domingo, 11 de diciembre de 2022

El covid y la cultura del miedo. Fernando del Pino Calvo-Sotelo.


Nuestra Señora de Czestochowa de Polonia. Juan Pablo II

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Enlace: https://www.fpcs.es/el-covid-y-la-cultura-del-miedo/

Durante dos años hemos sido testigos del mayor y más

exitoso experimento de control del comportamiento de la
población de la Historia.
Fernando del Pino Calvo-Sotelo

5 de diciembre de 2022

Durante dos años hemos sido testigos del mayor y más exitoso

experimento de control del comportamiento de la población de la

Historia.

Esta masiva manipulación psicológica, que el paso del tiempo nos

permite analizar con mayor sosiego, no podría haber tenido tanto

éxito de no haber encontrado el campo abonado en una sociedad

previamente debilitada por la Cultura del Miedo.

La Cultura del Miedo nos infunde un miedo constante a todo

mientras pretende que no confiemos en nosotros mismos sino en

el Poder, carcelero benevolente a quien debemos entregar nuestra

libertad para que nos proteja de todo mal en el único lugar

verdaderamente seguro: entre rejas.

Así, sólo podremos estar a salvo de todo peligro si cumplimos a

rajatabla las normas que nos imponga el Poder en cada momento.

El ejemplo más patente de la Cultura del Miedo ha sido el experimento

totalitario puesto en marcha durante el covid, esa “gran oportunidad”,

en palabras de los iluminados del Foro Económico Mundial.

El miedo

El primer ingrediente de este experimento fue el pánico creado por

la campaña de terror mediático, diseñada para lograr que la población

aceptara unos atropellos alucinantes y se inyectara alegremente unas

“vacunas” y terapias genéticas experimentales.

Esta histeria colectiva, creada adrede, permitió escenarios dictatoriales,

como abusos policiales, toques de queda y confinamientos, mientras

aparecía la penosa figura del colaboracionista que denunciaba a sus

vecinos, típica de regímenes totalitarios.

Causa estupefacción la hipocresía de políticos y medios occidentales,

que habiendo defendido el encierro de sus ciudadanos y la persecución

como delincuentes de quienes osaban desobedecer, aparentan

escandalizarse ante los confinamientos en China y aplauden a los

manifestantes que se atreven a protestar contra la tiranía.

La mentira

El segundo ingrediente fue la mentira, pues la clave de la campaña

de terror fue la ocultación de un dato esencial: desde mediados del

2020 se sabía que el covid sólo era una enfermedad potencialmente

grave para la población de riesgo, una minoría definida por edad y

cuatro comorbilidades: obesidad, diabetes, hipertensión y cardiopatías.

Para el resto, el covid era una enfermedad estadísticamente leve,

como señalaron numerosos estudios epidemiológicos internacionales[1],

España incluida[2]. Estudios más recientes[3] han cuantificado la

letalidad (IFR) del covid en el 0,03% para menores de 60, siendo

asintótica con el cero para personas sanas menores de 30.

La campaña de terror no fue espontánea sino deliberada, incluso

planificada desde el poder: documentos del gobierno británico revelan

que, preocupado porque “un número sustancial de personas no tenía

una suficiente sensación de peligro”, propuso que “su nivel de

percepción de peligro fuera aumentado con mensajes emocionales

impactantes a través de los medios”[4].

Así, durante dos largos años, los obedientes medios de comunicación

publicaron diariamente, en un bombardeo de terror sistemático

parecido al utilizado para la tortura psicológica de prisioneros, los

relatos y las imágenes más aterradoras posibles, personas intubadas

y cuerpos tapados con una sábana.

Con el objeto de que nadie se sintiera a salvo, las historias de terror

alternaron metódicamente casos de distintas edades y enfatizaron el

contagio de asintomáticos, muy inhabitual

(como se sabía desde el 2020[5]) y el contagio por superficies,

enormemente improbable (como se sabía desde el 2020[6]).

Los medios de comunicación nos hicieron creer que estábamos

ante un asesino invisible con súper poderes. No era verdad, y cuando

los yonquis del poder les ordenaron parar, lo hicieron, y de la noche

a la mañana no volvieron a hablar del covid.

Medidas despóticas y arbitrarias

Las medidas liberticidas e irracionales se sucedieron una tras otra.

Los ilegales confinamientos (¡de personas sanas!), criticados por los

mejores epidemiólogos del mundo[7], fueron un completo desastre

que arruinaron mental[8] y económicamente a decenas de miles de

personas sin beneficio alguno, llegando a la barbarie de condenar

a nuestros mayores a morir solos.

Tras decir que las mascarillas eran inútiles, nos las impusieron

sádicamente hasta en el campo y en la playa, algo tan ridículo que

da vergüenza recordarlo. La evidencia científica sobre su utilidad

epidemiológica frente a un virus brillaba por su ausencia y,

consecuentemente, no impidieron que se sucedieran ola tras ola de

contagios[9], pero daba igual. Lo que sí lograron las malditas

mascarillas fue trasladar una permanente sensación de peligro

que convertía al otro en una amenaza.

El uso de mascarillas de tela, compradas en tiendas de ropa por

su estampado y no por su capacidad de filtro, indicaba que estábamos

ante una completa farsa, pero la sugestión colectiva era tan fuerte que

la gente sencillamente no pensaba.

Esta foto del último Congreso del Partido Comunista Chino muestra

la naturaleza política de ese símbolo de sumisión que es la mascarilla:

Los que mandan pueden estar sin ellas; los mandados, no.

El infame pasaporte covid

Quizá el mayor abuso del derecho y de la razón fue la imposición

del pasaporte covid, pues las vacunas y terapias genéticas nunca

previnieron el contagio ni la transmisión de la enfermedad, como

hace pocas semanas reconoció el propio Pfizer ante el Parlamento

Europeo.

Así, el argumento de la “inmunidad de rebaño” (¿recuerdan?) fue

otra mentira deliberada para lograr la vacunación universal, pues las

vacunas nunca fueron esterilizantes y, por lo tanto, jamás pudieron

haber frenado la transmisión.

Sin embargo, a sabiendas de la falsedad del argumento y con el único

fin de promover torticeramente la vacunación, el contubernio

político-mediático-farmacéutico, apuntalado en España por una

bochornosa sentencia del Tribunal Supremo[10], logró imponer el

pasaporte covid en algunas regiones

haciendo creer que los vacunados estaban protegidos y desatando

una caza de brujas contra los no vacunados, acusándoles falsamente

de propiciar la continuación de la epidemia.

Como nos recuerda Hannah Arendt en Los Orígenes del Totalitarismo,

“han existido hombres capaces de resistir a los más poderosos monarcas

y de negarse a someterse ante ellos, pero ha habido pocos que resistieran

a la multitud, que, encontrándose solos ante las masas manipuladas,

se atrevieran a decir no cuando se le exigía un sí”. Esto fue exactamente

lo que hicieron quienes decidieron no vacunarse.

En realidad, el pasaporte covid jamás tuvo nada que ver con la Medicina

sino con la creación de un precedente de Identidad Digital, idea distópica

que desde hace años acaricia el Foro Económico Mundial[11] con el

objetivo de crear un instrumento de crédito social para el control de la

población. Así, a los ciudadanos que no obedezcan se les dificultará

llevar una vida normal (cajeros, supermercados, restaurantes, viajes,

etc.).

Éste es el motivo por el que la UE, laboratorio por excelencia del

globalismo, ha extendido el pasaporte covid un año más a sabiendas

de su inutilidad epidemiológica.

Vacunas innecesarias e ineficaces

Las “vacunas” covid, que han sido el producto más lucrativo de la

historia de la industria farmacéutica, fueron aprobadas con demasiada

celeridad por unos reguladores sujetos al conflicto de interés de las

puertas giratorias y que apenas supervisaron los ensayos clínicos,

según ha denunciado el British Medical Journal[12].

Avariciosas empresas farmacéuticas, reguladores que miran hacia

otro lado, globalistas megalómanos y políticos ignorantes y sin escrúpulos.

¿Qué podía salir mal?

Para poder aprobar las “vacunas” primero tuvieron que demonizar o

prohibir tratamientos tempranos baratos y prometedores porque, de

haber existido un tratamiento eficaz, no habrían podido aprobarse por

vía de emergencia.

El carácter universal del programa de vacunación nunca estuvo

justificado, pues en adultos sanos, jóvenes o niños (para quienes la

enfermedad cursaba leve) no se cumplía el requisito de necesidad.

Tampoco fueron nunca necesarias para quienes ya habían pasado

el covid, pues prácticamente siempre (y el covid no era una

excepción[13]) pasar una enfermedad infecciosa genera una

respuesta inmunológica natural más potente y duradera que vacunarse

contra ella[14].

Sin embargo, el contubernio buscaba una vacunación “universal”,

y para ello desató una campaña que, por primera vez en la Historia,

negó la inmunización natural. Este ninguneo de nuestro maravilloso

sistema inmunitario encajaba en la Cultura del Miedo, que busca que

sólo confiemos en el Poder, y no en nosotros mismos.

Por otro lado, pronto quedó evidente que las “vacunas” tampoco

cumplían el requisito de eficacia: los vacunados continuaron

contagiándose a mansalva y, con el rapidísimo decaimiento de

la protección otorgada, siguieron muriendo por covid, hasta el

extremo de que cuando el 80% de los muertos por covid en España

eran personas perfectamente vacunadas (marzo del 2022) el

gobierno dejó de publicar los datos[15].

El elefante en la habitación: los efectos adversos

A pesar de ello, continuaron las dosis “de refuerzo” de unas inyecciones

que no sólo no funcionaban (¡cuatro inyecciones en 18 meses!), sino

que causaban un nivel de efectos adversos sin precedentes[16],

concentrados, según parece, en un intervalo de pocos meses tras

la inyección.

Así, el significativo exceso de mortalidad cardiovascular (inexplicada,

según los medios) “está probablemente causado por las vacunas

ARNm”, en palabras de uno de los más prestigiosos cardiólogos

británicos, otrora defensor de las vacunas covid[17]. La evidencia

estadística apoya esa conclusión.

De hecho, ya en junio de 2021 un estudio advertía que las vacunas

podían causar dos muertes y cuatro efectos adversos graves por

cada tres muertes que evitaban[18].

La actual epidemia de muertes súbitas[19], incluyendo jóvenes de

22 años muertos una semana después de vacunarse y con autopsia

e informe forense declarando que la causa fue la vacuna[20], y los

graves problemas isquémicos y cardiovasculares en niños, jóvenes

(incluyendo deportistas de élite), adultos y ancianos perfectamente

sanos (miocarditis y pericarditis[21], ictus[22], arritmias[23], trombosis

y trombocitopenia, embolia pulmonar[24], etc.) no son los únicos

efectos adversos conocidos. Están documentados graves efectos

oculares[25], herpes zóster[26], parálisis facial de Bell[27],

neuropatías[28], desórdenes menstruales[29], reducción de

fertilidad[30] y existen sospechas sobre potenciales efectos

aceleradores en cánceres[31] [32]. Ante esta avalancha de evidencias,

¿dónde están los médicos?

Algunos continúan achacando el exceso de mortalidad cardiovascular

al covid. Sin embargo, un reciente estudio israelí sobre 200.000

convalecientes de la enfermedad no observó en ellos ningún aumento

de incidencia de miocarditis o pericarditis[33].

Si fuera el covid, ¿por qué no se produjo este exceso de mortalidad

cardiovascular en el 2020, cuando el virus era mucho más agresivo?

¿Por qué ha tenido una correlación temporal con las campañas de

vacunación y revacunación?

Ciertas autoridades van reculando. Dinamarca ya no ofrece las vacunas

a menores de 50, salvo receta médica por comorbilidades[34]

(como debería haberse hecho desde un principio).

El Estado de Florida (población: 21 millones) no las recomienda a

menores de 40, pues según sus autoridades sanitarias los riesgos

de las vacunas superan los beneficios para ese rango de edad[35]

(lo cual es cierto). Y Suecia[36] tampoco recomienda ni ofrece ya

vacunar a menores de 18. ¿Lo han leído en algún medio?

Durante dos años, quienes denunciaban esta locura basándose

exclusivamente en datos eran tildados paradójicamente de

“negacionistas” y se censuraban sus escritos, como me pasó a mí

en el diario Expansión, sedicente liberal, cuando denuncié la

irracionalidad e inmoralidad de vacunar a los niños contra el covid.

En este caso la censura fracasó, pues el artículo fue leído por más

de 350.000 personas en este blog.

Y durante dos años, las autoridades sanitarias y los colegios médicos

intimidaron a los valientes facultativos que osaban alzar su voz en

defensa de la evidencia científica[37]. Ahora está cambiando la marea,

y médicos de todo el mundo están denunciando lo que ha constituido

el mayor escándalo de salud pública de la Historia.

Nunca más

Este fue el infierno que nos hicieron pasar con el covid.

¿Cómo podemos sacudirnos el hechizo y evitar que se repita?

El primer paso es mantener una desconfianza axiomática en el

Poder y limitar el consumo de medios de comunicación, a los

que debemos ver como son en realidad.

Principal correa de transmisión de la Cultura del Miedo, no son

una fuente fiable de información, pues a la ignorancia ideologizada

del gremio se une la contaminación de la mentira, del sensacionalismo

y de los intereses creados.

Así, aunque aparenten mantener posturas diferentes en lo banal

(los rifirrafes de la política nacional), apoyan obediente y unánimemente

las consignas verdaderamente relevantes para la cultura de hoy (covid,

cambio climático, etc.).

Si queremos informarnos en profundidad sobre un tema, busquemos

fuentes primarias, apliquemos el sentido común y preguntémonos quién

tiene interés en que creamos algo y se beneficia de ello. Como decía

Santayana, el escepticismo es la castidad del intelecto.

Idéntica recomendación de dieta aplica a las redes sociales, eficaces

herramientas de control diseñadas para crear adicción y hasta ahora

enemigas de la libertad de opinión, aunque Elon Musk en Twitter

quizá cambie el statu quo.

También debemos desarrollar técnicas heurísticas para distinguir la

verdad de la mentira, no dejándonos manipular por falacias[38]y dando

por sentado que, si algo es censurado, por defecto debe tratarse de

una verdad que se quiere ocultar.

Finalmente, cuando nos abrumen las incertidumbres del futuro, las

profecías apocalípticas o las tragedias con que nos asusta la Cultura

del Miedo, volvamos la atención al presente y refugiémonos en la

fortaleza inexpugnable de nuestro círculo de amor, del pequeño mundo

real que nos rodea, de nuestra sencilla vida cotidiana, levantando el

puente levadizo que nos separa de los terrores reales e imaginarios,

lejanos en el tiempo y en el espacio, que la Cultura del Miedo agita

para asustarnos.

Como aconsejaba Sir William Osler en su conocido discurso de Yale

en 1913, “cultivemos el hábito de vivir cada día en compartimentos

estancos, pues soportar hoy la carga de mañana, sumada a la de ayer,

hace flaquear al más fuerte[39]”.

Querido lector: el buen combate contra la Cultura del Miedo es duro,

pero la victoria ofrece como recompensa la alegría de vivir, la paz

interior y la libertad. No se rinda. Fe ciega en el triunfo.

[1] An empirical estimate of the infection fatality rate of COVID-19 from the first Italian outbreak (medrxiv.org) y Bulletin of the World Health Organization (nih.gov)
[2] ITCoronavirus.pdf (sanidad.gob.es)
[3] Age-stratified infection fatality rate of COVID-19 in the non-elderly informed from pre-vaccination national seroprevalence studies | medRxiv
[4] State of fear: how ministers ‘used covert tactics’ to keep scared public at home (telegraph.co.uk)
[5] Post-lockdown SARS-CoV-2 nucleic acid screening in nearly ten million residents of Wuhan, China | Nature Communications y Household Transmission of SARS-CoV-2: A Systematic Review and Meta-analysis | Global Health | JAMA Network Open | JAMA Network
[6] Exaggerated risk of transmission of COVID-19 by fomites – The Lancet Infectious Diseases
[7] Great Barrington Declaration (gbdeclaration.org)
[8] Mental Health and COVID-19: Early evidence of the pandemic’s impact: Scientific brief, 2 March 2022 (who.int)
[9] ¿Las medidas físicas, como el lavado de manos o el uso de mascarillas, detienen o frenan la propagación de los virus respiratorios? | Cochrane y Landmark Danish study finds no significant effect for facemask wearers | The Spectator
[10] Tribunal Supremo y pasaporte covid – Fernando del Pino Calvo-Sotelo (fpcs.es)
[11] Digital Identity – Why It Matters and Why It’s Important We Get It Right > Press releases | World Economic Forum (weforum.org)
[12] FDA oversight of clinical trials is “grossly inadequate,” say experts | The BMJ
[13] Comparing SARS-CoV-2 natural immunity to vaccine-induced immunity: reinfections versus breakthrough infections | medRxiv
[14] Frontiers | Will SARS-CoV-2 Infection Elicit Long-Lasting Protective or Sterilising Immunity? Implications for Vaccine Strategies (2020) (frontiersin.org)
[15] Actualizacion_585_COVID-19.pdf (sanidad.gob.es)
[16] La ley del silencio (II) – Fernando del Pino Calvo-Sotelo (fpcs.es)
[17] «Until Proven Otherwise, it is Likely Covid mRNA Vaccines Played a Significant Role in All Unexplained Heart Attacks Since 2021» – Renowned Cardiologist – The Daily Sceptic
[18] Vaccines | Free Full-Text | The Safety of COVID-19 Vaccinations—We Should Rethink the Policy (mdpi.com)
[19] Myocarditis-induced Sudden Death after BNT162b2 mRNA COVID-19 Vaccination in Korea: Case Report Focusing on Histopathological Findings – PubMed (nih.gov)
[20] Myocarditis-induced Sudden Death after BNT162b2 mRNA COVID-19 Vaccination in Korea: Case Report Focusing on Histopathological Findings – PubMed (nih.gov)
[21] Myocarditis Cases Reported After mRNA-Based COVID-19 Vaccination in the US From December 2020 to August 2021 | Vaccination | JAMA | JAMA Network
[22] Ischaemic stroke as a presenting feature of ChAdOx1 nCoV-19 vaccine-induced immune thrombotic thrombocytopenia | Journal of Neurology, Neurosurgery & Psychiatry (bmj.com)
[23] Risks of myocarditis, pericarditis, and cardiac arrhythmias associated with COVID-19 vaccination or SARS-CoV-2 infection | Nature Medicine
[24] Risk of thrombocytopenia and thromboembolism after covid-19 vaccination and SARS-CoV-2 positive testing: self-controlled case series study | The BMJ
[25] Ocular Adverse Events After COVID-19 Vaccination – PubMed (nih.gov)
[26] Herpes zoster following COVID-19 vaccination in an immunocompetent and vaccinated for herpes zoster adult: A two-vaccine related event? – PubMed (nih.gov)
[27] Reported orofacial adverse effects of COVID‐19 vaccines: The knowns and the unknowns – PMC (nih.gov)
[28] Spectrum of neurological complications following COVID-19 vaccination – PubMed (nih.gov)
[29] Menstrual changes after covid-19 vaccination | The BMJ
[30] Covid‐19 vaccination BNT162b2 temporarily impairs semen concentration and total motile count among semen donors – Gat – 2022 – Andrology – Wiley Online Library
[31] As an Oncologist I Am Seeing People With Stable Cancer Rapidly Progress After Being Forced to Have a Booster – The Daily Sceptic
[32] Frontiers | Rapid Progression of Angioimmunoblastic T Cell Lymphoma Following BNT162b2 mRNA Vaccine Booster Shot: A Case Report (frontiersin.org)
[33] JCM | Free Full-Text | The Incidence of Myocarditis and Pericarditis in Post COVID-19 Unvaccinated Patients—A Large Population-Based Study (mdpi.com)
[34] Vaccination against covid-19 – Danish Health Authority (sst.dk)
[35] 20221007-guidance-mrna-covid19-vaccines-doc.pdf (floridahealthcovid19.gov)
[36] Sweden to stop offering Covid jabs to teenagers (thelocal.se)
[37] Editor-in-Chief of Renowned Science Journal Ousted for Publishing Science Questioning COVID-19 Vaccine Safety (theepochtimes.com)
[38] Ver Cómo vencer la Cultura del Miedo (I) – Fernando del Pino Calvo-Sotelo (fpcs.es)
[39] Un Estilo de Vida, Sir William Osler, Unión Editorial 2007.

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