domingo, 30 de enero de 2022

El xenófobo y racista PNV. Por Javier Ygartua.


El xenófobo y racista PNV
 

“El xenófobo y racista PNV lo mismo pactaba con los nazis y luego con el Frente Popular para después ofrecerle un acuerdo a Franco”

 
Siempre se habla del PNV como aquellos que defienden a los vascos mejor que nadie. Nada mas lejos de la realidad. No olvidemos que no ha habido una persona más racista y xenófoba como su fundador Sabino Arana.
 
He de definir al PNV como  el partido más absurdo, que lo mismo estaba pactando con los nazis, como luego pasaba a pactar con el Frente Popular para después ofrecerle un acuerdo a Franco.
 
Está publicado en un medio de comunicación que a mediados de 1936, un turista alemán entraba tranquilamente en una tienda del País Vasco francés para comprar unos souvenirs. Tras pedir ayuda, el dependiente apareció con varios recuerdos que llevaban incluidos la esvástica que tanto odiaba, casi idéntica a la que Hitler había impuesto en su país.
 
Según cuenta Philippe Aranart en «La cruz vasca», el enfado que se cogió aquel socialdemócrata convencido, y crítico con el Tercer Reich por «semejante hitlerización de Francia y Euskadi en general» fue monumental.
 
No es él único ejemplo. Un año antes, en Bilbao, un periodista argentino asistió a un acto del PNV y salió confundido ante lo que acaba de ver: «Los asistentes al mitin exhiben en las solapas la esvástica. Me sorprende este hecho», escribía en su periódico. Los extranjeros en general, y los alemanes en particular, desconocían que aquel símbolo no era nueva dentro de la iconografía vasca. Lo cierto es que estaba presente en la región mucho antes de que los nazis se hicieran con él como emblema de la supremacía aria. Y el hecho de que su presencia hubiera aumentado en los comercios no se debía a otra cosa que el aumento del turismo, que demandaba cada vez más recuerdos típicos de la artesanía local.
 

“A mi me podrán poner todas las excusas que quieran desde el PNV pero esto es una realidad”

 
Su auge fue tan importante en tiendas, frontones y demás lugares públicos, que los más susceptibles vieron en ello «una propaganda alemana camuflada y propósitos tenebrosos de los dirigentes del Tercer Reich, a los que asociaban con los separatistas vascos», cuenta Philippe Veyrin en «La Croix à virgules dite croix basque». Pero no fue así. No hubo de por medio el más mínimo interés político. 
 
El lauburu
 
La esvástica cuya presencia en tan lejana tierra española extrañó a los nazis, quienes la consideraban exclusivamente suya desde 1920, no era más que la cruz curvilínea con cuatro brazos en forma de coma, a la que popularmente se conocía como lauburu («cuatro cabezas», en vasco). Su origen y su historia está llena de contradicciones. 
 
Se cree que surgió en el siglo XVII como un símbolo mágico, hasta que a finales del XIX se identificó primero con la unidad de las cuatro provincias vascas y, después, como símbolo del nacionalismo vasco a iniciativa de Sabino Arana, el fundador del PNV. 
 
Casi al mismo tiempo, en 1870, el controvertido arqueólogo alemán Heinrich Schliemann la había descubierto también en lo que él consideró las ruinas de la antigua Troya.
 
Fue a partir de ahí cuando se inició también en Alemania el proceso de popularización de dicha esvástica, a la que asociaron por su parte con la raza aria.
 
Me da igual si hubo o no contactos entre Nazis y PNV porque lo que está claro que el carácter xenófobo y racista que explicaba en sus textos Sabino Arana no deja lugar a dudas de su coincidencia.
 
Según cuenta el profesor de la Universidad del País Vasco, Santiago de Pablo, en su artículo «El lauburu. Política, cultura e identidad nacional en torno a un símbolo del País Vasco», el proceso de asimilación que llevó a cabo Arana en el País Vasco con el lauburu fue parecido. 
 
Desde finales del siglo XIX, uno de sus objetivos fue difundir el nacionalismo vasco usando una serie de signos identitarios. Algunos como la ikurriña tuvieron gran éxito. 
 
la esvástica vasca
 
Con la esvástica, sin embargo, fue diferente. Al principio no usaba la palabra «lauburu» para referirse a ella y, además, tampoco estaba convencido de que tuviera que ser esa la enseña que representara a toda Euskadi. Y cuando lo estuvo, el éxito entre sus seguidores fue insignificante.
 
Todo cambió en 1914, cuando la organización juvenil nacionalista Euzkeltzale-Bazkuna sugirió que se adoptara la esvástica como insignia para la solapa. El objetivo era diferenciar a los vasco parlantes de los que solo hablaban español.
 
El distintivo adoptado consiste en un sencillo alfiler de plata rematado por el primitivo signo vasco de la rueda de cuatro rayos», podía leerse el 8 de diciembre de aquel año en «Euzkadi», el periódico fundado por el PNV. 
 
Pero con el paso del tiempo, la esvástica dejó de identificarse con la lengua para representar el sentimiento nacionalista en general.
 
En 1931 su uso estaba ya absolutamente generalizado por parte de los simpatizantes del PNV y aparecía en todo tipo de carteles, insignias, gemelos, pañuelos, anuncios, estandartes, escudos y periódicos. 
 
Luego se utilizó también como símbolo de la campaña a favor de la Universidad Vasca. Y el primer partido nacionalista de izquierdas, ANV, la incluyó igualmente en su bandera. 
 
A consecuencia de este nuevo impulso, se produjeron imágenes tan curiosas como la acaecida durante el referéndum del Estatuto vasco de 1933, cuando la carretera de Bilbao a San Sebastián apareció llena de pintadas con gigantescas cruces gamadas.
 
El uso de la esvástica por el nacionalismo vasco
 
Los nacionalistas vascos estaban tan acostumbrado a ellas, que la confusión cuando ese mismo año Hitler ganó las elecciones y subió al poder en Alemania con la esvástica a la cabeza tuvo que ser enorme. 
 
Los simpatizantes del Tercer Reich empezaron a considerarlo un símbolo de su propiedad y el mundo entero a identificarlo exclusivamente con el nazismo. 
 
Por eso, cuando a Berlín llegaron noticias de la utilización de «su» esvástica en el País Vasco, no gustaron. Estaban tan ofendidos que llevaron a cabo no pocos intentos por descifrar aquel «enigma». 
 
Sabemos, por ejemplo, que el Secretariado General del PNV recibió en torno a 1934 una carta desde el mismo Gobierno alemán pidiendo aclaraciones. Querían saber de inmediato «cómo ha llegado la esvástica hasta Euzkadi».
 
En la misma época se publicó un libro alemán sobre la cruz alemana, donde se planteaba que la cruz gamada circular que usaban los vascos era de procedencia germana. Para defender su teoría, incluso presentaban como pruebas una serie de fotos y dibujos de ciudadanos vascos que supuestamente habían vivido en Alemania, donde aparecían con las esvásticas en tiendas y casas particulares. 
 
Era un intento de crear la confusión generalizada de que el nacionalismo vasco había copiado la esvástica de Hitler para inventarse su lauburu. Pero la competencia no duró mucho. 
 
A diferencia del País vasco, los nazis no se plantearon la más mínima modificación de su símbolo, orgullosos como estaban de él tras el ascenso de su líder al poder. 
 
En la comunidad española, sin embargo, comenzaron a aparecer publicados artículos en revistas culturales, como el «Anuario de Eusko Folklore», «Gure Herria» o el «Bulletin du Musée Basque», en las que analizaban los problemas que podría acarrear la identificación de la esvástica nazi con el País Vasco.
 
No querían ni por asomo que se relacionara al dictador con su nacionalismo, lo que dio lugar a un encendido debate académico y político.
 
El documental IM Lande Der Basken destacaba los rasgos arios de los vascos, buscando mostrar su pureza racial.
 

Poco a poco la presencia del lauburu fue disminuyendo. 

 
En 1935, un histórico dirigente del PNV, Amancio Uriolabeitia, escribía un artículo muy crítico en la revista «Euzkerea», contra la decisión que se tomó en 1914 de adoptar la esvástica como símbolo: “No es vasco, ni creemos que el vasco lo haya usado hasta época muy reciente”. 
 
Se trata de un emblema que, aparte de haber existido en diversos pueblos antiguos, y de haber sido ostentado por los nacionalistas vascos bastante antes que el fascismo hitleriano, este último lo ha asimilado y generalizado tanto, que hoy es considerado como una enseña del racismo.
 
¿Y qué debemos hacer? Suprimirlo. ¿Y con que lo sustituimos? Con otro signo. Y así ocurrió. Antes de que acabara la Guerra Civil y y comenzara la Segunda Guerra Mundial, los nacionalistas vascos ya los habían cambiado por el actual lauburu curvilíneo. Esta es la historia.
 
Sin embargo y aquí está lo importante es que existía un interés mayor por los vascos por parte de los Nazis.
 
Sus particulares señas de identidad, el idioma propio, y la defensa de una pureza racial que desde el nacionalismo vasco mentirosamente hacen gala, hicieron que desde el partido nazi se buscara el conseguir un vínculo con el Partido Nacionalista Vasco. Así lo demuestra el documental Una Esvástica sobre el Bidasoa dirigido por Javier Barajas y Alfonso Andrés, que documenta los contactos entre miembros del PNV y los nazis en plena Segunda Guerra Mundial.
 
Esvástica sobre el Bidasoa
 
Todo esto entronca con las ideas de Werner Best, oficial de las SS y responsable de la llamada solución final del Holocausto, que opinaba que los estados eran creaciones artificiales sin fuerza. Para él lo natural eran las etnias europeas, por lo que quería construir una Europa basada en la unión de estas mismas. 
 
El criterio sería el de la pureza racial y por ello propuso dar autonomía a los escoceses, flamencos, gallegos, vascos y catalanes. 
 
Como comenta el realizador del filme, “querían construir una nueva Europa en la que las fronteras estuvieran marcadas por la pureza racial”.
 
Sin embargo, no todos pensaron así, y muchos creyeron que el apoyo de los alemanes podría servir para derrocar a Franco. 
 
Es por eso que miembros del PNV aceptaron establecer contactos con el partido nazi para tantear la situación y ver qué tipo de acuerdo podría establecerse si resultaban vencedores. 
 
Son los alemanes los que dan el primer paso, y a pesar de esos encuentros el acuerdo no se llega a producir, dicen. 
Es más, cuando salen a la luz son desautorizados por la cúpula del Partido Nacionalista Vasco. 
 
Lo que no se cuenta en el documental es que otros nacionalistas de fuera de España sí que llegan a firmar pactos con los nazis”, afirma Javier Barajas.
 
Sea por lo que fuera o no fuera así que el partido Nazi te dé tanto bombo y le guste tu manera de pensar demuestra lo que son .
 
¿Cuántos años hemos tenido que soportar muchos la persecución terrorista de ETA? ¿Cuánta gente se ha ido del País Vasco por la amenaza de ETA, cambiando así el panorama electoral en beneficio del nacionalismo? ¿Qué ha hecho el PNV al respectó para parar a sus hijos descarriados como llamaba a ETA Arzalluz? ¿Qué política siguen con el euskera como método de cribar a aquellos que no son nacionalistas? ¿Era racista el fundador del PNV? Totalmente .
 

Aquí les dejo algunas de las perlas de Sabino Arana fundador del PNV.

 
-la “invasión maqueta” pervertía la sociedad vizcaína y que la impiedad, el librepensamiento, el socialismo y el anarquismo eran obra de esta españolización de la sociedad.
 
-El español era “afeminado”, que su naturaleza era ser “vasallo y siervo” y lo tachó de adúltero, sucio, violento y de “raza contaminada”. 
 
No les recuerda mucho a esto a la ideología que tanto dicen que no se han reunido o se han dejado de reunir. ¿O esto es mentira señores del PNV? Miren lo cierto es que desde finales del siglo XIX hasta la muerte del padre del nacionalismo vasco en 1903, las bases del partido más votado en Euskadi se erigían sobre pilares xenófobos, católicos, y tradicionales. 
 
La doctrina de Arana, publicada en sus numerosos escritos en semanarios como el Bizkaitarra o Euskeldun batzokija, era clara: Dios-raza-lengua-independencia. ¿Se parecen verdad?
 

Lo importante no es el cuándo ni el cómo sino el contenido ideológico y creo que aquí no hay ninguna duda.

 
Debemos construir una alternativa ideológica y cultural al PNV, debemos desmontar las mentiras y explicar quiénes son y de donde vienen ideológicamente.
 
Mientras los diferentes gobiernos de España les den tantas alas por necesidad electoral y no vayan quitando y no dando transferencias tan importantes como educación o prisiones a la comunidad autónoma vasca, la batalla estará perdida.
 
Hace falta darla en el País Vasco donde no se está dando. Cuántos más años pasen, más tardaremos en que el País Vasco sea lo que siempre ha sido una parte importante en España fuera del veneno nacionalista.

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