jueves, 2 de junio de 2022

Antiguo Egipto: el final de una época. Carme Mayans.

 

Jueves 2 de junio de 2022
Carme Mayans
Carme Mayans
Redactora de Historia National Geographic

Antiguo Egipto: el final de una época

La necrópolis de Saqqara se ha convertido en uno de los yacimientos más prolíficos del antiguo Egipto (de hecho, hace apenas dos días se hizo un nuevo y espectacular hallazgo que os contamos aquí). A los centenares de bellos sarcófagos pintados de vivos colores que han ido apareciendo en los últimos años, se han ido añadiendo otros importantes descubrimientos que abarcan todos los períodos de la historia egipcia. Uno de los últimos hallazgos es el que ha llevado a cabo un equipo arqueológico polaco que hace años que excava allí: la sepultura de un alto funcionario de la dinastía VI, la última del Reino Antiguo –la gloriosa época que vio el nacimiento de la primera pirámide, la escalonada, y de las grandes pirámides que se alzan en la llanura de Gizeh–. Se trata de la tumba de un hombre llamado Mehcheczi que al parecer vivió bajo el reinado del segundo faraón de la dinastía, Userkare, y que ostentó un curioso título: guardián de los secretos del faraón.

Pero ¿tantos secretos tenía el faraón que guardar para que fuese necesario un cargo semejante en su corte? Pues tal vez sí. Según las fuentes, Userkare pudo ser en realidad un usurpador, que accedió al trono de Egipto tras la muerte en extrañas circunstancias de Teti, el primer soberano de la dinastía, aunque también se ha dicho que ocupó el trono tan solo durante la minoría de edad del legítimo heredero, el faraón Pepi I, hijo de Teti. En todo caso Userkare tuvo un breve reinado, a diferencia de Pepi I, que, según cuenta el historiador del siglo III a.C. Manetón, gobernó unos cuarenta años.

La pirámide de Zoser, en su complejo funerario de Saqqara. 

De hecho, será a partir de la dinastía VI cuando las cosas empiecen a cambiar para la poderosa institución faraónica, hasta entonces indiscutida. Los faraones, de ser dioses en vida, pasarán a ver amenazado su poder debido a la creciente influencia de los gobernadores provinciales, los conocidos como nomarcas. Pepi I quiso contrarrestar su poder, pero el método empleado por el rey para lograrlo, emparentar a través de alianzas matrimoniales con estas grandes familias de la nobleza provincial, acabaría volviéndose en su contra, ya que el efecto sería el contrario al pretendido. Así, los nomarcas, igualados al faraón gracias a ventajosos enlaces, empezaron a ser los señores de las pequeñas cortes surgidas en sus ciudades que rivalizaban en lujo e influencia con la de Menfis. El Reino Antiguo, con sus reyes-dioses constructores de grandes pirámides, tenía los días contados…

Testigos del creciente poder de estos nobles provinciales son las magníficas tumbas que se hicieron construir, en cuyos muros plasmaron sus exitosas biografías, que son una excelente fuente de conocimiento sobre la época para los arqueólogos. Es el caso de Pepinakht o Herkhuf, nomarcas de Elefantina bajo los reinados de Merenre y de su hijo Pepi II. Precisamente este último faraón ostenta un récord: el del reinado más largo de la historia de Egipto. Y ¿cómo lo sabemos? Pues eso es lo que dice el Canon Real de Turín, una lista de faraones compilada en época de Ramsés II. En realidad, esta lista deja al longevo Ramsés en mal lugar comparado con Pepi, ya que otorga a este último nada menos que 90 años de reinado.

De hecho, Pepi II accedió al trono de Egipto siendo un niño, tras la muerte de su padre Merenre. Estamos seguros de ello por un fragmento de la biografía de Herkhuf, inscrita en su tumba, en el que este plasma el entusiasmo infantil que mostró el joven rey ante un pigmeo que el propio Herkhuf le ofreció como presente tras una expedición a tierras de Nubia. En el texto, el emocionado faraón aconseja a Herkhuf cómo cuidar del pigmeo durante el viaje: "Cuando suba contigo al barco haz que haya hombres capaces que estén alrededor de él en la cubierta para que no caiga al agua. Cuando duerma por la noche haz que hombres capaces duerman alrededor de él en su tienda […]. Mi Majestad desea ver ese pigmeo más que los productos de la tierra de las minas y del Punt".

En la tumba de Herkhuf, en Qubbet el-Hawa, el alto funcionario hizo grabar la crónica de sus viajes al servicio del faraón Pepi II. 

La biografía de Herkhuf muestra asimismo algo muy interesante. Que en aquellos lejanos tiempos ya se llevaban a cabo grandes expediciones comerciales y de exploración. Se menciona el país del Punt, un lugar exótico situado posiblemente en la actual Somalia, lo cual quiere decir que unos 800 años antes de la famosa expedición organizada por la reina Hatshepsut a esas remotas tierras, y que fue plasmada en un hermoso relieve de su templo funerario de Deir el-Bahari, los faraones ya enviaban a sus altos oficiales a explorar el corazón de África.

Pero regresando al tema de los secretos mejor guardados de un faraón veremos que Pepi II, ya adulto, al parecer intentó guardar celosamente uno, aunque no hay secreto que al final no acabe siendo descubierto. Ni siquiera para un faraón de Egipto. Un papiro compilado en el Reino Nuevo, del cual se conservan algunos fragmentos, hace referencia a un posible affaire amoroso entre el faraón y uno de sus generales, de nombre Sasenet. Según el texto, el faraón acudía a casa del general de noche y en secreto. Cuando el rey llegaba, se le bajaba una escala para que subiera y después pasaba la noche con Sasenet. ¿Sería esto posible en una sociedad como la egipcia que, según diversos indicios, consideraba la homosexualidad como algo reprobable? Algunos historiadores creen que posiblemente este cuento sea en realidad una crítica a la monarquía, considerada responsable de todos los males que hacía ya tiempo que asolaban al país.

De hecho, las turbulencias políticas y sociales cada vez eran más evidentes, y tras la muerte de Pepi II, ya muy anciano, al longevo monarca le sucedió su hijo Merenre II, que, según se cuenta, se casó con su hermana Nitocris. Las fuentes, entre ellas Manetón, que la describe como "la más valiente de todos los hombres de su época", dicen que tras el asesinato de Merenre, víctima de una conjura, Nitocris lo sucedería en el trono como faraón, convirtiéndose en la primera mujer en ostentar ese cargo en Egipto. O por lo menos eso es lo que se pensaba hasta la fecha, ya que recientes investigaciones sugieren que Nitocris es una traducción errónea del nombre de un soberano masculino que sucedió a Merenre. Un misterio más que Egipto nos ofrece...

Sea como fuere, Nitocris está considerada la última faraón de la dinastía VI y también la vengadora de la muerte de su hermano y esposo, como cuenta el historiador griego Heródoto: "Decidida a vengar su muerte, ideó un ingenioso plan mediante el cual destruyó a un gran número de egipcios. Construyó una espaciosa cámara subterránea y, con el pretexto de inaugurarla, ofreció un banquete, invitando a todos aquellos que sabía que habían sido responsables del asesinato de su hermano. De repente, mientras estaban festejando, dejó que el río entrara sobre ellos por medio de un gran conducto secreto". Tras ello, la reina se suicidó, dando con ello fin a la dinastía.

Qué hay de realidad y qué de leyenda en el final de este período de la historia de Egipto es, de hecho, muy difícil de saber. Lo que sí es cierto es que el país se sumió en el caos del conocido como Primer Período Intermedio, del que dan fe algunos textos datados en el Reino Medio, como Las admoniciones del sabio Ipu-Wer o el Diálogo del desesperado con su alma, que son un testimonio impagable del pesimismo existencial que cubrió con un manto de negrura a la sociedad egipcia. En este último texto, un hombre que no confía en nada ni en nadie, ni ve futuro a su vida, anhela con ansia la muerte: "La muerte está hoy ante mí como cuando un hombre desea ver el hogar después de haber pasado muchos años en cautiverio". Aunque no hay mal que cien años dure. O por lo menos eso dicen. Así que Egipto, tras atravesar esa época de oscuridad resurgiría de nuevo con Mentuhotep II, el faraón tebano que reunificó de nuevo el país y puso las bases de un nuevo período de prosperidad: el Reino Medio. Pero esa ya es otra historia…

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