Un bombero falleció tras salvar la vida a una trabajadora de esa central nuclear
El héroe de Ascó y otros hombres a los que el feminismo de género nunca da las gracias
Este miércoles se produjo un incendio en la central nuclear de Ascó, a causa del cual falleció un bombero de la empresa Falck, de 46 años de edad.
Murió tras poner a salvo a una trabajadora de esa central nuclear
Este jueves se ha sabido que ese bombero falleció tras salvar a una trabajadora de la central, a la que sacó de la zona de peligro. Es decir, que murió intentando salvar a otra persona, lo que le convierte en un héroe. Paradójicamente, ese dato se ha sabido el 25 de noviembre, día de la eliminación de la violancia contra la mujer, un día instituido por la ONU en 1999, una organización que lo justifica diciendo “la violencia de género es generalizada”. Recordemos que ese término viene siendo usado para criminalizar a todos los hombres y presentarnos como culpables de que todas las mujeres vivan una supuesta situación de opresión, incluso las que disfrutan de igualdad de derechos en los países democráticos.
Intentando dividir a la sociedad en buenos y malos en función del sexo
Como ya expliqué aquí hace dos años, con ese planteamiento la izquierda pretendió trasladar la tesis marxista de la lucha de clases a los sexos. Tras el fracaso del comunismo en 1989, con la caída del Muro de Berlín y la desaparición de las dictaduras comunistas en la Europa oriental, gran parte de la izquierda se vio sin referentes y optó por buscarse nuevos colectivos a los que vender su discurso de odio, con el que convenció a muchos de que vivían oprimidos para conseguir que renunciasen a su libertad a cambio de una utópica igualdad, que fue la excusa para imponer alguna de las dictaduras más opresivas, brutales y genocidas de la historia, que mataron a millones de personas, eso sí, de una forma tremendamente igualitaria, liquidando por igual a hombres y mujeres.
Es así como a mediados de la década de 1990, la mayor parte de la izquierda se apuntó al llamado feminismo de género (no confundir con el feminismo original, que era de equidad), que ya venía siendo promovido por feministas de extrema izquierda y que pone a los hombres en el lugar de los burgueses y a las mujeres en el lugar de los proletarios, dividiendo a la humanidad otra vez entre buenos y malos, esta vez en función del sexo con el que todos nacemos.
«Matar a todos los hombres»: el odio que promueve el feminismo radical
De esta forma, la izquierda -y también una parte de la derecha que se ha plegado a sus dogmas ideológicos- ha acabado deformando el feminismo, convirtiendo un movimiento que surgió para defender la igualdad de derechos y de oportunidades para las mujeres -unas metas ya alcanzadas en Occidente-, para convertirlo en un movimiento de odio contra los hombres. Así pues, mientras ayer la familia de ese bombero lloraba su muerte, muchas feministas salían a las calles a manifestarse para intentar recordarnos que se sienten oprimidas por los hombres. Los mensajes de odio de ese movimiento han llegado a tales extremos que en 2015 una conocida feminista inglesa propuso meter a todos los varones en campos de concentración. En la misma línea, una periodista feminista del Huffington Post propuso “matar a todos los hombres” como una meta para el año 2018.
No pueden aceptar que hay hombres buenos, porque su negocio ideológico se vendría abajo
Esos mensajes de odio utilizan una exigua minoría de críminales como excusa para demonizar a una inmensa mayoría de buenos hombres, e incluso a auténticos héroes como ese bombero de Ascó. Igual que para el nazismo todos los judíos eran seres perversos y merecían la muerte por el mero hecho de ser judíos, el feminismo radical no contempla la posibilidad de que haya hombres buenos: todos tienen que ser malos por ser hombres, porque si aceptase la realidad, ese mentiroso discurso sobre un sexo que oprime al otro se vendría abajo y se acabaría un millonario negocio ideológico que se alimenta con subvenciones públicas que pagamos todos, tanto hombres como mujeres.
Es por eso que ante ese feminismo de odio, lo más eficaz es recordar la realidad, la terca realidad que hace papilla cualquier tipo de charlatanería ideológica. En nuestra sociedad hay profesiones que son mayoritariamente masculinas y cuyos miembros arriesgan la vida a menudo para proteger las vidas de sus vecinos, sean del sexo que sean. Ahí están los bomberos, los policías y los militares, por ejemplo. También hay otras profesiones muy duras y mayoritariamente masculinas sin las que nuestra sociedad no sería lo mismo: obreros de la construcción, pescadores, transportistas, mecánicos… Esos profesionales pagan un alto precio por su labor. En España, igual que ocurre en todos los países, la gran mayoría de los muertos en accidentes laborales son hombres, una “brecha de género” sobre la que el feminismo radical nunca habla. Es por eso que ese movimiento nunca da las gracias a héroes como el de Ascó, no se vaya a empezar a saber que ese discurso antihombres no es más que una mentira para engañar a las mujeres.
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