“Alguien me preguntaba estos días cómo veo yo este asunto de la guerra ruso-ucraniana. Pensé de inmediato en una guerra entre hermanos”
Alguien me preguntaba estos días cómo veo yo este asunto de la guerra ruso-ucraniana. Pensé de inmediato en una guerra entre hermanos, cultural, geográfica y lingüísticamente unidos y no pude evitar, salvando las distancias nunca mejor dicho, el pensamiento en la similitud con las guerras de emancipación americana, en nuestro caso a mucha distancia de la metrópoli, lo cual beneficiaba a los enemigos de la Hispanidad, cosa que no ocurre entre Rusia y Ucrania.
La similitud la veo al preguntarme a quién beneficia el enfrentamiento. La emancipación americana fue una guerra civil entre hermanos en la que fundamentalmente Inglaterra echó sal en las heridas para sacar partido, como hizo, de la ruptura, incitando el odio hacia España para finalmente cobrarse del Perú toda la plata que pudo y más, en concepto de pago por la ayuda militar, plata que se acuñó en Inglaterra y ayudó al ascenso internacional del Reino Unido a costa de una América intencionadamente dividida en multitud de repúblicas, cuantas más mejor, para un mayor control no solo de Inglaterra, también de Francia y los EEUU.
España está en una alianza militar cuyo propósito era la defensa frente al bloque del Pacto de Varsovia hoy desaparecido, aunque en la actualidad, y para sobrevivir, ha renovado sus cometidos. En la OTAN estamos con aliados como Inglaterra que mantiene una colonia en nuestro territorio, sin que la principal potencia anti imperialista, como es los EEUU, mueva ni una pestaña, esa potencia que voló un barco propio en Cuba para declarar la guerra a España, ayudado por la prensa del oligarca Getty, y que le sirvió para atacar Cuba, Puerto Rico, las Marianas y Filipinas, tras encargarse, con la herramienta de la corrupción, de hundir el proyecto español de submarinos Peral, que hubiera podido cambiar, a pesar de la penuria y estado de nuestra Armada, el curso de la historia naval. La OTAN no defiende Ceuta ni Melilla, y Canarias, invadida de irregulares, les pilla muy lejos tanto que Marruecos amplía sus aguas territoriales sin que nadie se inmute.
En esa guerra fratricida que contemplamos en la estepa ucraniana, los oligarcas ucranianos me recuerdan a los vendidos criollos americanos a intereses extranjeros, que se dedican con Zelensky a la cabeza anunciando y buscando la tercera guerra mundial. Los crímenes del batallón Azov me recuerdan la actuación del genocida Simón Bolívar con sus propios hermanos fieles a la Corona, un Simón Bolívar que recibió el total apoyo de Inglaterra. Hoy la prensa silencia todo lo que ha sucedido en Donbass desde 2014.
Comenzando por el final, en mi opinión Zelensky es un corrupto a sueldo del mayor oligarca de Ucrania, dueño del canal de TV en el que hacía su programa cómico y que no para de provocar buscando la IIIGM. No creo que el conflicto se transforme en uno general siempre que los rusos tengan cuidado, y lo tendrán, dónde lanzan sus misiles y los yankees o sus esbirros británicos no provoquen, con los ultranacionalistas de Azov de la manita, un incidente serio atribuyéndoselo a los rusos y que les dé pie a una intervención militar a la que nos llevarían de cabeza como pringados, mientras nuestra frontera sur está en pelota picada. El conflicto ruso ucraniano es lo más parecido a una guerra civil, como lo fue en Hispanoamérica, por lo que Putin, dibujado como un psicópata, trata, a pesar de la prensa y de los expertos tertulianos, de causar el menor número posible de víctimas y de limitar la destrucción. Se ha comprobado que tratan bien a los soldados ucranianos que hacen prisioneros, les desarman y les dejan marchar, a diferencia de los milicianos uniformados de Azov que disfrazados de civiles tratan de escapar. ¿Cuánto durará esta guerra? La guerra durará lo que los ucranianos tarden en aceptar una paz bajo las condiciones rusas, ni más ni menos. Básicamente consistirá en reconocer la soberanía rusa sobre Crimea y el Donbass, neutralidad y no adhesión a la OTAN ni quizá a la UE, y no sé si ya que están alcanzarán a Odessa y Transnitria, privando lógicamente a Ucrania de salida al mar, recuperando lo que siempre fue Nueva Rusia.
Ese es mi pronóstico y leo en diferentes artículos profesionales que no voy muy desacertado como voy a reiterar.
Al hablar del jefe de Zelensky, debemos referirnos a Íhor Valériyovich Kolomoiski un empresario corrupto y político ucraniano-israelí-chipriota quien hasta 2020, ocupaba el octavo lugar en el ranking de las personas más ricas de Ucrania según la revista Forbes. Es el fundador de PrivatBank, y propietario del FC Dnipró y con mando en el Burisma Holding la empresa en la que “trabajaba” Hunter Biden, el hijo de Joe, con un sueldo mensual de 50.000 dólares USA.
A pesar de las apariencias, Rusia no ha mostrado nunca el objetivo de invadir Ucrania sino de influir en ella y, sí, detener la expansión de la Alianza Atlántica hacia el Este, expansión que se viene produciendo sistemáticamente desde finales del siglo XX, con las sucesivas ampliaciones que acabamos de mencionar, primero en 1999 (Polonia, Hungría, República Checa), luego en 2004 (Bulgaria, Rumanía, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Lituania y Letonia), en 2009 (Albania y Croacia), 2017 (Montenegro) y 2020 (Macedonia del Norte).
En 2014 se hizo ley la “ucranización” consistente en declarar pueblos culturalmente ucranianos solo a ucranianos y a las minorías tártara y krimchack ,con derechos a respeto de lengua y tradiciones, no considerándose oriundos ucranianos a aquellos cuya cultura tuviera soporte en otro estado. Ello significaba que todos los de origen cultural y lingüístico ruso, bielorruso, polaco, húngaro, rumano y moldavo quedaban sin protección y obligados a adoptar la lengua ucraniana. Por eso el presidente Orban se ha opuesto al paso por su territorio de ayuda a Ucrania. 2014 fue el inicio de la caza autorizada al ruso en Donbass. El batallón de milicianos neonazis Azov recibió carta blanca para actuar en el territorio, se dedicaron a la caza del campesino ruso, a sembrar los campos de cultivo con pequeñas minas trampa dejando ese territorio lleno de tullidos de todas las edades de niños a mayores. Durante ese drama ocurrido en Donbass, una agonía de más de 8 años, ni la BBC ni la CNN y otras agencias del “mundo libre” se han dignado a acudir, descubrirlo, investigarlo y documentarlo. Cuando Putin dijo lo de desnazificar hubo muchos que se echaron las manos a la cabeza. A partir de Poroshenko y hasta Zelensky lo promovieron y esto se lo han ganado a pulso. Lo lamentable es que lo sufre el pueblo inocente de Ucrania, tanto ucraniano como rusófono.
Ucrania es un país de anteayer, región del imperio ruso y de la URSS a la que Kruchev le regaló graciosamente Crimea en 1954. A Rusia la ha ‘jodido’ USA por vender gas más barato. A Rusia no le interesaba en absoluto esta guerra por la megainversión en ese gaseoducto norte, ahora cerrado y teniendo que comprar los países europeos un gas americano más caro. Desde la desaparición de la URSS, EEUU ha estado corrompiendo a los oligarcas ucranianos y enseñando la zanahoria de la OTAN, rompiendo la promesa hecha a Gorbachov, tras negarle su integración en Europa, de no avanzar hacia el este. El cómico Zelensky se creía que iba a ser apoyado en: ingreso en la OTAN, recuperar arsenal nuclear y carta blanca en la ley de ucranización, y en mi opinión ha dado un tremendo patinazo.
Estemos muy atentos ante la provocación de Azov en Lviv que tiene como único objetivo presionar a los países de la OTAN para que introduzcan una zona de exclusión aérea sobre Ucrania; y no nos sorprendamos si desde Kyiv se presentan ataques a instalaciones diplomáticas de los Estados Unidos y países occidentales como un supuesto ataque dirigido por parte de las Fuerzas Armadas rusas.
A día de hoy, y sobre todo en España, escuchamos y vemos a periodistas, expertos en estrategia y táctica militar, que con la mayor soltura basándose en información dudosa, la mayoría de las veces hipótesis convertidas en hechos llegan a conclusiones predefinidas dibujando a un terrible agresor. Dejemos claro que los referéndums realizados por las dos autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk en mayo de 2014 no fueron referéndums de ‘independencia’, como se han descrito por muchos medradores periodistas occidentales al servicio de turbios intereses sino de ‘autonomía’, además el empleo del término «pro-ruso» sugiere que Rusia fue parte del conflicto, lo cual no fue acertado en absoluto, pues si así fuera habría intervenido de inmediato en 2014. Habría resultado muchos más fiel y honrado el empleo del término «rusófono», y además, estos referéndums se llevaron a cabo en contra del consejo de Vladimir Putin y no al revés. Máxime tras el golpe en el que los nacionalistas ucranianos toman el poder mediante un golpe de estado que llevó a Crimea a decidir separarse, lo cual condujo a que el 27 de marzo de 2014, en respuesta a la crisis de Crimea, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobase la Resolución 68/262 (llamada de Integridad territorial de Ucrania), logrando la firma de cien países ignorantes de la realidad ucraniana para afirmar el compromiso de las Naciones Unidas y reconocer a Crimea como parte de Ucrania, rechazando el referéndum sobre el estatus político, obviando la cesión gratuita que se había hecho de este territorio ruso durante la URSS.
De hecho, estas dos repúblicas no buscaban separarse de Ucrania, sino tener un frente defensivo y tener un estatuto de autonomía que les garantizara el uso del idioma ruso como idioma oficial frente a la agresión de las autoridades ucranianas cuyo primer acto legislativo del nuevo gobierno resultante del derrocamiento del presidente Yanukovych fue la abolición, el 23 de febrero de 2014, de la ley Kivalov-Kolesnichenko de 2012 que hizo del ruso un idioma oficial. Es lo que está ocurriendo, pero al revés en Cataluña, donde los golpistas deciden que el español deja de ser idiomas oficiales en Cataluña, y lo mismo en las regiones españoles con lengua regional.
La decisión del gobierno ucraniano provocó la reacción defensiva de la población rusófona, recordemos que en Ucrania también hay bielorusos, y comunidades de polacos, húngaros, rumanos y moldavos, que quedan desamparados legalmente en su tradición cultura.
La consecuencia no se hizo esperar, resultó en una feroz represión contra las regiones de habla rusa (Odessa, Dniepropetrovsk, Kharkov, Lugansk y Donetsk) que comenzó en febrero de 2014 y condujo a una militarización de la situación y algunas masacres que se sucedieron como la de Odessa, con la muerte abrasados de 46 rusófonos refugiados en un edificio de la Casa de los Sindicatos. Las tensiones entre Rusia y Ucrania encendían en aquel momento las alarmas en el ámbito mundial, que hablan abiertamente de la posibilidad de una guerra entre esos dos países, jaleada por los Estados Unidos y por la OTAN que la pronostican y esperan con el ánimo de sacar tajada, con la Unión Europea como oyente y España como pobre figurante.
La otra fue la matanza de Mariupol, con 27 muertos en un edificio bombardeado con artillería y de lo que se acusó a las milicias rusófonas que carecían de tales medios.
A finales del verano de 2014, solo quedaban las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk.
En 2014 desde la OTAN se intentó detectar la presencia y entrega de armas rusas en Ucrania, lo que habría llevado a la conclusión de la implicación de Moscú, pero, a pesar de las acusaciones, no fue así. Las fuerzas rusófonas se armaban gracias a la deserción de unidades ucranianas de habla rusa que se pasan al bando rebelde, cambiando de bando batallones completos de tanques, artillería o antiaéreos engrosaron las filas de los autonomistas. Esto es lo que impulsó al gobierno ucraniano a comprometerse con los Acuerdos de Minsk que luego violarían.
Tras la firma de los Acuerdos de Minsk 1, el presidente ucraniano, Petro Poroshenko, lanzó una gran ‘operación antiterrorista’ contra la región Donbass, con mal asesoramiento OTAN conduciendo al gobierno ucraniano a la aplastante derrota en Debaltsevo lo cual le obligó a comprometerse con los Acuerdos de Minsk 2.
Los Acuerdos de Minsk 1, de septiembre de 2014 y Minsk 2, de febrero de 2015, no tenían en su horizonte ni la separación ni la independencia de las Repúblicas, sino su autonomía en el marco de Ucrania respetando la lengua y cultura. En esos Acuerdos lo que está recogido es que el estatus de las repúblicas debía ser negociado entre Kiev y los representantes de las repúblicas, para una solución interna en Ucrania.
Por eso, desde 2014, Rusia exigió el cumplimiento de esos acuerdo violados sistemáticamente y negándose a ser parte de las negociaciones, por ser un asunto interno de Ucrania. Por otro lado, los occidentales, con Francia a la cabeza solo facilitaban el enfrentamiento entre rusos y ucranianos. Ello nos lleva a entender por qué nunca hubo tropas rusas en el Donbass antes del 23 y 24 de febrero de 2022.
Los observadores de la OSCE nunca certificaron antes de esa fecha el más mínimo rastro de unidades rusas operando en el Donbass y quedó ratificado en el mapa de inteligencia estadounidense publicado por el Washington Post el 3 de diciembre de 2021 que no muestreaba tropas rusas en Donbass.
Respecto al deplorable estado moral y profesional del ejército, índice de deserciones, alcoholismo y sobre todo, galopante corrupción es interesante el informe de coronel Jacques Baud que concluye cómo por estas motivaciones el gobierno ucraniano recurrió entonces a las milicias paramilitares que desde 2020 constituyen el 40 por ciento de las fuerzas armadas de Ucrania con unos 102.000 componentes. Fuerzas paramilitares de extrema derecha y que tienen como modelo al nazi Stepan Bandera, declarado oficialmente con el título póstumo de Héroe de Ucrania el 22 de enero de 2010, por el presidente saliente de Ucrania, Víktor Yúshchenko. El Parlamento Europeo condenó el premio, al igual que Rusia, así como políticos y organizaciones polacas y judías. El presidente entrante Viktor Yanukovich declaró ilegal el premio, ya que Bandera nunca fue ciudadano de Ucrania, condición necesaria para obtener el premio. Este anuncio fue confirmado por una decisión judicial en abril de 2010. En enero de 2011, el premio fue anulado oficialmente. Una propuesta para conferir el premio a Bandera fue rechazada por el parlamento ucraniano en agosto de 2019.
Estas milicias, derivadas de los grupos de extrema derecha que lideraron la revolución Euromaidan en 2014, están formadas por individuos fanáticos y brutales de los que el grupo organizado más conocido en el regimiento o batallón Azov, que actuó con carta blanca durante años en Donbass, y cuyo emblema recuerda al de la 2ª División Panzer SS Das Reich, que es objeto de verdadera veneración en Ucrania, por haber liberado Jarkov de los soviéticos en 1943, antes de perpetrar la matanza de Oradour-sur-Glane en 1944, en Francia. Esto nos lleva a concluir que los problemas no surgen de la nada.
El culmen de la segregación cultural llegó en julio de 2021 cuando el presidente y humorista ucraniano, Vladímir Zelenski, suscribió la ley que denominó «De los pueblos autóctonos de Ucrania», en que no hay mención del pueblo ruso y considerando como autóctono exclusivamente al pueblo ucraniano y alguna minoría folklórica como los tártaros de Crimea, los caraítas y los krimchaks. La Rada Suprema, el parlamento de Ucrania, aprobó la ley el 1 de julio. Lógicamente el presidente de Rusia, Vladímir Putin, declaró que la idea de dividir a los pueblos en autóctonos y no autóctonos conduce a recordar la teoría y la práctica de la Alemania nazi. En ese mismo sentido se sintieron amenazadas las minorías moldava, rumana, húngara, polaca y bielorrusa.
La retorcida ley proclamó como pueblo autóctono de Ucrania exclusivamente a una comunidad étnica formada en el territorio de Ucrania, portadora de una lengua y una cultura genuinas, con órganos sociales, culturales o representativas, que se percibe a sí misma como pueblo autóctono de Ucrania, que compone una minoría étnica dentro de la población de Ucrania y que “no tiene su propia entidad estatal fuera de Ucrania”, con lo que por este entrecomillado erradica y convierte en parias a rusos, bielorrusos, polacos, húngaros, rumanos y moldavos de Ucrania que no son de cultura ucraniana.
El 24 de marzo de 2021. Ese día, un crecido Volodymyr Zelensky emitió un decreto para la reconquista de Crimea y comenzó a desplegar sus fuerzas hacia el sur del país. Simultáneamente, se llevaron a cabo varios ejercicios de la OTAN entre el Mar Negro y el Mar Báltico, acompañados de un aumento significativo de los vuelos de reconocimiento a lo largo de la frontera rusa. Luego, Rusia realiza algunos ejercicios para probar la preparación operativa de sus tropas y mostrar que está siguiendo la evolución de la situación.
En violación de los Acuerdos de Minsk, Ucrania realizó operaciones aéreas en Donbass utilizando drones, incluido al menos un ataque contra un depósito de combustible en Donetsk en octubre de 2021. La prensa estadounidense lo señaló, pero no los europeos y nadie condenó estas violaciones. Luego vendrían las infructuosas visitas de Macron a Putin y Zelensky y el gobierno ucraniano crecido, posiblemente por sentirse apoyado por los EEUU, se niega a aplicar los Acuerdos.
A pesar de todo Putin se niega a reconocer la independencia de las repúblicas rusófonas y Biden se apresura a decir que Rusia va a atacar Ucrania y se produce un bombardeo sistemático de las poblaciones de Donbass, sin que la Unión Europea, la OTAN y la prensa occidental, como la BBC o la CNN, se hagan eco de las masacres. El 18 de enero de 2022, los combatientes del Donbass interceptan saboteadores equipados con equipo occidental y que hablan polaco que buscan crear incidentes químicos en Gorlivka.
El 16 de febrero, Joe Biden conoce sobradamente que los ucranianos comenzaron a bombardear a la población civil de Donbass, poniendo de esta manera a Vladimir Putin frente al dilema de ayudar militarmente a Donbass y crear un problema internacional o quedarse de brazos cruzados.
El 21 de febrero Putin reconoce que aunque invoque la obligación internacional de “Responsabilidad de Proteger” (R2P), doctrina que defiende que los Estados deben garantizar la protección humanitaria incluso a costa de intervenir en los asuntos internos de otro país, la intervención desencadenará una lluvia de sanciones aunque se limite a actuar y proteger en Donbass, y ese mismo día accedió a la petición de la Duma y reconoció la independencia de las dos Repúblicas del Donbass y, de paso, firmó tratados de amistad y asistencia con ellas.
Prosiguieron los bombardeos artilleros ordenados por el gobierno ucraniano sobre las poblaciones del Donbass y, el 23 de febrero, las dos Repúblicas solicitaron ayuda militar a Rusia. El día 24, Vladimir Putin invocó el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas que prevé la asistencia militar mutua en el marco de una alianza defensiva.
Por eso, debemos insistir y subrayar sobre el discurso de Putin del 24 de febrero, para comprender los dos objetivos de su operación: “desmilitarizar” y “desnazificar” Ucrania, dejando claro que ni se trataba de apoderarse de Ucrania, ni de ocuparla y mucho menos de destruirla.
Se habla mucho de estrategia, sobre todo en el ámbito periodístico, pero hay que evaluar y tener muy presente el factor más importante de una guerra moderna como es el factor logístico, la afección a la economía y cómo el desgaste moral afecta a las partes. Se ha argumentado sin prueba alguna que Putin pretendía una invasión rápida y un paseo militar aplastando todo a su paso. Lejos de ello su actuación ha sido muy diferente. Ahora se empeñan en decir que las columnas rusas son detenidas y derrotadas por las milicias ucranianas, nada más alejado de la realidad. La situación parece que se deteriora y es muy lamentable que se incite al asesinato tanto de soldados como de líderes del contrario. Cuando las armas se ponen en manos de delincuentes la guerra empeora, recordemos la guerra civil española cuando a grupos de excarcelados y delincuentes se les facilitó un arma, un uniforme y se les dio carta blanca de actuación en los pueblos, se produjo un baño de sangre de inocentes.
Si se va hacia la derrota, mejor es admitirla y evitar más víctimas, y si se va hacia una situación de resistencia, es imprescindible sea dirigida y estructurada por profesionales, lejos de ello Zelensky cifra todo en buscar o fabricar pruebas de crímenes y embaucar a Europa en una guerra que no es la suya. Es muy peligroso dejar la defensa en manos de milicias como el batallón Azov que ha puesto en evidencia la conversión de la maternidad de Mariupol en un búnquer para su defensa empeñados en presentar un crimen de guerra frente a los líderes de la UE como se hizo con la maternidad de Kuwait en 1990.
Parece como si la política occidental, conducida por los EEUU se ha limitado, desde la negativa a Gorbachov tras la Perestroika a una integración de Rusia en Europa, a todo lo contrario, buscar el aislamiento de Rusia cerrando los ojos a lo que no interesa e incluso ahora facilitando armas a Ucrania.
Se criminaliza de forma genérica al pueblo ruso por apoyar a Putin, pero no se hizo lo mismo con los estadounidenses por las mentiras que llevaron a la guerra de Irak y España ya olvidó la causa o mejor la disculpa de la guerra de Cuba. No se hace nada por el pueblo uigur, de origen turco, masacrado en la región china de Sinkiang y considerado como “los cinco venenos”, detenidos en campos de detención masiva, de más de un millón de personas para “su reeducación”, pueblo que se reparte entre Kazajistán, Kirguistán y Uzbekistán y la provincia china de Hunan, o el pueblo rohinyá, principalmente musulmanes que viven en el estado de Rakáin, en Birmania, que es un país de mayoría budista y del que los datos disponibles sugieren que más de 3,6 millones de personas han sido calificadas como apátridas y se enfrentan a la discriminación en ese país, o lo que viene sucediendo en la dramática guerra civil de Yemen donde los crímenes de guerra están a la orden del día, y no se hace nada contra quienes alimentan los conflictos por turbios intereses de poder en cuanto aparece algo de beneficio que pueda extraerse de la tierra en cuestión, y luego tienen la poca vergüenza de hablar de patriotismo y solidaridad para embaucarnos en sus proyectos sin pies ni cabeza.
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