«Disfrutemos en los próximos días de Navidad de esta bonita tradición de visitar nacimientos y crear nuestro propio belén navideño en casa»
El nacimiento de Jesús o la adoración de los Reyes ha sido uno de las representaciones iconográficas más antiguas en el mundo del arte.
Grandes pintores lo han incluido en su repertorio dentro de los diferntes estilos que se han sucedido a lo largo de los siglos. Sin embargo, no solo la pintura ha sido la única disciplina que ha representado el acontecimiento histórico del nacimiento del hijo de Dios, la escultura y la imaginería han logrado crear magníficas obras de arte en torno a la Sagrada Familia y hoy en día se ha convertido en una tradición muy arraigada en la Europa católica, también llevada a Iberoamérica dentro del proceso de evangelización. Los pesebres, nacimientos o belenes forman parte de nuestra tradición.
La primera imagen de la Natividad de la que tenemos referencia se halla en la sala griega de las Catacumbas de Santa Priscila en Roma y datan de principios del siglo II; en ella aparecen la figura de María con el Niño y los Magos venidos de Oriente. Fueron descubiertas en el siglo XV y son llamadas Regina Catacumbarum por la importancia que tuvieron y el gran número de fieles allí enterrados.
En el año 350, la Iglesia, en su proceso de expansión, pretende establecer una fecha para la celebración del nacimiento de Cristo, el 25 de diciembre, con la clara intención de sustituir a las fiestas paganas que se celebraban en torno a esos días, las Saturnales, fiesta pagana en honor a Saturno o a un general victorioso, en la que se celebraba el solsticio de invierno con un ambiente festivo en el que se celebraban banquetes, bailes y se hacían regalos.
En los siglos posteriores, se siguió representando el Nacimiento y la adoración de los Reyes como muestran otros hallazgos en catacumbas como las de San Pedro y Marcelino en el siglo III o las de Domitila en el siglo IV, ambas en Roma. También aparecen en iglesias como Santa Maria la Mayor en Roma o en los bellísimos mosaicos de San Apolinar Nuevo en Rávena, donde los tres Reyes Magos aparecen en procesión hacia la Virgen con el Niño llevando sus presentes.
A lo largo de los siglos, la Natividad, así como otros pasajes bíblicos se han utilizado para difundir la fe católica con las diferencias en cada periodo, de tal manera que mientras en la Edad Media la Virgen aparece con semblante serio y posición hierática, en el Renacimiento se repesenta sonriente y a Jesús jugando con animales que le acompañan y en el Barroco será distintivo el dramatismo y el movimiento de la figuras.
En cuanto a las representaciones de belenes vivientes ya desde el siglo VIII tenían lugar en iglesias, conventos o en las plazas de las ciudades, sin embargo fueron prohibidas ya que en muchos casos se habían convertido en actuaciones profanas que nada tenían que ver con el pasaje del Evangelio que se quería representar.
Según consta en un acta notarial del año 1021, el primer Nacimiento aparece en la iglesia Santa María del Pesebre en la costa amalfitana de la región de Campania, con capital en Nápoles, Italia. Sin embargo la tradición católica data como fecha del primer pesebre, o como la creación del primer belén, el año 1223 en el que San Francisco de Asís celebró una misa recreando la escena de la Natividad en la localidad italiana de Greccio, en la provincia de Rieti. Para ello hubo que pedir dispensa al papa ya que las representaciones habían sido prohibidas. Con la ayuda, la fe y el entusiasmo de Santa Clara, tan unida al santo de Asís, la idea de realizar estas escenas se difundió por toda Italia.
Los religiosos pertenecientes a la órdenes creadas tanto por Francisco y Clara, franciscanos y clarisas, mantenían una estrecha relación con España por lo que pronto se difundió por la península ibérica. Más tarde se comenzaron a utilizar figuras de barro o madera para recrear el pesebre, en un principio en iglesias y conventos. En el barroco, dada la propia estética que caracteriza a este periodo, con la extremada expresividad y teatralidad, los nacimientos además de la Sagrada Familia, se completan con más figuras, objetos, animales y edificios como arados, posadas, casas, pozos etc… En un principio estos belenes eran permanentes pero pronto se exibirían tan solo en las fechas navideñas. En 1465 se crea en París el primer taller artesanal para la creación de figuras para el Belén, le siguieron otras en Cataluña, Madrid o Nápoles.
En 1759, el rey Carlos III llega a España tras ocupar el trono en el Reino de Nápoles como Carlos VII, tanto él como su esposa María Amalia de Sajonia sentían verdadera admiración por los belenes napolitanos e incluso dedicaron una sala exclusivamente para la exposición del Belén del Príncipe. Pronto la aristocracia seguiría esta tradición exponiéndolos en sus lujosos salones y organizando veladas para mostrarlos, eran dignos de admiración ya que constituían verdaderas obras de arte. Esta costumbre se extendió al resto de las clases sociales y resulta interesante como en cada población el Belén tiene sus propias características en cuanto a la representación, siempre en torno al Misterio, de sus propias costumbres, forma de vestir o modo de vida.
En el siglo XIX, la tradición se generaliza de tal manera que ya se producen figuras de pequeño tamaño con idea de que las familias puedan crear sus propios belenes en casa, se van añadiendo nuevos personajes y creando un entorno natural en torno a la escena principal.
Así, se podían adquirir las figuras en negocios artesanos o en mercadillos como el de La Plaza Mayor de Madrid, algo que se generalizó en el resto de ciudades y pueblos de España, tradición que ha llegado hasta nuestros días.
Actualmente hay una gran tradición belenística en nuetro país, siendo algunos de ellos conocidos por su extensión como el de Jerez de los Caballeros (Badajoz), por su calidad artística como el de Salzillo, en El Palacio de Cibeles en Madrid, declarado Patrimonio Cultural Nacional, el de La Catedral de Santiago de Compostela o por su peculiaridad como el que se expone en Rute (Córdoba) que está hecho de chocolate. En los últimos años se ha producido un resurgir de esta tradición en muchos pueblos y ciudades de España creándose asociaciones de belenes, concursos y exposiciones itinerantes.
Merece la pena mencionar el pesebre napolitano que a lo largo de los siglos se ha mantenido hasta convertirse en una de las tradiciones más consolidadas de la ciudad italiana. La Vía San Gregorio Armeno, conocida como la Vía dei Pesepri (Calle de los Pesebres) es un auténtico espectáculo en cuanto a tiendas artesanales de pesebres y exposiciones.
El Belén napolitano, como antes he mencionado, surge a principios del siglo XI y tiene unas caracteristicas muy particulares. Sus figuras van ataviadas con lujosos trajes de época, algo que se acentuó a finales del siglo XVI y que ha permanecido hasta nuestros días.
Será el siglo XVII la época de oro del pesebre napolitano, lleno de simbología con sus personajes y construcciones; por citar algún ejemplo, el pescador que simboliza el pescador de almas, ruínas de templos griegos y romanos como triunfo del cristianismo, o el mercado que expone frutas y verduras de todas las épocas del año. Artesanos, lavanderas, escenas de la vida cotidiana, vendedores etc… Admirar un belén napolitano es un regalo para los sentidos.
Muchos son los artistas que se han dedicado al arte del pesebre en Nápoles como los hermanos Alemanno, Lorenzo Mosca o Michele Perrone entre otros. El Museo de Certosa de San Martino es el punto de referencia para el estudio de los pesebres napolitanos.
Una de las mejores colecciones de belenes en el mundo se encuentra en el Museo Nacional Bávaro ( Bayerisches Nationalmuseum) en Munich, Alemania, gracias a la colección privada de Max Schmederer.
Disfrutemos en los próximos días de Navidad de esta bonita tradición de visitar nacimientos y crear nuestros propios belenes en casa, algo que nos permite dar rienda suelta a nuestra creatividad y que siempre se hace con amor.
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