sábado, 21 de octubre de 2023

Historias de Filadelfia, una obra maestra. Por Rafael Gómez de Marcos.


Historias de Filadelfia

Poco más puedo decirles de Historias de Filadelfia, acaso de prevenirles de la tontería de pensar que ya la han visto demasiadas veces

Los cineastas americanos de los años cuarenta no necesitaban efectos especiales ni tramas complicadas, un buen diálogo, una música adecuada y una sutileza en los gestos, era suficiente para narrar y explicar cualquier cosa. Este es el caso de “Historias de Filadelfia”. La escenificación de una ruptura amorosa con una clase y un sentido del humor que sólo un Hollywood dorado, el de la alta comedia de los 40, podía concebir y llevar a la gran pantalla.

 

Tras una elipsis de dos años Tracy (Katharine Hepburn) está a punto de casarse con George (John Howard), un hombre que a diferencia de Dexter (Cary Grant) exmarido de Tracy, ha llegado a la cima escalando desde lo más bajo, pero con el que ya vemos que Tracy no tiene ni la más mínima química. La conveniencia del amor y también el resultado del orgullo de una mujer demasiado exigente e incapaz de aceptar la debilidad humana. Hasta allí volverá Dexter no está dispuesto a consentirlo y regresa con dos periodistas de incógnito —James Stewart, y Ruth Hussey— que desean cubrir el evento para la prensa.

 

Las situaciones de enredo, provocadas con el fin de guardar las apariencias, desfilarán sin remisión por un film que divierte y emociona a partes iguales sin dejar que el espectador respire un solo segundo. El enfrentamiento entre mentalidades y normas de conducta enredará la trama.

 

Katharine Hepburn había triunfado protagonizando Historias de Filadelfia en Broadway, merced a un papel que su amigo Philip Barry que había escrito a su medida de mujer independiente y transgresora, su amante Howard Hughes, compraría para ella los derechos de la obra a fin de llevarla a la gran pantalla. Una sátira costumbrista, una burla sofisticada hacia la clase privilegiada, reflejada en un tipo elegante de buena familia, pero sin blanca, un encantador de serpientes y bellas damas, de un cinismo irresistible que nunca pierde las buenas formas, en un periodista con grandes ideales, con prejuicios de clase y que al mismo tiempo pierde los papeles por la primera chica rica que se interesa por su obra literaria y en Tracy, la Hepburn, una ‘diosa’ incapaz de comprender las debilidades humanas.

 

El talento arrollador e incuestionable de Katharine Hepburn dio la réplica a todos los personajes que se le ponían por delante desplegando todos sus grandes recursos dramáticos, una actriz que por mucho tiempo que pase, seguirá encarnando el concepto de “lo moderno” en su acepción más noble y auténtica, junto a Cary Grant, formó la mejor pareja de comedia de la historia del cine, baste recordar “La fiera de mi niña” de Howard Hawks, aunque el Oscar aquí se lo llevó James Stewart con su personaje de periodista amarillento con ínfulas de poeta.

 

El segundo Oscar se lo llevó Donald Ogden Stewart por su gran trabajo en la adaptación del guion de la obra teatral de Philip Barry. Ogden supo transformar la obra en una historia puramente cinematográfica manteniendo su espíritu, sus diálogos irónicos y divertidos.

 

La película también estuvo nominada en las categorías de mejor actriz principal (Katharine Hepburn), mejor actriz secundaria (Ruth Hussey), mejor director (George Cukor) y mejor película, pero en esta 13ª edición de los Oscar (1941), John Ford con “Las uvas de la ira” y “Rebeca” de Alfred Hitchcock le arrebataron los galardones al mejor director y mejor película. Y como dijo el crítico de cine Oti Rodríguez Marchant: “Poco más puedo decirles de esta obra maestra, acaso de prevenirles de la tontería de pensar que ya la han visto demasiadas veces” Y si para usted es de esos títulos de los que ha oído siempre hablar pero aún no ha visto, le invito a que disfrute de “Historias de Filadelfia” un gran ejemplo de cualidades por la que una película se convierte en un clásico, por sus chispeantes y sarcásticos diálogos, por su impecable dirección, y por unas magistrales interpretaciones tanto de sus protagonistas como de los secundarios de lujo que completaban el reparto. Hoy toca un nuevo visionado.


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