Existen infinitas maneras de contar una historia. Existen tantas maneras como ojos observen o palabras conozca la persona que la cuenta. Si por ejemplo, yo menciono El nacimiento de Venus de Botticelli como punto de partida y os pido que imaginéis el cuadro por un momento, unos esbozaréis primero la figura central de la obra, otros recordaréis a la Primavera aproximándose a Venus con un manto florido, otros incluso hablaréis de los pétalos rosados que sobrevuelan la escena, impulsados por el suspiro de Cloris y Céfiro, diosa de las flores y dios del viento. Sumando los detalles, matices e impresiones que ha resguardado la memoria de cada uno, al poco rato, reconstruiríamos entre todos El nacimiento de Venus. Sin embargo, ¿qué sucedería si, al dejar por escrito nuestra descripción del cuadro, olvidáramos el turquesa del que emergen los personajes? ¿O la tez pálida y el cuerpo ligeramente inclinado de la figura principal? ¿O la rubicunda cabellera con la que Venus se cubre parte del cuerpo? El relato de la obra quedaría, lógicamente, incompleto. Lo mismo sucede con el cuadro que ha conformado la historia de la humanidad. No podemos dirigir la mirada a los inicios del arte abstracto y dejar de mencionar a la maravillosa Hilma af Klint, la pintora sueca que se adentró en aquel universo pictórico años antes de que Kandinski creara su primer cuadro abstracto. Tampoco podemos hablar de la Edad Media sin tener en cuenta a la multifacética y mística Hildegarda de Bingen o a Trótula de Salerno, pionera de la ginecología. Sería una pena rememorar las aventuras de los piratas que surcaron los siete mares y no hablar de Anne Bonny, Mary Read y las demás mujeres que navegaron bajo la bandera de la calavera. O seguir la actualidad deportiva y no conocer cómo fue el inicio del fútbol femenino en España. O tratar de comprender la teoría de la relatividad sin saber quién fue Mileva Marić. O hablar sobre el deseo femenino sin haber leído alguna entrada de los diarios de Anaïs Nin. Desde Historia National Geographic sentimos el compromiso de explicar la historia en su máxima amplitud, rehuyendo de los tópicos y las generalizaciones, y ahondando en los matices y los personajes que todavía quedan por descubrir. De ahí que, a lo largo de este 2023, además de haber hablado de fascinantes descubrimientos arqueológicos, de batallas, gobernadores, misterios y curiosidades de las distintas épocas, e incluso de personajes históricos que han resucitado en la gran pantalla, como Napoleón, hayamos seguido manteniendo un espacio para las mujeres de la historia. Personalidades como la magnética compositora Alma Mahler; la gran coleccionista del siglo XX, Peggy Guggenheim; la icónica periodista y corresponsal, Oriana Fallaci; la poderosa emperatriz china Cixí; la pionera directora de orquesta Antonia Brico; la actriz feminista que desafió a Hollywood, Marilyn Monroe; la primera poeta de la historia, Enheduanna; la pintora Maruja Mallo; o la filósofa Simone Weil. Dejarlas fuera del relato histórico sería como describir El nacimiento de Venus y no hablar de las sutiles pinceladas de blanco que dan vida a las olas del mar de fondo, como obviar la mirada de ensoñación que tiene absorta a la protagonista. Sería, de hecho, como borrar a la mismísima Venus del centro y dejar un espacio, un hueco, una falta que haría pensar que el cuadro está inacabado. Queridas lectoras, queridos lectores, desde Historia National Geographic no dejaremos que eso suceda. ¡Seguimos en el 2024! ----------------------------------------------------------------------------------------------------------------
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