Ya estamos en agosto, inmersos en plena canícula, una época en la que muchos de nosotros nos encontramos de vacaciones, disfrutando del tiempo de ocio y de un descanso bien merecido. La mayoría quiere pasarlo bien y olvidar la pesadilla que ha representado para todos la pandemia de Covid que ha asolado al mundo durante los dos últimos años. Y aunque por desgracia aún no podemos decir adiós al extraño y tremendamente cambiante virus que nos sigue acompañando, por suerte los expertos parecen confirmar que las sucesivas variantes son cada vez menos letales. De hecho, las pandemias han sido una amenaza para la humanidad desde el principio de los tiempos. Enfermedades de todo tipo, a cual más destructiva y aterradora, han causado estragos, provocando innumerables muertes e incluso llegando a acabar con poblaciones enteras. La peste, el cólera, la viruela… son solo algunos de los nombres que nos siguen estremeciendo, aunque para la mayoría de estas dolencias hoy en día existe una cura, e incluso algunas de ellas, como la viruela, han podido ser erradicadas gracias a la invención de una vacuna. Pero no siempre fue así. Cuando hablamos de plagas a casi todo el mundo le viene a la mente la epidemia de peste negra que en 1348 casi acaba con la totalidad de la población europea. Aunque no fue la única vez que ocurrió un hecho tan dramático y atroz. La peste, con su horrenda cara, atacaría a la humanidad en los siglos venideros, aunque también la había atacado mucho antes. En realidad, casi todas las civilizaciones antiguas, desde los asirios, pasando por griegos y romanos, tuvieron que enfrentarse a la peste, y el antiguo Egipto no fue una excepción. Tal vez una de las epidemias más mortíferas de la que tenemos noticia tuvo lugar entre los reinados de Amenhotep III y su hijo Akhenatón, durante la dinastía XVIII. Numerosos textos, tanto egipcios como hititas, hacen referencia a una enfermedad terrible y devastadora que se extendió por Egipto y el Mediterráneo oriental durante muchos años, aunque los historiadores no se ponen de acuerdo en el tipo de mal de que se trató. Algunos creen que podría haber sido malaria, otros tularemia o incluso peste… Sea como fuere, el caso es que causó miles de muertos, entre ellos tal vez varios miembros de la familia real egipcia, que fallecieron con muy poco tiempo de diferencia, entre ellos el propio Akhenatón. Pero ¿cómo podemos saber lo que ocurrió? Existen diversos indicios que sugieren que, en efecto, una epidemia asoló al país del Nilo con furia inusitada. Y que esta empezó durante el reinado de Amenhotep III. De hecho, en el templo funerario del faraón se acumulaban las estatuas de Sekhmet, diosa leona de la sanación, hasta 730 nada menos. Asimismo, el rey de Mittani, Tushratta, envió a Egipto una embajada con una estatua de Ishtar, una divinidad con propiedades curativas que podía actuar contra las plagas. Ya en época de Akhenatón, las excavaciones arqueológicas en Amarna, su capital, han sacado a la luz numerosos enterramientos múltiples, sobre todo de personas jóvenes, que parece ser que murieron al mismo tiempo, lo que podría ser indicativo de la existencia de una epidemia. El caso es que el mal se extendió por todo el Mediterráneo oriental, causando muerte y destrucción desde Canáan a Anatolia, donde devastó también las ciudades hititas. De hecho, un texto hitita culpa a los soldados egipcios capturados tras una batalla de la expansión de la epidemia por su tierra, acabando con ricos y pobres, con jóvenes y viejos, sin distinción alguna. Ni siquiera los soberanos del país de Hatti se libraron de su embate. Así, para desesperación de sus habitantes, que clamaban a los dioses en busca de ayuda, toda la región tuvo que sufrir años y años de una plaga que no tenía cura ni visos de terminar. En realidad, fue una de las muchas que han afectado a los seres humanos desde que el mundo es mundo, y que, por desgracia, seguirán haciéndolo en el futuro. Aunque, afortunadamente, hoy en día los avances científicos, sobre todo en Medicina, resultan un excelente y poderoso aliado contra los ataques de, sino los mismos males, otros similares a los que diezmaron de manera inmisericorde a nuestros antepasados, quienes, a diferencia de nosotros, no podían saber la causa de tantas muertes. Posiblemente pensaban que los dioses, enfadados por algún arcano motivo, descargaban sobre ellos su ira… ---- ESPECIAL 25 ANIVERSARIO NATIONAL GEOGRAPHIC ESPAÑA Cipriano es ex alcalde de la localidad de Béjar. Además de ser fundador de un centro de formación para adultos, nos explica cómo la revista le facilitó conocer y poder aplicar ciertas políticas medioambientales. Nos cuenta su particular historia de amor con la revista National Geographic España en este breve documental que hemos realizado con motivo del 25 aniversario de nuestra revista matriz. Cipriano González es suscriptor de National Geographic España desde 1997. ---- Si te ha gustado esta newsletter, también te interesarán los siguientes reportajes: |
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