martes, 12 de diciembre de 2023

Palacio de la Magdalena en Santander. Por Susana del Pino.


Palacio de La Magdalena, Santander

«El palacio y los jardines en la península de La Magdalena forman parte de nuestra historia más reciente en una perfecta unión de elegancia y belleza natural»

  La reina Isabel II (1830-1904) pasaría los veranos de su infancia en el Palacio de la Granja en Segovia y algunos años después en Barcelona, pero en 1845 comenzó a poner de moda los veraneos en el norte de España  al acudir a San Sebastián por recomendación médica para tomar baños de mar, llamados también Baños de Ola u Oleaje, que serían beneficiosos para tratar la afección que sufría en la piel y que padecería toda su vida. A partir de entonces, la alta sociedad, que sigue las costumbres de la realeza, comenzará a veranear en el norte del país.

  

 Las autoridades de la también norteña ciudad de Santander pensaron en la posibilidad de ofrecer los Baños de Ola ya que la ciudad disponía también de unas espléndidas playas que podían atraer a las clases más elevadas en época estival, así, publicó en La Gaceta de Madrid un anuncio en el que se animaba a visitar Santander y disfrutar de los  Baños de Ola en la espaciosa playa de El Sardinero, una de las mejores de la ciudad. Santander tenía a finales del siglo XIX una importante actividad económica que quedó interrumpida tras la pérdida de las colonias de Ultramar en 1898, por lo que los “Baños de Ola” podían ser una solución para aliviar la crisis económica atrayendo al turismo de élite.

Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg

  La reina Isabel comenzó a frecuentar Santander alternando su estancia en la bonita capital cántabra con San Sebastián y la localidad de Lequeitio en Vizcaya, sus descendientes, su hijo Alfonso XII (1857-1885) y la madre de éste, la reina María Cristina (1806-1878) y Alfonso XIII (1886-1941) continuaron con la tradición de veranear en esta bonita zona del país, lo que se convertiría también en una costumbre para toda la alta sociedad española, al igual que los franceses acudían a Biarritz, los italianos al Lido de Venecia o a la costa de Liguria, Montecarlo o Niza.

Penínsua de La Magdalena, Santander

   La Península de la Magdalena en Santander, llamada así por la existencia de una pequeña ermita en la Edad Media, es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad. Plinio el Viejo (23-79) ya la menciona en su obra Historia Natural denominándola Portus Victoriae Luliobrigensium y en ella han encontrado restos romanos pertenecientes a los siglos I y II de nuestra era. El enclave es privilegiado para la defensa, domina la bahía y está abierto por completo al mar desde donde se divisa la Isla de Mouro, punto fundamental para pescadores y marineros, en la península existe un precioso parque natural en el que  disfrutar de  espléndidas vistas rodeados de una rica vegetación con senderos para acceder a las playas o recorrer toda la península en la que se encuentran también el Museo del Hombre y el Mar, la Sociedad Real de Tenis o el Museo Marino. El Museo del Hombre y el Mar está al aire libre y se proyectó como homenaje a las expediciones realizadas por Vital Alsar Ramírez (1933-2020), navegante santanderino que cruzó el Pacífico en 1970. La réplica de la frágil embarcación con la que realizó tal empresa, tres galeones,  la figura de una sirena y un mapa de bronce junto al busto del marino cántabro se incluyen en el recorrido del  museo. 

 

  A principios del siglo XX, el Ayuntamiento de Santander acordó la construcción de un palacio en la península sufragado por éste y la aportación de familias con alto poder adquisitivo de la ciudad para residencia de verano de los reyes Alfonso XIII y su esposa Victoria Eugenia de Buttemberg (1887-1969) que hasta entonces pasaban los veranos en San Sebastián. El impulso final corrió a cargo del Marqués de ValdecillaRamón Pelayo de la Torriente (1850-1932), rico empresario cántabro que como otros muchos norteños hicieron una gran fortuna en América a los que se les conocería con el nombre de indianos tras regresar a España. El marqués aportó una importante suma de dinero para finalizar las obras.

Palacio, vista nocturna.

  La reina Victoria Eugenia se encargó personalmente de algunos cambios en la distribución y decoración del edificio estando pendiente de todos los detalles. La reina amaba este palacio y su entorno, le recordaba su vida en Reino Unido, ya que pasó su infancia y adolescencia entre  el Castillo de Balmoral, donde nació, el Castillo de WindsorBuckinghan y Osborne House en la isla de Wight.

 

  En septiembre de 1912 se les entregó las llaves  a los Reyes que veranearon en el palacio hasta 1930. En estos años la familia real, con su presencia en la capital cántabra, atrajo a aristócratas, ricos empresarios y personajes del mundo de la cultura, esto propició la construcción de hoteles, villas y otros edificios como el Casino que dieron prestigio a la ciudad. La presencia de los monarcas transformó la vida social de Santander, se organizaban veladas y fiestas para la alta sociedad, no solo en La Magdalena sino también en residencias de otras familias que mantenían relaciones con los reyes. Según palabras de la propia familia real, allí se sentían libres, en contacto con la naturaleza, llevaban una vida sin tanta etiqueta, en familia, practicaban deporte y acudían a la playa a la que se accedía desde los jardines de palacio donde tomaban los muy recomendables Baños de Ola. Todo ello dio a Santander un aire más aristocrático y señorial que aún hoy conserva.

Alfonso XIII y Victoria Eugenia con su familia.

  El Palacio se construyó en un enclave estratégico donde anteriormente existió el Fortín de San Salvador de Hano. Los arquitectos del proyecto fueron los cántabros, Javier González de Riancho (1881-1953) y Gonzalo Bringas Vega (1880-1943). De planta rectangular y con un cuerpo saliente en la parte norte, presenta fachadas asimétricas con balcones y numerosas ventanas que aportan mucha luz al interior y exteriormente dan al edificio sensación de movimiento. Su estilo es ecléctico, recuerda  a los palacios ingleses aunque incorpora algunos elementos franceses y en él encontramos la aportación de la arquitectura cántabra también llamada montañesa, propia de principios de siglo en esta parte de España. Construido en piedra blanca de la región con cubiertas de pizarra, la entrada principal se encuentra al sur y la de carruajes al norte, el interior es más sencillo que otros palacios reales y estancias como El Salón de la FamiliaLa Sala de Alfonso XIII o el Comedor de Gala nos trasladan a la vida en palacio de la familia real, aunque hay que tener en cuenta que muchos de los muebles no son originales.

Interior Palacio de La Magdalena. Fotografía de Manuel Álvarez

  Las Caballerizas Reales se construyeron en 1918 siguiendo el estilo inglés y la inspiración de los pabellones de Osborne House en la isla de Wight, la que fue una de las residencias preferidas de la reina Victoria de Reino Unido, abuela de la esposa de Alfonso XIII. Tanto el interior como los jardines que la rodean fueron restaurados en 1995 y son utilizados por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.

 

  En 1931 con la llegada de la II República el gobierno se apropió de los bienes patrimoniales de la familia real, algo que no sucedería exento de polémica. Los partidos socialistas, republicanos y el nacionalismo se posicionaron en contra de la monarquía y tras el fracaso de la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1870-1930) y a pesar de los intentos del rey de instaurar de nuevo el orden constitucional, tuvo que elegir el exilio para evitar un enfrentamiento civil. El matrimonio regio no atravesaba un buen periodo en esos momentos por lo que ambos marcharon al exilio a sitios diferentes, el Rey a Roma donde vivió hasta su muerte en 1941 y la reina  a Londres. Victoria Eugenia regresará a España en 1968 tras pasar treinta y siete años en el exilio y falleció un año más tarde en Lausana, Suiza.

 

  En 1932 se firmó un decreto para la fundación de la Universidad Internacional de Verano de Santander, que tendría su sede en el Palacio siendo rector de la misma Ramón Menéndez Pidal (1869-1968) filólogo e historiador, y secretario Pedro Salinas (1891-1851) poeta, profesor y ensayista  que tuvo un especial interés en la creación y desarrollo de la institución.

Sirena, Museo del hombre y el mar. Península de La Magdalena, Santander

  La actividad de la Universidad se paralizó con la Guerra Civil periodo en el que el palacio se utilizó como hospital y las caballerizas fueron ocupadas por prisioneros. Será en 1945 cuando  se cree la Universidad Internacional Menéndez Pelayo con sede en el antiguo Hospital San Rafael, volviendo en 1949 a tener su sede principal en el Palacio de la Magdalena.  En el patio de las Caballerizas se representaron obras de teatro, recitales de poesía, exposiciones y actuaciones musicales, eventos  a los que acudían importantes representantes de la cultura del momento como José Ortega y Gasset (1883.1955) o Miguel de Unamuno (1864-1936) entre otros. El grupo de teatro universitario La Barraca, dirigida por Eduardo Ugarte y Pagés (1900-1955) y Federico García Lorca (1898-1936) durante tres años representó obras relevantes de la literatura española como El Burlador de Sevilla de Tirso de Molina, Fuente Ovejuna de Lope de Vega o Los Entremeses de Miguel de Cervantes.

 

  Debido a la intensa actividad y a la creciente demanda de plazas para los cursos, hubo que construir un campus para albergar tanto espacio para la docencia como residencias para estudiantes en la zona de Las Llamas. Hoy en día la Universidad, pionera en los cursos de lengua y cultura españolas, goza de gran prestigio y posee otras  diez sedes repartidas por España.

Caballerizas Reales, Palacio de La Magdalena, Santander

 El palacio y los jardines sufrieron importantes daños con el paso del tiempo, presentando una imagen de abandono y deterioro significativos. El hijo de Alfonso XIII, Don Juan de Borbón (1913-1993) lo vendió en 1977 al Ayuntamiento de Santander. En 1995 finalizó la rehabilitación del conjunto que aunque algún miembro de la familia afirmaría que no había sido muy acertada en cuanto al recuerdo que tenía del palacio en el pasado, intentó ser fiel a su estado original.

  

  El palacio y los jardines en la península de La Magdalena forman parte de nuestra historia más reciente en una perfecta unión de elegancia y belleza natural. Una imponente obra arquitectónica signo de identidad de la también elegante ciudad de Santander.

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