Creo que el hombre, que dice ser amigo del hombre, políticamente, es el lobo partidista y bestia para el hombre
02 Marzo, 2022 - 06:00h
Cuando era pequeño, dormía en una cama anexa a la de mi tío. Mi tío había estado en la guerra, la nuestra, la incivil matanza entre dos bandos de la misma familia, pueblo o hermandad. Por las noches, muchas, me despertaban los lamentos de mi tío. Lloraba dormido. Aquello eran los frutos de la guerra. Los propios. No las proclamas, ni las historicidades, ni rojos, ni azules. En una casa isleña, de noche, alguien lloraba sobre sus sueños, sabe Dios con qué imágenes. Mi imagen de la guerra era esa, aviones, bombas, muertos, dolor, odio… Entonces, en aquellas edades no sabía ni de guerras mundiales ni de las Galias, la guerra del horror era la nuestra.
Hoy, Ucrania, Rusia, Polonia, la invadida por Hitler, que avivó el horror para el mundo, empiezan a mover las cínicas matanzas permitidas. Creo que el hombre, que dice ser amigo del hombre, políticamente, es el lobo partidista y bestia para el hombre.
No puedo pensar que, al día de hoy, siguen en pie, además del Putin holocaústico, las guerras en Etiopía, Siria, Sudán, República centro africana, Nigeria, Congo, Somalia, Afganistán, Pakistán, Irak, así, a bote pronto. No soporto ver en las televisiones a tropecientos mil expertos cobrando por opinar, tan alegremente con imágenes presuntas de la guerra en directo.
¿Cuántas vidas reales se irán sin contabilizar, cómo en el Covid y cómo siempre que la locura sacude al mundo?
El rencor, la envidia, el poder, el dinero, el sexo… No hay más. La religión se encoge como un escarabajo sagrado cuando pliega las alas. Las ideologías extremas o no, desde las estructuras dictatoriales o de partidos, son verticales o son piramidales. Nadie ni nada puede moverse fuera de los dedos del poder. En este caso, un boxeador, un espía, un agricultor y un comediante, cargan con la locura actual del mundo a sus espaldas.
El horror camina con espuelas sobre un tejido de pulmón. Ni el llanto ni el último estertor conmueve a los líderes. Sólo ganar. Sólo. El rencor y la envidia amasan todo eso. Polonia invadida por los nazis inició el caos. Ahora, otra vez, sus fronteras punto de mira y miedo.
Enfrente la momia Biden, el juerguista del Brexit… Macron en campaña… Parece un monipodio sangriento. Demasiado cruel para tomarlo a broma.
Mientras aquí, Carnavales, Día de Andalucía, ensayos procesionales, algún viacrucis…la gente en la calle contra la guerra y contra la pandemia, pero de juerga y tapas… Bertolt Brecht, aquel que escribiera cuando el horror del nazismo, "cuando el hombre sea amigo del hombre, pensad en nosotros con indulgencia", criticaba el manifiesto comunista de Marx y Engels en hexámetros dactílicos intencionadamente, porque, pienso éramos los mismos bárbaros de la guerra de Troya. Guerras arruinan el mundo y recorre un fantasma sus ruinas/no hijo de guerra, también hace tiempo en la paz avistado/malo para el gobierno, querido de niños de barrio/que entra en humilde cocina bufando ante medias raciones/luego espera en la verja a agotados de mina y del muelle,/va a la cárcel a ver a amigos, pasando sin pase./Visto ya en oficinas, oído en salas de audiencia/monta en tanques enormes y vuela en cazas letales/habla en muchos idiomas, en todos. Y en muchos se calla./Huésped de honor en los arrabales y horror de palacios,/viene a fin de quedarse: su nombre es el comunismo.
Y sigue ahí, con un eco de pasados horribles, llega esto que ahora, nos conturba a unos pocos, cuando recuerdo el miedo de mí tío llorando. En la noche y en sueños. Una marca letal
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