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Éste desastre naval, en aguas propias, fue la gota que colmó el vaso:
El Gobierno británico ofreció una recompensa a quien resolviera el problema de la longitud. Corría el año 1714.
El relojero John Harrison de 79 años resolvió el problema de la longitud con la creación de su cronómetro náutico H4. Cuando reclamó el premio de 20.000 libras ofrecidas por el Comité de la Longitud le fue negado (como le iban a dar el premio a un simple artesano). Acudió el anciano relojero al rey Jorge III llevándole su nuevo cronómetro náutico H5. Tras ser probado y considerado "excepcional" no pudo influir el la decisión del Comité. Posteriormente acudió al Parlamento y esta institución acabó por distinguirlo públicamente como el hombre que había resuelto el problema de la longitud (problema que había costado tantas vidas) pero sólo le otorgaron 8.750 Libras. El relojero demostraba definitivamente que la longitud podía ser medida con un reloj y sin necesidad de complejos conocimientos de astronomía
El propio capitán Cook llevó un H4 en su segundo viaje al Pacífico y gracias a él pudo levantar las cartas náuticas de Australia y Nueva Zelanda.
En España se conocía este cálculo desde los tiempos de Felipe II que ordenó que no se publicara nada al respecto y se mantuvo en secreto durante dos siglos
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