Era todo un 'caballero del aire' y recibió incluso el homenaje de sus enemigos
En la historia de la aviación, sin duda el piloto más famoso es el
Barón Rojo, pero uno de los más importantes fue su mentor:
Oswald Boelcke.
todos los tiempos.
con la caballerosidad
Nacido el 19 de mayo de 1891 en Giebichenstein, en el entonces
Reino de Prusia (la parte dominante del Imperio Alemán desde
1871), Boelcke se crió en una familia conservadora protestante.
Era un chico de estatura media y sufría asma, pero eso no le
impidió convertirse en un buen atleta. Además, era muy estudioso
y tuvo una vocación militar muy temprana: a los 13 años ya
intentó que le admitieran en una escuela militar, pero su familia
se opuso. Finalmente, en 1911, cuando tenía 19 años, se alistó
en el Ejército alemán y se unió a una unidad de telégrafos.
Allí destacó por sus dotes de liderazgo y empezó a interesarse
por la entonces incipiente aviación militar.
En mayo de 1914, dos meses antes del inicio de la Primera
Guerra Mundial, Boelcke pidió su traslado al Cuerpo Aéreo,
al igual que hizo su hermano Wilhelm. Oswald aprobó su examen
de piloto 15 de agosto de 1914, una vez iniciada la guerra.
Los dos hermanos fueron asignados al Feldflieger Abteilung 13,
una unidad de reconocimiento creada ese mismo año y cuyo primer comandante fue el Capitán Alfred Streccius. Durante ese año, ambos
hermanos volaron juntos en decenas de misiones. Ya en 1915,
Oswald fue destinado al Feldflieger Abteilung 62, con base en
La Brayelle, Francia, y más tarde fue asignado al
Kampfeinsitzerkommando Douai, donde conoció a otro famoso
as de la aviación alemana: Max Immelmann. Esta unidad voló
con los primeros aviones de combate de la Luftstreitkräfte
(Fuerza Aérea Alemana): los Fokker E.I.
Boelcke logró su primer derribo de un avión enemigo el 4 de julio
de 1915. Rápidamente, Boelcke e Immelmann fueron ganando
fama como dos pilotos experimentados, convirtiéndose en los
primeros ases de la aviación alemana. Curiosamente, una de
sus primeras condecoraciones no tuvo ninguna relación con los
combates aéreos: en diciembre de 1915 le impusieron
la Medalla Prusiana de Salvamento por salvar a un niño francés
que estuvo a punto de morir ahogado en un canal cerca de la
base francesa donde operaba su unidad. Su gesto de heroísmo
recibió el aplauso de los paisanos franceses que lo contemplaron.
En enero de 1916, Boelcke recibió la medalla Pour le Mérite,
también conocida como la Blue Max: la más alta condecoración
militar alemana. Sus méritos en el servicio hicieron que el
emperador alemán hiciese con él una excepción a las normas
del Ejército alemán que impedía la promoción al rango de capitán
a los menores de 30 años. Boelcke fue ascendido a ese rango
unos días después de cumplir 25 años, convirtiéndose en el
Capitán más joven de su ejército. A mediados de 1916 resumió
lo que había aprendido en el llamado "Dicta Boelcke", un código
de ocho consejos para los pilotos de combate:
- Trata de asegurar tu ventaja antes de atacar. Si es posible,
- mantén el sol detrás de ti.
- Lleva siempre a término un ataque cuando lo hayas iniciado.
- Dispara solo a corta distancia, y solo cuando tu oponente esté correctamente en tu punto de mira.
- Vigila siempre a tu oponente y nunca te dejes engañar por sus artimañas.
- En cualquier forma de ataque es fundamental atacar a tu
- enemigo por la espalda.
- Si tu oponente te lanza sobre ti, no intentes evadir su
- embestida: vuela para encontrarte con él.
- Cuando estés sobre las líneas enemigas nunca olvides tu
- propia línea de retirada.
- Para el escuadrón: ataca en principio en grupos de cuatro
- o seis. Cuando el combate se divide en una serie de combates individuales, ten cuidado de que varios no vayan por el mismo
- oponente.
Boelcke también fue uno de los pilotos alemanes que empezaron
a labrar la fama de los "caballeros del aire" de la Primera Guerra
Mundial. Era un hombre de honor y se portaba caballerosamente
con sus enemigos. En una ocasión, tras derribar un avión de
observación británico, aterrizó cerca del avión abatido y
descubrió que el piloto enemigo sabía hablar alemán y le conocía.
Boelcke pidió para él asistencia médica y le visitó después en el
hospital.
La noticia circuló pronto, ya que era un piloto célebre, y su
caballerosidad acabó siendo conocida a ambos lados de la línea
del frente.
Uno de los destinos más famosos de Boelcke fue el Jagdstaffel 2
(Escuadrón de Caza 2), una unidad que estuvo a su mando y para
la cual reclutó a un oficial de caballería que le acabaría superando
en fama: Manfred von Richthofen, también conocido como el
Barón Rojo. En esta unidad, Boelcke probó un nuevo avión de
combate: el biplano Albatros D.II. El 26 de octubre de 1916 obtuvo
su victoria número 40, convirtiéndose en el mayor as de la guerra
en aquel momento (Richthofen le acabó superando en abril de 1917).
La aviación alemana estaba en su mejor momento y tenía el dominio
del aire.
El 28 de octubre de 1916, Boelcke y su escuadrón salieron en una
misión.
Se toparon con un par de biplanos británicos Airco DH.2. Boelcke y
uno de sus pilotos, Erwin Böhme (que además era su mejor amigo), incumplieron la octava regla del "Dicta Boelcke" y se
dirigieron contra el mismo avión. El tren de aterrizaje del caza de
Böhme acabó tocando el ala superior del Albatros de Boelcke.
El ala se desgarró y el avión de Boelcke cayó en espiral,
estrellándose en las líneas alemanas.
Boelcke murió de una fractura de cráneo. Su funeral se celebró
en la Catedral de Cambrai, en el norte de Francia. Entre las coronas
de flores depositadas junto a su féretro había dos británicas:
una de ellas enviada por pilotos capturados por los alemanes
(entre ellos el Capitán Wilson, al que Boelcke había tratado con
sumo respeto después de derribarle, incluso recibiéndole en su
escuadrón) que decía: "Al oponente que admiramos y estimamos
tanto". La otra corona fue lanzada sobre las líneas alemanas por un
avión británico, con esta inscripción: "A la memoria del Capitán
Boelcke, nuestro valiente y caballeroso oponente".
Hoy en día, Boelcke sigue siendo reconocido como uno de los
más grandes pilotos de la historia de la aviación. A pesar de
haber transcurrido más de 100 años de su muerte y de las abismales diferencias tecnológicas entre los aviones de aquella época y los actuales, algunas de sus reglas todavía se aplican en los combates
aéreos. Así mismo, la Luftwaffe alemana sigue rindiendo honores
a ese gran piloto a incluso ha bautizado un escuadrón de combate
con su nombre: el Taktische Luftwaffengeschwader 31 "Boelcke",
equipado con cazas Eurofighter.
Coincidiendo con el aniversario de su muerte, el canal Yarnhub
acaba de publicar un excelente reportaje contando la historia
de este gran "caballero del aire", señalándolo como el padre del
combate aéreo (el vídeo está en inglés, puedes activar los subtítulos
en español en la barra inferior del reproductor):
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