Buenos días: El Papa Francisco recibió ayer en audiencia al Consorcio Internacional de Medios de Comunicación Católicos, "Catholic fact-checking". Difundir desinformación y noticias falsas sobre el covid y las vacunas es una violación de los derechos humanos, les dijo el Papa en su discurso. Y es que, supuestamente, esa es la labor de este chiringuito mediático: combatir las 'fake news' en torno a la pandemia. Dejemos a un lado el hecho de que exista semejante alianza de verificadores de la verdad ―no me digas que no es gracioso que Religión Digital forme parte de un grupo de medios católicos que combaten las noticias falsas―, ver al Papa tan comprometido con la lucha contra la desinformación sobre la pandemia me ha hecho preguntarme: ¿y la lucha por la desinformación en la Iglesia? Esta misma semana vimos el enésimo desafío alemán a la doctrina de la Iglesia. Más de un centenar de miembros de la institución eclesial―algunos sacerdotes― 'saliendo del armario' en un documental de la televisión pública germana y reivindicando cosas incompatibles con el magisterio de la Iglesia, para escándalo de propios y extraños. En la audiencia de este miércoles el Papa dijo unas palabras sobre los padres que tienen hijos con tendencias homosexuales ―aquí explico el contexto y lo que realmente dijo― y pronto los medios de comunicación se dedicaron a retorcer las palabras del Pontífice, vendiéndolas como otro paso más en el acercamiento a "las personas LGTBI"; sólo había que ver las reacciones de James Martin y todo el progrerío eclesial para darse cuenta. ¿Quién combate esa desinformación, Santo Padre? ¿Quién deja claro cual es la moral de la Iglesia a los desinformados alemanes o les aclara el sentido de tus palabras a aquellos que las han malinterpretado difundiendo 'bulos' y 'fake news'? ¿Son menos importantes estas cuestiones que la dichosa pandemia y las vacunas de unas farmacéuticas? Creo que no. De hecho, su misión, el motivo por el que pasó a llamarse Francisco en 2013 y va vestido de blanco es, precisamente, que es el encargado de custodiar el depósito de la fe; el máximo responsable en confirmar a los fieles en esa fe y de transmitirla al siguiente en su integridad. Lo más importante que tiene que hacer es iluminar a los hombres con la Tradición y la doctrina católicas, corrigiendo las posibles desviaciones. Sin embargo, viendo lo ocurrido esta semana, pareciera que es más grave poner en duda a Pfizer que la antropología cristiana; que hay que combatir con mayor ahínco a los que duden de la eficacia de las vacunas ―por otra parte, cada vez más discutidas― que a los que se burlen de los mandamientos. Porque, al igual que ocurrió el pasado mayo cuando decenas de sacerdotes bendijeron parejas homosexuales delante de las cámaras retando frontalmente a Roma, la respuesta vaticana a toda esta desinformación ha sido el silencio. ¿Aquí no hay que combatir la confusión? ¿No hay que aclarar las cosas y luchar contra la desinformación? Ojalá Francisco dedicara la misma energía que emplea en predicar los dogmas coronavíricos a aclarar la doctrina católica y desmentir las 'fake news' que rodean su pontificado. Ojalá. «¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?» Marcos (4,35-41) |
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