Entre los fieles de la Iglesia Católica resalta la figura de la Reina Isabel I de Castilla, más conocida como Isabel la Católica, que podría ser declarada beata.
Se trata de la curación repentina, total e inexplicable de un sacerdote que estaba
en el hospital por un cáncer de páncreas muy avanzado.
La causa de beatificación de la Reina Isabel I de Castilla se inició en 1958 en la
Arquidiócesis de Valladolid, España, siguiendo las normas de la Iglesia Católica,
que indican que estas causas deben iniciarse en la diócesis donde se produjo el
fallecimiento.
La causa concluyó su fase diocesana en 1972 y fue trasladada a Roma para su
estudio por la Congregación para la Causa de los Santos.
Desde 1974 es considerada Sierva de Dios por la Iglesia Católica.
Después de haber aprobado el examen de los historiadores, con buena nota,
aún no ha tenido lugar el decisivo dictamen de la Comisión Teológica. Si es favorable,
su dictamen pasaría a la Congregación de Cardenales y Prelados, que informaría al
Papa, para su decisión final, sobre la heroicidad de las virtudes y la declaración oficial
de Venerable.
De reconocerse el milagro y obtener el visto bueno del Papa Francisco, “se va a
beatificar la reina más grande de la historia universal”, comentó el P. Rubio.
“No hay ninguna otra mujer como ella, y eso que ha habido otras reinas santas.
Con Isabel cambió la historia y se entró en la época moderna. Ella cambió los mapas
que había entonces y su misión pasó a ser llevar a América la evangelización”, dijo.
Biografía de Isabel I de Castilla:
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Isabel I de Castilla nació en la villa de Madrigal de las Altas Torres, en Ávila,
el 22 de abril de 1451, en el palacio de su padre, Juan II de Castilla, que
estaba casado con Isabel de Portugal.
Isabel llegó al trono sucediendo a su hermano Enrique IV, que murió sin un heredero
reconocido. De hecho, la heredera de Enrique IV, Juana (apodada “la Beltranjea”),
no fue reconocida por gran parte de la nobleza castellana, que se mostró partidaria
de Isabel.
La desavenencia hereditaria provocó una larga guerra civil por la sucesión a la
corona de Castilla entre los partidarios de Isabel y de Juana, que finalizó en
1479 a favor de Isabel I de Castilla.
Isabel se había casado con el príncipe de Aragón, el futuro Fernando II, en
1469, quien accedería a la corona aragonesa en 1479. De esa manera, Isabel
fue también reina consorte de Aragón y Fernando, rey consorte de Castilla.
Por lo tanto, esta unión matrimonial supuso también la unión política de los reinos
de Castilla y de Aragón, unificando así la nación española que se consolidaría
a lo largo de los años siguientes.
En diciembre del año 1496, en virtud de la bula Si convenit, el Papa Alejandro VI,
también de origen español, concedió a los reyes de Castilla y Aragón el título de
“Reyes Católicos”.
Durante el reinado de Isabel la Católica, el reino de Castilla concluyó la Reconquista,
con la toma del Reino de Granada, que había estado en manos islámicas,
el 2 de enero de 1492.
El 12 de octubre de ese mismo año de 1492, una expedición naval castellana
dirigida por Cristóbal Colón llegó con la nao Santa María y las carabelas
Pinta y Niña a la isla de San Salvador.
Después, recorrería las costas de las islas La Española (hoy República Dominicana
y Haití) y Juana (hoy Cuba). Así comenzó la evangelización del continente americano.
En ese sentido, Isabel la Católica se erigió como una defensora de los derechos
de los indios ante los abusos cometidos por algunos españoles, a los que se
les habían concedido encomiendas en las islas americanas recién descubiertas.
Frente a esos abusos, Isabel la Católica dictó un decreto en el año 1500,
que reconocía a los indios la propiedad de sus tierras, prohibía esclavizarlos
y les daba los mismos derechos que a los demás súbditos castellanos de la península.
Isabel la Católica falleció el 26 de noviembre de 1504 en la ciudad de Medina
del Campo, y su cuerpo reposa en la Capilla Real de la Catedral de Granada.
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