Y Guam iba a funcionar como un punto estratégico relevante cuando en 1565 se estableció la ruta conocida como Galeón de Manila, Galeón de Acapulco o Nao de China, que durante 250 años, hasta 1815, cruzó el océano Pacífico una o dos veces por año entre Manila (Filipinas) y los puertos de Nueva España en América, principalmente Acapulco. Este galeón protagonizaba la travesía Filipinas-México de una ruta comercial que se extendía desde Europa hasta América y a la región de Asia-Pacífico, convirtiéndose en la primera ruta de comercio mundial de la historia, además de la más larga de su época.
¿Y cuándo dejamos de compartir ñ con los chamorros?
El Tratado de París de 1898, firmado el 10 de diciembre, ponía fin a la Guerra hispano-estadounidense –Desastre el 98– y daba la puntilla al Imperio ultramarino español. Mediante dicho tratado, España abandonó sus demandas sobre Cuba y declaraba su independencia, y Filipinas, Guam y Puerto Rico eran oficialmente cedidas a los Estados Unidos por 20 millones de dólares. La verdad es que, en la práctica, los estadounidenses ya se habían apoderado de Guam al más puro estilo berlanguiano. Os cuento…
Guam, Guaján para los españoles, era a finales del siglo XIX una posesión olvidada con un reducido destacamento de hombres protegiéndola. El último mensaje que las autoridades españolas de Guam recibieron de España era del 14 de abril de 1898, un mes antes del conflicto con los EEUU, en el cual se manifestaba la posibilidad de un acercamiento diplomático que evitara un conflicto armado. Henry Glass, capitán del crucero USS Charleston, se dirigía a Manila cuando recibió órdenes de tomar Guam. El 20 de junio llegó a la isla y ordenó disparar tres de sus cañones, cuando se disipó el humo una pequeña embarcación con bandera española se acercó al Charleston. La delegación española solicitó subir a bordo para entrevistarse con el capitán. Ante el asombro de éste, le saludaron efusivamente y se excusaron de no poder devolver el saludo, porque… «no tenía pólvora para las salvas de cañón». Glass le informó que se había declarado la guerra y que venía a tomar la isla. Debido a la inferioridad numérica de la guarnición española, la escasez de pólvora y de cañones – con el único que no se corría peligro al dispararlo era el dedicado a ceremonias-, sin fortificaciones en la isla y sin posibilidad de ayuda, el general Juan Marina rendía la isla haciendo constar lo siguiente:
Sin defensas de ninguna clase, ni elementos que oponer con probabilidad de éxito a los que usted trae, me veo en la triste decisión de rendirme, bien que protestando por el acto de fuerza que conmigo se verifica y la forma en que se ha hecho, pues no tengo noticia de mi Gobierno de haberse declarado la guerra entre nuestras dos naciones.
Siguiendo las órdenes recibidas, los estadounidenses ondearon la bandera en la isla y continuaron hasta Manila. Siendo Guam las isla más grande de las Islas Marianas, y la «más protegida», nada habría costado a Glass tomar el resto, pero en sus órdenes nada se decía al respecto. Así que, ante el interés de Alemania, en 1899 sacamos tajada de aquel «olvido» estadounidense y les vendimos el resto de las Marianas por 25 millones de pesetas (17 millones de marcos), poniendo fin a 378 años de presencia española en el océano Pacífico.
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