lunes, 1 de mayo de 2023

LA CAJA DE PANDORA. SALDOS SÁNCHEZ. Por Antonio de la Torre.

 

Saldos Sánchez… y la caja de Pandora. Ilustración de Linda Galmor

«El conocido mito habla de los males que sobrevienen a los que quieren ser como los dioses y  nuestro protagonista de hoy se siente como un dios»

Es evidente que el personaje que nos “preside” –es un decir– no ha hecho otra cosa desde que llegó a la Moncloa, cual “okupa”, cabalgando sobre una “morcilla” jurídica de un juez amiguete, que “trabajar” –es otro decir– por su supervivencia en la prebenda del cargo, una carga cada día más inasumible para buena parte del sufrido pueblo español. Seguro que mis queridos lectores habrán adivinado que me refiero a Pedro Antonio Narciso Falconeti PinócHez, doctor Plagio cum Fraude y otras nocivas yerbas. Pero no lo es menos que, en estas últimas semanas, se ha desatado en su enfermizo objetivo de permanencia en el poder –“psicopatía, maquiavelismo y narcisismo”, lo diagnostica con frecuencia Rosa Díez–, más acentuado a medida que se acerca la fecha de la primera llamada a las urnas, 28 de mayo, ante la que tiembla. Creo que se ha hecho acreedor a un nuevo apelativo para la colección, Pedro I el Prometedor, que ha acelerado en eso que tanto gusta a muchos de “nuestros” políticos, especialmente, aunque no en exclusiva, si son de izquierdas, nacionalistas o extremos de uno y otro lado, “tirar la casa por la ventana”. Por supuesto, con dinero público, ese que “no es de nadie”, que sentenciara en su día aquel dechado “cuRtural” –con R de ramplona– que es Carmen Calvo. Que nadie se lleve las manos a la cabeza, que no se trata de un insulto; según nuestro D.R.A.E., “ramplón, na”, en su primera acepción, significa “vulgar, chabacano” y recordemos que nuestra “ilustre” egabrense decía, entre otras brillantes aportaciones, recogidas en la hemeroteca, aquello de: “Me gusta madrugar para poder pasar más rato en el baño: Allí leo el periódico, oigo la radio, oigo música y hablo por teléfono con alcaldes, en bragas”. Comentario que, como otros más de esta “lumbrera” que Manuel Chaves, el Inhabilitado, se quitó de encima endosándosela a José Luis Rodríguez Zapatero, no deja lugar a dudas de su ramplonería.

Volviendo al personaje vendedor de humo, conviene recordar –nunca es mal año por mucho trigo–, aunque no sea de manera exhaustiva –necesitaría un libro más gordo que el de Petete–, sus desastrosos, casi ya, cinco años de presimiente. Como decía al principio, ya fue “anómala” –dejémoslo en eso– su llegada, por mucho que la revistiera de “legalidad” por el voto de todos los enemigos de España, con mención especial para un PNV que, una semana
después de “garantizar” la legislatura de Mariano Rajoy, aprobando in extremis sus Presupuestos, votaba a favor de la moción de censura. Conseguido el voto de esa mayoría, absolutamente dispar, que se acomoda en el hemicirco en el que se ha terminado de convertir en estos últimos años el Congreso de los “diSputados”, se mantuvo nueve meses en lo que fue su primera gran mentira: “Hago la moción de censura para recuperar la estabilidad de España y convocar, cuanto antes, unas elecciones generales”. Ni recuperó la estabilidad –salvo la suya
en Moncloa y el Falcon– ni convocó pronto elecciones, para lo que se tomó nueve largos meses y su prórroga. Después de dos intentos electorales, abril y noviembre de 2019, acabó consiguiendo formar gobierno, incumpliendo otras dos promesas electorales. Primero se abrazó con un lacrimógeno PabLenin Iglesias, el que “si lo tuviera como vicepresidente, no dormiría tranquilo, como el 95% de los españoles” y, a continuación, se apoyó en los separatistas de ERC, de los que en campaña decía que “no podría dejar la gobernabilidad del Estado en manos de los que quieren romperlo”. Para remate, acabó pactando, desde entonces, cada vez que le ha interesado, o podido, con los extremistas vascos, los amigos de ETA, aquellos de “Con BILDU no vamos a pactar… si quiere se lo repito cinco veces, o veinte… con BILDU no vamos a pactar”, pero dos o tres Presupuestos PGETA salieron adelante pactando con ellos. Formó inmediatamente el gobierno más poblado de ministerios, veintidós, y, por tanto, de cargos, es decir, el más costoso desde la transición, para no retroceder demasiado ni caer en comparaciones, muy mal vistas hoy. Un gobierno, del que es rehén desde entonces y del que no puede tocar a cinco ministros, la cuota podemita, de la que depende su “estabilidad” en Moncloa y en el Falcon, insisto.

Quiero hacer un inciso en relación con algo que ya he comentado algunas veces, y es el flaco favor que, en mi opinión, nuestro Monarca Felipe VI hizo al pueblo español en 2019, conociendo, como debería, al personaje, después de ese casi año y medio de desgobierno. Ya lo tendría que haber conocido desde su llegada a la secretaría general del PSOE en Julio de 2014, como lo vimos alguno muy poco después, mucho antes de aquel repugnante intento de manipulación para mantenerse al frente del partido, que obligó a destituirlo y a crear una gestora el 1 de octubre de 2016. Como también he repetido muchas veces desde aquella fecha, en no pocos artículos, “lástima que la gestora, presidida por el asturiano Javier Fernández, se limitara solamente a destituirlo, en lugar de echarlo a perpetuidad de la militancia”. Recuerdo la literalidad del Art. 99.1 de la Constitución Española: “Después de cada renovación del Congreso de los Diputados… el Rey, previa consulta con los representantes de los grupos parlamentarios con representación parlamentaria… propondrá un candidato a la Presidencia del Gobierno”. En ningún sitio, al menos que yo haya visto, se dice que tenga que ser propuesto como candidato el representante del partido más votado, como era habitual hasta entonces, pero que, con los antecedentes del susodicho, especialmente las contradicciones de sus propias promesas, alguien podía haber recordado al Jefe del Estado lo recogido en el Art. 61 de la citada C. E.: “El Rey…, prestará juramento de desempeñar fielmente sus funciones, guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes…”, algo que cualquiera con una mínima visión de Estado podía intuir que estaba en peligro con semejante candidato. También alguno lo dijimos, por tercera vez, tras el batacazo del antes citado Rajoy en diciembre de 2015 y su discreta remontada en la repetición electoral de junio de 2016, tras la que
le propuse al entonces líder del Partido Popular ir a unas terceras elecciones. Fin del inciso y perdón por las autocitas, que ya me hubiera gustado no haber hecho.

Empezó Sánchez su legislatura, digamos formal, retomando de facto el frentepopulismo de la desastrosa Segunda República, con un gobierno socialcomunista, conocido como Frankenstein, adobado con los votos separatistas de ambos extremos del espectro político. Y fue como si esta especie de “Prometeo”, no encadenado –como se titula la conocida tragedia griega atribuida a Esquilo– salvo al sillón y al BOE, que parece estarlo, sino encadenador, hubiera
abierto la “caja de Pandora” y se hubieran escapado todos lo males que en ella se escondían.

Recordemos que este conocido mito habla de los males que sobrevienen a los que quieren ser como los dioses y no hay duda de que nuestro protagonista de hoy se siente como un “dios” –con minúscula, por supuesto–. No me voy a referir a las desgracias conocidas de los tres últimos años, como la manipulada “Plandemia” del COVID en 2020; la erupción del volcán de La Palma en 2021; la “guerra” de Ucrania en 2022 o la no menos manipulada “tragedia” del
Cambio Climático, retomada en 2023, cuando las otras ya no dan más de sí y visto que hay que tener “acogotado” al rebaño y que el mantra del Calentamiento Global de primeros de siglo se desmontaba al comprobar que el planeta se está enfriando actualmente  (no me extiendo sobre este asunto, pero, además del artículo del enlace, que lleva a otros igualmente interesantes, recomiendo a los descreídos, leer este magnífico libro que puede abrir algunos ojos). A lo que sí me referiré es a la desastrosa gestión del “ejecutivo” –tampoco merece la mayúscula– en cada uno de ellos, a base de 132 decretos leyes –récord absoluto de abuso de este instrumento legislativo “excepcional” –, siempre para “gloria” del sanchismo y perjuicio –o no beneficio, que viene a ser parecido– del ciudadano. Baste recordar la gestión de las residencias de mayores que se arrogó el entonces vicepresidente PabLenin Iglesias, ya “marqués de Galapagar”, estrepitosamente apartado de la política tras el varapalo electoral en la obligada llamada a las urnas de Isabel Díaz Ayuso, ante la traición del socio y las zancadillas del apoyo verde. O a los shows semanales del presimiente, Mr. Postureo, solo o simulando coordinación con las comunidades autónomas, en esas insufribles comparecencias. O a las ayudas, todavía no llegadas de verdad, a los damnificados de La Palma, por donde ha pasado repetidas veces el showman y sus acólitos y portavoces mediáticos, para agrandar los respectivos álbumes de fotos, que se quedaron en eso. O a la historia interminable de los famosos y desvencijados
tanques Leopard, de los que nunca más se supo. Pero esta “guerra” sirvió para “justificar” la escalada de la inflación que se venía registrando desde hacía un año, la más alta de Europa entonces, aunque ahora no tengamos ese “honor”. Y, para terminar, por el momento, al bombardeo mediático y político, que toma el relevo con la “insólita” subida de temperaturas del mes de abril que, curiosamente, no se conocía desde 1980, o sea, que tampoco es inaudita, sino que ya se había dado hace 43 años. Los que somos de Córdoba sabemos de eso.

Mientras tanto, se han ido pertrechando leyes nefastas y desastrosas en el corto y medio plazo. Por citar las más importantes, tenemos la LOMLOE de educación, “LOMLAÁ” en honor de la ministra del ramo que la ideó, Isabel Celaá, premiada con la embajada de España en el Vaticano, que, entre otras perlas, nos dejó aquello de que “los hijos no pertenecen a los padres”, pero no desciende el abandono escolar ni mejora el lamentable nivel educativo de España en los correspondientes índices. Otra ha sido la de “Reforma de la reforma laboral”, que pese a la manipulación que se esconde bajo el eufemismo del “trabajador fijo discontinuo”, no ha conseguido bajar de 3 millones el número de desempleados y seguimos encabezando estrepitosamente el de jóvenes sin empleo. ¡Qué decir de la ley del “Sólo sí es sí”! Siete meses después de su puesta en vigor ha recortado más de 1.000 condenas y excarcelado a un centenar largo de delincuentes y se ha necesitado todo ese tiempo para plantear una modificación de lo que era la “crónica de una muerte anunciada”, que ha vuelto a evidenciar la ruptura de los socios de desgobierno, que no rompen porque se les acabaría el chollo. Por cierto que, el impulsor de la modificación, tuvo que apoyarse en el PP para su aprobación y prefirió volar en el Falcon a Andalucía a votar lo modificado. No menos desastre es la ley trans, que nos inventó alrededor de 40 “géneros”, aunque no evitará que sólo existan, para todos, urólogos o ginecólogos, únicos especialistas a la postre de los dos únicos sexos que existen en Biología y Medicina –que no “géneros”, por mucho que insistan los defensores de esta ideología–. O su complementaria “ley de familias”, que es un poco más modesta y “sólo” implanta una veintena escasa de tipos, todavía en fase de proyecto, para la que el plazo de presentación de enmiendas terminó el pasado día 24 de abril, pero que seguramente se darán prisa en aprobar para completar los saldos Sánchez. Por último, en este repaso, el regalo que acaba de hacerles a los okupas –parte importante de su bolsa de votos– con esa “nueva” ley de vivienda de la que presumía el pasado jueves en el Congreso y que penaliza a los propietarios y va a añadir una letra más al acrónimo del partido socialista, que va a ser el “PISOE” después de su penúltima promesa electoralista: «En los próximos años se pondrán a disposición de los ciudadanos hasta 183.000 viviendas públicas«, algo pretencioso después de haber pasado cinco en Moncloa sin que se conozca una sola promoción por su parte. Vamos que, con esa ley, acabaremos viendo lo que alguien con imaginación ha dejado en las redes sociales: “Como Sánchez siga prometiendo más viviendas, los okupas van a tener hasta segunda residencia”. Una competencia, por cierto, transferida hace tiempo a las comunidades autónomas en la que comparten contenidos con las corporaciones locales. O sea, otro brindis al Sol en la línea de lo que decía aquel viejo profesor, Enrique Tierno Galván, primer alcalde socialista de Madrid en 1979: “Las promesas electorales se hacen para no cumplirlas”, y de eso, PinócHez, sabe un rato. En lo que se quedará, espero, la también penúltima propuesta de la “vicesegunda” Yolanda Díaz, que se caracteriza por hacer cosas “chulísimas” y ahora quiere institucionalizar, para los jóvenes, una paga “universal” de 20.000 € al llegar a la mayoría de edad: «Una propuesta de igualación de oportunidades y distribución más igualitaria de la
riqueza social que impactaría en los jóvenes», de lo que no hay duda.

Termino, aunque sea a costa de alargarme un poco más, invitando a leer con atención el Capítulo Segundo de la Constitución Española, “Derechos y libertades” –tampoco vendría mal leerla completa–, que comprende los Artículos 14 a 38. En él se recogen los derechos fundamentales de los ciudadanos españoles, que resumo: “Igualdad ante la ley; derecho a la vida; libertad ideológica y religiosa; seguridad; derecho al honor e inviolabilidad del domicilio; libre elección de residencia –no de “okupación”, ojo–; libertad de expresión; derecho de reunión; derecho de asociación; derecho a la participación y acceso a las funciones y cargos públicos; tutela judicial; presunción de inocencia; educación con libertad de enseñanza; derecho a la sindicación y a la huelga –que sigue sin ley reguladora 45 años después–; derecho y deber de defender a España; a contribuir al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica; a contraer matrimonio; a la propiedad privada; derecho al trabajo y deber de trabajar; a la negociación colectiva y a la libertad de empresa”. A continuación, remito a leer, igualmente con atención, el Articulo 47, dentro del Capítulo Tercero, “De los principios rectores de la política social y económica”, que dice: “Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias…”, no a que se les regale una vivienda ni, mucho menos, a permitir su “okupación”. Como también lo tienen a ser presidente del gobierno, pero si no se presentan y son elegidos, hasta ahí llega ese “derecho”.

Y hablando de derechos, Feliz Día del Trabajo y ya veremos cuántos españoles ejercen el de manifestación, que presidirán los sindicalistas profesionales, que en su inmensa mayoría no han dado nunca “un palo al agua”.

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