domingo, 30 de octubre de 2022

(II) Cuadragésimo aniversario de un triste retorno: Tres ruinas en cuatro décadas. Por Antonio De la Torre.


Del Cuadragésimo aniversario de un triste retorno y el pucherazo electoral del 36

«Conviene recordar antes del cuadragésimo aniversario los antecedentes y el paréntesis de casi 50 años en la triste historia del PSOE»

Terminaba ayer mi artículo en la antesala del triste desenlace al que dieron lugar cinco años largos de desmanes, desórdenes y golpes de Estado; no aceptación de resultados electorales cuando no manipulación descarada de elecciones; quema de iglesias, bibliotecas y museos; violación de religiosas y vulneración de tumbas; asesinatos de civiles, mujeres y niños incluidos, por el “terrible delito” de ser católicos e ir a misa; “paseos” masivos con destino final en una fosa común y otras barbaridades. Sería imposible, ni siquiera resumir, el sinfín de sucesos de aquellos años, hasta 1936, en un solo artículo, por lo que me limitaré a citar algunos de los que fueron más relevantes en el desencadenamiento del triste suceso de la Guerra Civil.

Ya en plena II República, con Niceto Alcalá Zamora como Presidente, el 19 de Noviembre de 1933, se celebraron unas elecciones generales que ganó la CEDA, Confederación Española de Derechas Autónomas, fundada en Marzo anterior por José Mª Gil Robles que, para evitar males mayores, cedió su derecho de formar gobierno al Partido Republicano Radical (PRR) de Alejandro Lerroux, Presidente saliente del consejo de ministros. Poco después, el PSOE radicalizaba más su discurso y su comisión ejecutiva aprobó, el 13 de enero de 1934, un “Proyecto de bases”, que proponía, entre otras cosas, “la nacionalización de la tierra; la disolución de todas las órdenes religiosas y la incautación de sus bienes y la disolución del Ejército, sustituyéndolo por una ‘milicia democrática’ –ya le gustaban los eufemismos– y de la Guardia Civil –lo que pide ahora para Vascongadas BILDU, uno de los socios del PSOE–”. Renovación, la revista de las Juventudes Socialistas convertida en “periódico” mensual en el Congreso de Bilbao, de 1908, publica el 14 de septiembre de 1934 que “La República social vendrá con sangre, con violencia”.

Poco después, el que entonces era El País de hoy, El Socialista, decía el 18 de septiembre de 1934 que “Tenemos nuestro ejército a la espera de ser movilizado. Sólo nos falta el poder. Hay, pues, que conquistarlo”. Y llegó el golpe de Estado del 5 de octubre de 1934, que algunos quisieron esconder bajo el nombre de Revolución de Asturias, que fracasó a los 14 días, dejando 256 muertos y 639 heridos entre las Fuerzas Armadas y las de Seguridad y 942 muertos y 1.449 heridos entre la población civil.

Un día después del golpe asturiano, el 6 de Octubre de 1934, se produciría el golpe catalán, con la proclamación de la “República Catalana” por parte de Luis Companys, líder de Esquerra Republicana de Cataluña, ERC, –¡oh casualidad!, hoy socio también del actual PSOE–. En este segundo golpe, el General Domingo Batet, Jefe de la IV División Orgánica del Ejército –creo que abuelo de la presidente del Congreso, Meritxell Batet (si es así, las leyes de Mendel, parece que no se portaron muy bien con ella)–, siguiendo órdenes del antes citado Alejandro Lerrroux, Presidente del Consejo de ministros, acabó con los “independientes” en diez horas, que fue lo que tardó el valiente “héroe” Companys en rendirse. Todo un récord, comparado con la duración “republicana” del 1 de Octubre de 2017, media hora.

En ese estado de “armonía” republicana, llegaron las elecciones generales del 16 de febrero de 1936, en las que una coalición de partidos de izquierdas, conocida como Frente Popular, pervirtió el resultado. Recomiendo el libro “1936 FRAUDE Y VIOLENCIA en las elecciones del Frente Popular”, de Manuel Álvarez Tardío y Roberto Villa García (Espasa Libros, S. L. U.). El entonces presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, da testimonio de ello según un artículo del Journal de Genéve, del 17 de Enero de 1937: “…El Frente Popular obtenía poco más de 200 actas de los 473 diputados existentes, muy lejos de la mayoría absoluta… Lo hizo, continuaba, con una doble maniobra para conseguir esa mayoría: Primero, sin esperar el fin del recuento del escrutinio, desencadenó en la calle una ofensiva del desorden y reclamó el poder por medio de la violencia, consiguiendo la dimisión de algunos gobernadores civiles e, instigados por dirigentes irresponsables, el populacho se apoderó de documentos electorales. Después, y una vez conquistada así esa mayoría, fue fácil hacerla aplastante, anulando todas las actas de ciertas provincias donde la oposición resultó victoriosa; se proclamaron diputados a candidatos amigos vencidos. Se expulsaron de las Cortes a varios diputados de las minorías…Fue así que las Cortes prepararon dos golpes de Estado parlamentarios”.

A partir de ese asalto parlamentario del Frente popular, milicias socialistas y comunistas y sindicatos anarquistas, impusieron su ley en la calle, reproduciéndose los asesinatos y disturbios, invasión de fincas, quema de iglesias y registros de la propiedad, asaltos a periódicos y sedes de la derecha, humillaciones y ultrajes al clero, etc. El estado de alarma impuesto y una estricta censura de prensa –claras expresiones de la “democracia y libertad” de esa II República– ocultaban las noticias. El 16 de junio, Gil Robles presentó en las Cortes su tristemente célebre “Balance de la violencia política desde las elecciones de febrero de 1936: 269 muertos, 1.287 heridos (la gran mayoría de las víctimas, de derechas), 33 periódicos de la derecha asaltados, 10 completamente destruidos, asalto a 312 centros políticos y sedes de sociedades privadas, más la destrucción de otros 69; 160 iglesias totalmente destruidas, 251 templos asaltados o incendiados, 113 huelgas generales, 228 huelgas parciales, 146 bombas…”. En esa misma sesión de las Cortes, según recoge Pío Moa en su libro “Los mitos del franquismo”, el entonces Presidente del Consejo de ministros, Santiago Casares Quiroga amenazó a José Calvo Sotelo, líder del partido monárquico Renovación Española: “Si algo pudiera ocurrir, su señoría sería el responsable de toda responsabilidad”.

Para completar el desenlace que citaba al comienzo, llegamos a la madrugada del 12 al 13 de julio de 1936, cuando el líder de la derecha monárquica, Calvo Sotelo, es detenido en su domicilio por media docena de militantes socialistas de la Policía Motorizada de Indalecio Prieto (Gil Robles se salvó estar fuera de Madrid). Tras ser detenido, Calvo Sotelo es llevado en un vehículo y, después de recorrer unos cientos de metros, el pistolero Luis Cuenca, otro socialista de la escolta de Prieto, le dispara dos tiros en la cabeza, dejando el cadáver en el cementerio. Los asesinos fueron encubiertos por cuatro diputados socialistas: Juan Simeón VidarteJulián ZugazagoitiaMargarita Nelken y el propio Indalecio Prieto.

Conviene destacar que, otro socialista, Ángel Galarza, un mes después del asesinato dijo esto: “A mí el asesinato de Calvo Sotelo me produjo un sentimiento… el sentimiento de no haber participado en la ejecución”. La Guerra Civil estaba servida y el terror se apoderó de toda la zona republicana. Después vino el robo del oro del Banco de España, por decreto firmado por el Presidente de la República, Manuel Azaña, el 13 de septiembre de 1936, a propuesta del ministro de Hacienda, el socialista Juan Negrín, bajo un gobierno presidido por Largo Caballero. Tres socialistas, tres, uno más moderado que los otros dos, pero los tres del PSOE. En referencia con lo expuesto anteriormente, Salvador de Madariaga, anticomunista y antifranquista, nos dejaba esta frase lapidaria, que algunos, hoy, deberían recordar o conocer: “Con la rebelión de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936”.

Aunque todo el mundo sabe cómo acabo la Guerra Civil, parece que los autores de la ley de Memoria Democrática, que citaba en la primera parte, después de un primer intento con la de Memoria Histórica de José Luis Rodríguez, en 2007, quieren cambiar su resultado, vía real decreto, 73 años después. Sin duda, se cometieron barbaridades en ambos lados, las propias de una conflagración de esa naturaleza, pero parece que los comités, tribunales populares, checas, sacas (los famosos “paseos”), asaltos a prisiones, genocidio, represalias de guerra (que no juicios), torturas, saqueos, expolios… fueron más frecuentes en un lado que en otro. Libros, de uno u otro color, hay disponibles para que el lector profundice, si es de su interés, y me limito aquí a decir que, tras la guerra, felizmente acabada en 1939, se produce otro paréntesis histórico del PSOE, nada menos que de 48 años, hasta que comparece a las primeras elecciones de 1977, aunque antes ya se había oído hablar de él desde el famoso Congreso de Suresnes (Francia), en Octubre de 1974.

Vistos los antecedentes y para terminar, después de ese paréntesis de casi 50 años en la triste y afortunadamente corta historia del muy antiguo, eso sí, PSOE, conviene hacer algunos recordatorios de los “40 años” de esa “democracia”, inventada al parecer por este partido, según decía su actual secretario general en el anuncio, hace unos días, de la celebración del cuadragésimo aniversario, escoltado por sus dos antecesores en la presidencia del gobierno, a los que, sin duda, ha hecho buenos Sánchez, incluso al hoy bolivariano Zapatero. Pero como el tema se alargó un poco y creo que merece la pena que no se pierda nada de lo anterior ni se confunda lo actual con la parte histórica que he venido resumiendo en estos dos artículos, creo mejor dejar esta segunda parte aquí y terminar con una tercera mañana, dedicada al PSOE contemporáneo, el del progresismo social y el Estado del bienestar, especialmente el suyo.

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