domingo, 3 de abril de 2022

Un patriotismo admirable: las palabras de Juan Pablo II ante la tumba de un soldado.

 

El Papa polaco lloró ante aquella tumba, cubriéndose la cara con las manos

“Pozwól mi pójść do Domu Ojca” (dejadme partir hacia la Casa

del Padre). Fueron las últimas palabras pronunciadas por San Juan

Pablo II.

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manos del comunismo

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“cambió el curso de la historia”

El Papa polaco dijo esas palabras en su lengua natal a las tres y

media de la tarde del sábado 2 de abril de 2005, tal día como

hoy hace 16 años. A las 21:37 horas de ese día, uno de los Papas

más grandes que ha conocido la Iglesia partía hacia la Casa del Padre.

A pesar de ser el líder espiritual de los católicos de todo el mundo,

Karol Wojtyła nunca olvidó sus raíces y conservó un entrañable

amor por su Patria. Ese admirable patriotismo lo plasmó en las

palabras que pronunció durante su primer viaje apostólico como

Papa a Polonia el 2 de junio de 1979, cuando su Nación aún estaba

sometida a una dictadura comunista.

El Palacio Sajón de Varsovia antes de la Segunda Guerra Mundial, con la Tumba del Soldado Desconocido abajo, entre sus arcos (Foto: Inowrocław Nasze Miasto).

En aquella ocasión, San Juan Pablo II visitó la Tumba del Soldado

Desconocido en Varsovia, situada en la Plaza de la Victoria (hoy

llamada Plaza Piłsudski). Esta Tumba se creó siguiendo el ejemplo

de la creada en París en 1920 para rendir homenaje a los caídos en

la Primera Guerra Mundial. La Tumba de Varsovia fue inaugurada el

2 de noviembre de 1925, estando situada en los arcos del Palacio

Sajón. En ella se depositaron los restos de un soldado anónimo

sepultado en el Cementerio de los Defensores de Leópolis.

La Tumba del Soldado Desconocido en la actualidad, con los únicos arcos que quedaron del Palacio Sajón, destruido por los alemanes en diciembre de 1944 (Foto: Polskie Szlaki).

El palacio fue destruido por los alemanes en diciembre de 1944 y

de él sólo quedan hoy los arcos situados cerca de la Tumba, que

contienen 22 lápidas recordando a todos los polacos caídos en

combate en las sucesivas guerras que ha sufrido el país desde el año

972. La Tumba está custodiada a todas horas por el Ejército Polaco

y en ella arde una llama de forma permanente en recuerdo de todos

los polacos que dieron la vida por su Patria.

Un homenaje ante la Tumba del Soldado Desconocido de Varsovia (Foto: Polska Agencja Prasowa).

Ante aquella tumba se arrodilló San Juan Pablo II en el primer día de su

visita a Polonia como Papa. Fue una de las primeras cosas que quiso

visitar al regresar a su Patria. Arturo Mari, fotógrafo del diario vaticano L’Osservatore Romano, recuerda que vio al Papa llorando ante aquella Tumba. Se arrodilló ante ella, rezó, la tocó y después se cubrió el rostro

con las manos, diciendo: “¿Por qué tanta sangre en esta tierra santa? 

¿Por qué mi patria tuvo que derramar tanta sangre?” La web de la

Santa Sede conserva estas palabras cargadas de patriotismo que

pronunció solemnemente San Juan Pablo II ante el público congregado

en la plaza:

“Nos encontramos ante la tumba del Soldado Desconocido. 

En la historia de Polonia —antigua y contemporánea—esta tumba 

tiene un fundamento y una razón de ser particulares. ¡En cuántos 

lugares de la tierra nativa ha caído ese soldado! ¡En cuántos 

lugares de Europa y del mundo gritaba él con su muerte que no 

puede haber una Europa justa sin la independencia de Polonia, 

señalada sobre su mapa! ¡En cuántos campos de batalla ese 

soldado ha dado testimonio de los derechos del hombre, 

grabados profundamente en los inviolables derechos del 

pueblo, cayendo por “nuestra y vuestra libertad”!  

¿Dónde están las queridas tumbas, oh Polonia? ¿Y dónde no están? 

Tú lo sabes mejor que nadie y Dios lo sabe desde el cielo” (Artur Oppman, Pacierz za zmalych).

¡La historia de la patria escrita a través de la tumba de un 

Soldado Desconocido!

Deseo arrodillarme ante esta tumba para venerar cada semilla 

que cayendo en la tierra y muriendo produce fruto en sí misma. 

Será ésta la semilla de la sangre del soldado derramada sobre 

el campo de batalla o el sacrificio del martirio en los campos de concentración o en las cárceles. Será la semilla del duro trabajo 

diario, con el sudor de la frente, en el campo, en el taller, en la mina, 

en las fundiciones y en las fábricas. Será la semilla de amor de los 

padres que no rehúsan dar la vida a un nuevo ser humano y que 

aceptan toda la responsabilidad educativa. Será ésta la semilla 

del trabajo creativo en las universidades, en los institutos superiores, 

en las bibliotecas, en los centros de cultura nacional. Será la semilla 

de la oración, del servicio a los enfermos, a los que sufren, a los abandonados: “todo lo que constituye Polonia”.

¡Todo esto en las manos de la Madre de Dios, a los pies de la cruz 

en el Calvario, y en el Cenáculo de Pentecostés!

Todo esto: la historia de la patria plasmada durante un milenio 

en el sucederse de las generaciones —también la presente y la 

futura— por cada hijo e hija, aunque anónimos y desconocidos, 

como ese soldado, ante cuya tumba nos encontramos ahora…

Todo esto: también la historia de los pueblos que han vivido 

con nosotros y entre nosotros, como aquellos que a cientos de 

miles han muerto entre los muros del gueto de Varsovia.

Todo esto lo abrazo con el recuerdo y con el corazón en esta 

Eucaristía y lo incluyo en este único santísimo Sacrificio de Cristo, 

en la plaza de la Victoria.

Y grito, yo, hijo de tierra polaca, y al mismo tiempo yo: Juan 

Pablo II Papa, grito desde lo más profundo de este milenio, 

grito en la vigilia de Pentecostés:

¡Descienda tu Espíritu!
¡Descienda tu Espíritu!
¡Y renueve la faz de la tierra!
¡De esta tierra!
Amén”.

San Juan Pablo II durante su visita a la Tumba del Soldado Desconocido en Varsovia el 2 de junio de 1979. Fue uno de los primeros lugares que quiso visitar en su primer viaje a su Patria tras ser elegido Papa (Foto: Wydawnictwo Naukowe PWN).

Un apunte histórico: cuando San Juan Pablo II citaba las palabras

“nuestra y vuestra libertad” se refería a uno de los lemas nacionales

de Polonia, “Za naszą i waszą wolność” (Por nuestra y vuestra libertad).

Fue utilizado por primera vez en el Levantamiento Polaco de noviembre

de 1830 contra el Imperio Ruso, en una bandera blanca con una cruz

latina roja que decía: “W imię Boga za naszą i waszą wolność” 

(En el nombre de Dios, por nuestra y vuestra libertad). Ese estandarte

se conserva hoy en el Museo del Ejército Polaco en Varsovia, y creo que representa bien el sentido del patriotismo que tienen los polacos:

un pueblo con una fe católica tan arraigada como su amor por la

libertad.

Bandera usada por los polacos en el Levantamiento de 1830 contra el Imperio Ruso, con el lema “W imię Boga za naszą i waszą wolność”: En el nombre de Dios, por nuestra y vuestra libertad (Foto: Maciej Szczepańczyk / Wikimedia).

Foto principal: Niedziela.pl. San Juan Pablo II arrodillado ante la Tumba del

Soldado Desconocido en Varsovia el 2 de junio de 1979, en su primer viaje a

Polonia como Papa.

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