Uno de los episodios más desconocidos de la Segunda Guerra Mundial es el activo papel que tuvo Hollywood en la lucha contra los nazis, pues muchos actores, directores y productores se alistaron en el ejército para cumplir con su deber. Tras alcanzar la fama en 1939 con Lo que el viento se llevó, Clark Gable se había casado con la actriz Carole Lombard, con quien al fin había establecido una relación sólida tras dos matrimonios fracasados. Aunque no eran muy aficionados a la política, las atrocidades de nazis y japoneses preocupaban a la pareja, y con la entrada de los Estados Unidos en la guerra tras el bombardeo de Pearl Harbor en diciembre de 1941 decidieron usar su popularidad para promocionar la compra de bonos de guerra. Las dos estrellas causaron sensación en los teatros y las salas de conferencias de todo el país disparando la venta de bonos, pero una terrible tragedia estaba a punto de abatirse sobre ellos sin previo aviso. En enero de 1942 Carole acababa de completar una exitosa gira de recaudación por el medio oeste y se dirigía a California cuando su avión se estrelló cerca de Las Vegas. Devastado por la muerte de la única mujer a la que había amado de verdad, Gable cayó en una fuerte depresión, perdiendo diez quilos y varios meses en un mar de alcohol. Sin embargo el rey de Hollywood acabó por reponerse. Fue en ese momento, considerando que no tenía mucho más que perder, que el actor se alistó en la fuerza aérea para honrar la memoria de su esposa y quizás para vengarla, pues se rumoreaba que el accidente había sido un atentado nazi para dificultar la venta de bonos. Sorteando la resistencia de sus jefes de la Metro Goldwyn Mayer y del propio presidente del gobierno, Franklin D. Roosevelt, Clark Gable fue destinado a un escuadrón de bombarderos que debía partir para Inglaterra. Una vez pasado el curso de oficial y nombrado capitán, la misión de la estrella de Hollywood sería grabar una película propagandística sobre la vida de los aviadores titulada Combat America. El capitán y artillero de la Air Force estadounidense Clark Gable fotografiado en algún lugar de Inglaterra en junio de 1943. Aún dolido por la muerte de su esposa Gable se esforzó por no ensombrecer el ambiente de la base, rechazando privilegios como un apartamento privado y participando en las fiestas y excursiones a Londres que amenizaban la vida militar. Sin embargo el actor consideraba que les debía a sus compañeros algo más que un simple papel de apoyo en tierra, por lo que se subió a una de las fortalezas volantes para participar en los bombardeos y así poder tomar algunas imágenes en directo. Ahora bajo fuego real, Gable tuvo su primer encontronazo con la muerte cuando una granada antiaérea estalló junto al B-17 en el que iba, destrozado un motor y matando a uno de los tripulantes; en otra ocasión fue un proyectil de 20mm el que casi acaba con su vida, al atravesar el talón de una de sus botas y pasar rozando a pocos centímetros de su cabeza. A pesar de todos estos peligros Clark sirvió con distinción, empuñando las ametralladoras de la fortaleza volante cuando los artilleros eran heridos y manteniendo la calma mientras el cielo se poblaba de cazas alemanes y fuego antiaéreo. Con todo el actor era un activo demasiado valioso como para perderlo en el frente, y el productor Louis B. Mayer presionó al presidente para que lo apartara del frente. Así, tras cinco misiones de combate, la estrella fue enviada de vuelta a casa y destinado a los estudios militarizados de Fort Roach para terminar su película. Combat America fue un gran éxito, llevando a las pantallas del país el día a día de los aviadores que luchaban sobre los cielos de Alemania. Pese a ello Clark vio como todas sus esperanzas de volver a entrar en acción se esfumaban cuando una tras otra todas sus peticiones de ser trasladado al escenario del Pacífico fueron rechazadas por el ejército. Desilusionado con sus perspectivas en la Fuerza Aérea, el actor renunció a su cargo el 12 de junio de 1944 y volvió al ajetreado mundo del cine, donde reharía su vida casándose de nuevo y muriendo a los 59 años por causas naturales. ---- ESPECIAL 25 ANIVERSARIO NATIONAL GEOGRAPHIC ESPAÑA Maribel Abadia vivió a principios de 1997 la muerte de su esposo. El mismo año, en octubre, se suscribió a la revista. Su obsesión era abrirse a la vida de nuevo, buscar nuevos horizontes y que sus hijos se asomaran al mundo a través de la revista. Y así ha sido. Nos cuenta su particular historia de amor con la revista National Geographic España en este breve documental que hemos realizado con motivo del 25 aniversario de nuestra revista matriz. Maribel Abadía, suscriptora de National Geographic España. ---- Si te ha gustado esta newsletter, también te interesarán los siguientes reportajes: |
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