domingo, 9 de enero de 2022

Turismo ancestral. ¿Puede el conocimiento indígena mejorar el turismo? Meritxell Batlle Cardona.

 

Domingo 9 de enero de 2022
Meritxell Batlle Cardona
Meritxell Batlle Cardona
Redactora web de Viajes National Geographic

Turismo ancestral

¿Puede el conocimiento indígena mejorar el turismo? Estos dos ejemplos de Oceanía podrían tener la respuesta.

Kia Ora, hola en maorí, va mucho más allá del concepto de saludo. Implica reconocer a la otra persona y a todo lo que la rodea: de dónde viene, cuáles son sus antepasados y quién es su familia. También significa buena salud, puesto que cuando nacen, los maorís se convierten en guardianes de la tierra y de las personas. Un concepto que, con un simple saludo, consigue plasmar la esencia de una comunidad que considera a la naturaleza como su hermana mayor. Hoy, siglos después de que los maorís llegaran a estas tierras desde Hawaiki, su idioma, su historia y sus tradiciones son fundamentares para la identidad de Nueva ZelandaAl pisar el país por primera vez, se experimenta un Kia Ora en mayúsculas, dado que aquí se abraza la naturaleza como si fuera un familiar, y todo aquello relacionado con el turismo trata de respetarla y convertirla en protagonista a partes iguales. No en vano, en el año 2017 Nueva Zelanda otorgó al río Whanganiu los mismos derechos legales de una persona.

Ya en el año 2014, una ley pionera en el mundo puso fin a la propiedad gubernamental del Parque Nacional de Te Urewera y reconoció a la selva tropical como entidad legal propia y al pueblo Tūhoe como sus guardianes legales. Con 2.127 km2 de colinas escarpadas, vastos lagos de color azul y ríos que se dirigen hacia el norte, Te Urewera es el mayor bosque tropical de la Isla Norte de Nueva Zelanda.

En la actualidad, los Tūhoe -que suman aproximadamente 40.000 personas, de las cuales unas 7.000 viven en los valles fluviales de Te Urewera- son legalmente responsables del cuidado de la selva tropical. Esto significa que se encargan de proteger su hogar mediante una antigua práctica maorí conocida como kaitiakitanga, una forma de gestionar el medio ambiente basada en la cosmovisión maorí que puede traducirse como "custodia".

Kaitiakitanga implica comprender la estrecha conexión entre las personas y la naturaleza, ver a los humanos como parte del mundo natural y proteger el mauri o fuerza vital de los bosques, ríos y lagos a su cargo. En su día a día, incluye la observación y la recopilación de datos, la plantación de árboles autóctonos, el control de plagas y el mantenimiento de la salud de la fauna y la flora. Sin olvidar sus funciones como guías turísticos. Tras la reapertura de Te Urewera a los viajeros nacionales, los guías turísticos de la selva ofrecen cada vez más la oportunidad de quedarse a dormir con ellos, conocer sus historias y aprender de sus valores y estilo de vida. En Tāneatua, la sede tribal de los Tūhoe situada en la entrada norte de Te Urewera, los visitantes pueden realizar una visita guiada a pie para obtener una visión general de la historia y la cultura de la tribu y una introducción a su enfoque medioambiental.

Ya dentro de la selva, los Tūhoe brindan la oportunidad de alojarse en un marae (lugar de reunión tradicional maorí) y vivir una ceremonia tradicional o dar un paseo por el monte con guías que conocen los tīkanga (protocolos) locales. A los viajeros que deciden adentrarse en el Parque Nacional de Te Urewera se les transmite que la naturaleza no es solo un conjunto de recursos que hay que gestionar y utilizar, sino que es un sistema vivo del que otros dependen para su supervivencia, cultura, ocio e inspiración. 

Los conocimientos ancestrales también son importantes para la conservación de la Gran Barrera de Coral. De hecho, los indígenas australianos llevan milenios cuidando del ser vivo más extenso del mundo, y desde los últimos años invitan a los viajeros a conocer sus prácticas tradicionales a través del turismo, mostrando la importancia de la protección del arrecife por razones culturales y medioambientales.

De esto se encargan espacios como el MOUA (Museo de Arte Submarino), ubicado en la región de Townsville, donde se muestran exposiciones relacionadas con la conservación indígena. Fuera, una escultura de una niña de 12 años cambia de color para reflejar las temperaturas del océano en tiempo real en la Gran Barrera de Coral. Orientada hacia el arrecife, la escultura refleja que el cambio climático no solo amenaza el arrecife, que ha perdido la mitad de su coral desde 1995, sino también la cultura y la espiritualidad indígenas ligadas a él durante generaciones.

Ahora, se ha puesto en marcha un programa de formación de guías indígenas para dotar a los locales de los conocimientos necesarios para dirigir las visitas al MOUA y a sus tierras ancestrales. Cuando el viajero visita el museo y la Gran Barrera de Coral, está apoyando a la conservación del arrecife y a la preservación de la cultura indígena.

Algunas actividades realizadas por empresas turísticas participan en iniciativas de protección de los arrecifes, incluida la asociación del gobierno australiano Reef Trust, que tiene como objetivo combinar el conocimiento biológico occidental con el conocimiento ecológico tradicional indígena. En una excursión para practicar buceo, por ejemplo, se obtiene información científica de la mano de biólogos marinos sobre el coral hongo, mientras que los guías locales explican cómo en el pasado lo usaban como protector solar. Una excepcional oportunidad para conectar con la historia de conservación autóctona del arrecife, participar activamente y transformar la forma en la que el viajero se acerca a ella.

Según la UNESCO, el conocimiento local e indígena, transmitido de generación en generación, es central para la promoción de desarrollo sostenible, abarcando una vasta variedad de "conocimientos, habilidades y filosofías que desarrollaron sociedades con largas historias de interacción con sus alrededores naturales". 

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