempo: la Hispana y la China, los Austrias y los Ming. En pocas décadas de Oriente a Occidente, el mundo adquiere conciencia de su forma, y la monarquía hispánica se transforma en el motor de una globalización sin precedentes. La historia del imperio español es desconocida por la mayoría de los españoles; es bueno conocerla. Merece la pena. No hay otra historia que se pueda comparar.
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